Son amigas. Las une un vínculo profundo, la pasan bien y juntas también aprenden a sortear las complicaciones de sostener un proyecto propio. En el Día del Amigo, celebramos la amistad y algo más.
Algunas se conocieron en la facultad, otras después, pero se juntaron para armar un emprendimiento relacionado al arte y al diseño. Las motiva la pasión por hacer lo que más les gusta. Se conocen y aprenden a dividir roles y armonizar las diferencias. 5 historias de amigas diseñadoras que emprenden juntas.
Tienda Rosaura: bordar y curar
Las grandes amigas están cuando más las necesitamos. Y a veces de esa cercanía puede nacer algo nuevo. Algo así les pasó a las chicas de Tienda Rosaura, ambas licenciadas en Comunicación Social.
Francisca Hollmann enseñó a bordar a Agustina Giorgio mientras se recuperaba de una dura intervención: la acababan de operar de un tumor cerebral y había pasado un tiempo internada.
Apenas le dieron el alta a Agustina, su amiga Fran empezó a ir todas las semanas a su casa para bordar. Así, entre hilo, agujas y retazos de tela, lo que era una actividad terapéutica se convirtió en un emprendimiento que hoy tiene ocho años.
Desde Tienda Rosaura bordan y le imprimen diferentes técnicas y materiales a objetos encantadores para chicos y grandes: muñequitas, almohadones, cuadros y hasta kits de bordado basado en animales autóctonos de nuestro país, un proyecto que les valió el Premio del Fondo Nacional de las Artes. Además brindan talleres en distintos espacios.
Emprender les exige dejar fluir sus maneras distintas de trabajar, pero que se complementan muy bien. Aunque las dos hacen un poco de todo, Fran se encarga más del área de producción y a Agustina le fascina armar contactos, redes y reuniones.
Fábrica de estampas: imprimir el mundo
Delfina Estrada y Victoria Volpini se conocieron estudiando Bellas Artes en el IUNA y armaron su emprendimiento, Fábrica de Estampas, en 2010, después de un largo recorrido creativo juntas.
En sus épocas de estudiante pasaban mucho tiempo pintando y experimentando con la prensa calcográfica, equivocándose y ensayando. Así fueron aprendiendo y emprendiendo distintas iniciativas.
Su emprendimiento busca rescatar saberes y problemáticas del mundo e ilustrarlas con xilografía.
El proceso creativo la vincula: comienza con una tema que les interesa, lo charlan, lo investigan, "le dan vueltas".
A veces están hablando de cualquier cosa, aparece una imagen y se ponen a tallar. Dibujan juntas o una dibuja y la otra talla (que es como redibujar la imagen).
Además de un vínculo las acerca la posibilidad que valoran de poder vivir de lo que les gusta, aunque a veces es difícil organizarse para poder llegar a pagar los gastos de alquiler, cuentas y materiales.
"Pero vale mucho la pena. Vivimos de lo que amamos y nos permite conocer personas en el camino de las cuales aprendemos muchísimo y nos guían también", comparte Delfina, de Fábrica de Estampas.
Carro, Efectos Portantes: una mirada común
Las amigas y diseñadoras de indumentaria que lideran Carro, Efectos Portantes, Guillermina Balsells y Silvina Cannito, crean accesorios que respetan los procesos sostenibles y buscan transmitir aquello en lo que creen y que de algún modo, es también base de su amistad.
En dupla, se ocupan de crear accesorios de acarreo urbano con materiales no convencionales y recuperados.
Hacen billeteras, carteras, mochilas y porta nootbooks con lona micro perforada y la red plástica que se suele utilizar en las obras en construcción como protección.
"En cada pieza reflejamos valores que consideran necesarios para construir un mundo mejor: diversidad, belleza, funcionalidad, innovación y respeto", cuenta Cannito.
Las diseñadoras experimentan con un nuevo material que surge de la red que se usa en las obras de construcción y fusionan procesos artesanales con otros industriales.
Se están abriendo paso en el mercado internacional. El verano pasado, en el Fashion Week New York presentaron “Renet save the net”, una colección justamente creada con esa red de descarte, naranja y resistente.
Les gusta ser creativas con el material que tienen al alcance, lo resignifican y ese principio sobrevuela su amistad desde siempre, antes de formar su proyecto, en 2007. Y por supuesto que lo actualizan en cada pieza nueva.
Ciclo: cómo romper los moldes
Además ser finalistas del Concurso Fase Emergente que organiza Puro Diseño, las diseñadoras Catalina Peralta Martínez, Carolina Nicolucci y Micaela Pena son amigas inseparables desde mucho antes de 2018, cuando participaron del concurso.
Se conocieron cursando Diseño de Indumentaria en la Universidad Nacional de Buenos Aires y además de volverse íntimas crearon Ciclo, una marca de ropa que busca hablar de cuerpos reales.
Además de vender sus prendas localmente, en Argentina, lo hacen a pedido para la plataforma de e commerce, en Londres llamada Fashion Crossover (un espacio virtual que reúne a varios diseñadores que salen del mainstream).
Las colecciones, además son atemporales y suelen surgir de un material.
Para pensar sus diseños no usan maniquies. Muchas veces, se la prueban ellas mismas. Quieren que la ropa se adapte al cuerpo y no al revés; evitando las siluetas estereotipadas.
El proyecto, además, un costado sustentable, ya que usan telas que quedan como sobrantes en textileras o marroquinerías.
A partir de ahí arman las diferentes opciones. Experimentar y probar sin saber muy bien hacía dónde van, confiesan, las une aún más, además mantenerlas entusiasmadas.
Fruto Estudio: oficios aplicados y fusiones
Las diseñadoras gráficas Paz González Morero y Florencia Pereira Da Luz también se conocieron en los pasillos de la Universidad de Buenos Aires y se hicieron muy amigas mientras cursaban la carrera.
En 2015 las dos decidieron renunciar a un trabajo en relación de dependencia y lanzarse de lleno a su proyecto, Fruto Estudio.
El emprendimiento les permite gestionar todas las aristas y ser directoras y artistas.
Desde su taller en el barrio de Almagro crean objetos que integran el diseño gráfico, la ilustración y los oficios en los cuales se formaron. Florencia se especializó en cerámica y Paz en encuadernación.
Les importa producir piezas que reflejen su impronta y revalorizar los oficios y el trabajo manual.
Les encantan los colores, los grafismos y las formas.
"Creemos que, en general, nuestras piezas transmiten alegría o empatía, sumado al valor agregado que tienen por estar hechos a mano", dice Florencia.
Y todo lo hacen con mucha pasión, que es lo que las mantiene encendidas y motivadas, siempre mate y charla de por medio, que ayuda (y cuánto) a superar las partes no tan lindas del emprendedurismo.
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