LA LEY DEL ORDEN
De este lado, el orden (y reúno acá al despojo, al no-consumismo, al desapego). Al impoluto y bien visto orden y al minimalismo, protagonista de Goodbye Things de Fumio Sasaki. Ese libro llegó a mis manos (¡por algo llegó a mis manos!) y, en él, el editor japonés –versión reaggiornada de la reina de la organización, Marie Kondo– plasma cómo cambió sus hábitos y abrazó una vida más sencilla.
Resume cómo, para expresar nuestra personalidad, las personas usamos objetos para medir nuestra valía. Es su exceso el que nos distrae y, a fin de cuentas, no nos deja valorar nada. “Tenía tantas posesiones que no podía cuidar bien de ninguna de ellas”, cuenta. Si lo revisás, su premisa de desapego y de liberar “peso” –conocido en el mundo como declutter o danshari en japonés– vale para los objetos, pero también aplica para otras facetas de la vida. Amigos, por ejemplo. ¿Cuántos te estresás por mantener, cuántos realmente podés cuidar?
El movimiento del orden de los minimalistas cada día gana mayor terreno. Va en contra de la corriente, se niega a tomar el consumismo como sinónimo del éxito para demostrar poder. “Menos es más”, se repite hoy como mantra.
Con Steve Jobs –con su afán de simplificar cosas, evitar lo superfluo– como ejemplo, Sasaki resalta cómo nos convertimos en esclavos de lo que poseemos –¿cuánto te lleva comprar pilas, lavar alfombras, buscar tapas de tuppers?– e invita a conservar lo indispensable.
“El minimalismo reduce tus opciones de manera natural para que puedas tomar decisiones rápidas”. No tengas miedo de los espacios en blanco. Él se apoya en ejemplos muy típicos de Japón –donde los terremotos son frecuentes– y de cuando los objetos se convierten en armas y obstáculos en tu camino.
Con lo indispensable, sabés lo que tenés, dónde lo guardás y por ende, evitás buscar cosas. Ese recorte se traduce en tiempo. Y su reducción es ¡al extremo! (cuenta que podría mudarse en 25’ metiendo todo en un maletín). Podés planearlo así: si tu hogar se incendiara, ¿qué salvarías? ¿documentos?, ¿fotos? Ni siquiera. Todo está online.
Según Sasaki, todo puede recuperarse en caso de que realmente lo necesites, por lo que su celular se convierte en su mejor amigo (desde para trabajar hasta para ver películas o leer libros). A él le funcionó.
Ordenar la vida
Desde La magia del orden de Marie Kondo y Goodbye Things de Sasaki a Terapia del orden de Marietta Vitale, el orden y la organización rankean alto. ¿Algunos hábitos by Sasaki para adoptar?
x¿Ensuciás?: Lavá (igual vas a necesitar hacerlo cuando estés de mal humor y cansada).
x“La felicidad no consiste en tener lo que querés, sino en querer lo que tenés”. Recordalo cuando quieras comprarte algo y reducí lo que tengas repetido. “Al reducir el número de posesiones que tenés, podés dedicarle más tiempo y energías a tus relaciones personales”.
xHacé de la tecnología tu aliada. Tus objetos se pueden convertir en fotos, archivos y películas y quedar guardados en la nube.
xHacé uso de la cultura del intercambio. ¿Para qué comprar una valija inmensa si podés pedirla prestada?
xGastá en experiencias y no en cosas.
x“No laves los platos antes de ensuciarlos”, es decir, no al comprar “por si acaso”.
Menos es más (y mejor)
Todo un estilo de vida: el despojo y el orden protagonizan documentales como Minimalism en Netflix. Sus autores (que también tienen libro propio) detallan cómo pasaron de tener lo último en tecnología, equipamiento y guardarropas a valorar cada detalle que hoy entra en su vida.
Paradójicamente, el despojo se replica en pósters, bolsos y sus libros temáticos son bestsellers. Al minimalismo, además, lo relacionan con lo “saludable” (¡y los estudios lo avalan! En una habitación “ordenada”, las personas que entran se inclinan hacia una fruta. ¿En una “desordenada”?… ¡Barra de chocolate!).
Minimalismo fashion
¿ T-Shirt blanca, blanca con estampa o blanca con..? Acotar tus prendas a una paleta neutra -blanco, azul, negro, gris- facilita las cosas. Steve Jobs hizo de sus poleras Issey Miyake su uniforme.
LA VIDA ES DESORDEN
Y acá, el desorden. Así como cayó el libro minimalista en mis manos, a la semana llegó 'El poder del desorden de Tim Harford', un reconocido economista inglés del Financial Times.
Viajé en subte con ambos libros ¡y las reacciones fueron 100 % distintas! Miradas cómplices ante el minimalismo y… cejas levantadas al notar la caótica tapa del segundo.
Me atrajo la idea de un autor que se animara a reivindicar la (mala) fama de los desordenados. Soy de las que se pone nerviosa si entra a una habitación excesivamente prolija, en la que temo derramar café o dejar huellas.
Harford reivindica a aquellos que a simple vista suelen ser catalogados como perezosos, dejados o impuntuales por el simple hecho de ser desordenados. Basado en estudios, explica cómo las personas reaccionamos a simples cosas, como por ejemplo, tipografías. ¿Elegís las “ordenadas” o las que a primera vista distraen y parecen absurdas? Sabé que los textos que usan las segundas son a los que les prestás mayor atención.
Hardford incluye los casos de David Bowie y otros músicos que lograron trabajos geniales dejando de lado lo previsto, lo perfecto. También se mete con el ámbito de trabajo y detalla por qué los equipos que trabajan en el caos son los más efectivos.
El desorden está avalado por la ciencia: un estudio de la Universidad de Minnesota comparó habitaciones ordenadas y desordenadas: concluyó en que las desordenadas generan un mayor pensamiento creativo. Su ideóloga, la científica Katheleen D. Vohs, señaló que la tendencia al minimalismo podía suponer un freno a la creatividad.
Y así se sigue reivindicando el placer que te da customizar tu lugar de trabajo en vez de esas oficinas impolutas donde sobre tu escritorio hay… la nada.
Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces, ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío, Albert Einstein
Afirman que Albert Einstein lo dijo primero: “Si un escritorio desordenado es signo de una mente desordenada, entonces, ¿qué debemos pensar de un escritorio vacío?”. El economista también se anima a preguntar: “¿Existe alguna prueba de que un entorno pulcro ayude en algo?”. A las personas nos encanta tener el control sobre el espacio en el que vivimos y trabajamos. “Y este control normalmente conlleva desorden”, agrega. Por su parte, el poeta Charles Baudelaire consideraba que el desorden era uno de los derechos básicos del individuo.
Desorden ¿y qué?
xEvitar tener las cosas tan a mano y previamente planificadas te obliga a buscar un punto de vista distinto y estimula tu lado creativo.
xQuieras o no, el desorden tiene su orden. ¿Quién no dijo alguna vez “en mi desorden yo me entiendo”? Por ejemplo, la lógica de poner lo relevante encima de todo, a mano. Es más efectivo que catalogarlo y etiquetarlo para que quede reducido a una carpeta, parte de una nube.
x Evitá caer en el ¿qué le hace una mancha más al tigre? (parte de la “teoría de las ventanas rotas” de James Wilson y George Kelling, que señala que en un vecindario con ventanas rotas resulta más propicio cometer delitos). Es verdad que el desorden suele atraer más desorden. Tampoco los extremos.
Textos: PAULA IKEDA ([email protected])