Atormentado por el bullying, exigido por su familia y desilusionado por sus seres queridos, Tomás decide encerrarse en su cuarto y planear un viaje a la luna para escaparse de todo… y de todos. "Si yo me fuera a otro planeta y fuera anónima por un día sería más extrovertida de lo que soy, hablaría mucho con las personas en la calle y me reiría mucho más de la gente en su cara. En otras palabras, ¡viviría la vida más libremente!", nos confiesa.
Leticia Brédice (42) retomando el argumento de Un viaje a la luna, la película que protagoniza junto a Angelo Mutti Spinetta (que hace de Tomás), Germán Palacios y Ángela Torres.
Si bien la blonda se caracteriza por su temperamento despreocupado y rebelde, ella asegura que no siempre pudo manejar los gajes de su trabajo como le hubiera gustado: "Tuve momentos en los que no aguanté la profesión, debí pedir ayuda y hacer terapia para saber qué me genera la mirada de los demás. La actuación es difícil. Lo que más me cuesta es el enamoramiento con los equipos de trabajo, que se terminan antes que en cualquier otra profesión. Hay que estar preparado para entrar y salir de trabajos en tres meses o un año", reflexiona.
Con 25 años de trayectoria y dos Martín Fierro como mejor actriz, Leticia se encuentra en uno de sus mejores momentos personales: disfruta a full de su hijo Indio (13) y de un romance low profile con Federico Parrilla (28), a quien conoció en Tu cara me suena en 2015, el reality de Telefe donde él confeccionaba las máscaras.
Pero sobre eso no nos dejó ahondar: "Nooo, ¡no me gusta hablar del tema! Creo que del amor lo único que hay que decir es que estoy contenta, en un buen momento y agradecida", declara escueta sobre la relación con su novio 14 años menor. Sin embargo, sus ojos y sonrisa de oreja a oreja la delatan. Es que la Brédice es tan transparente que por eso traspasa cualquier pantalla.
¿Hay algún trabajo del que te arrepentís? (piensa) No, haría todos otra vez. De hecho, creo que haría más. Me engolosiné muchas veces en decir que no cuando podría haber aceptado.
¿Y por qué los rechazaste? No lo sé. Quizás por miedo a la exigencia energética o porque no me sentía a la altura de las circunstancias. Eso me pasó con una obra de teatro muy difícil en el San Martín. Después la fui a ver y pensé: "Ay, ¡pero si yo podría haberlo hecho".
¿Creés que la belleza juega en contra a la hora de conseguir buenos papeles?
Al contrario. No sé si tuvo que ver con mi capacidad de abordaje, pero a mí siempre me tocaron personajes difíciles. Por supuesto, como diría Norman Briski, "siempre van a trabajar más los de ojitos celestes que los otros". Pero eso tiene que ver con una cultura antigua de los medios y cómo se ven los ojos claros en la televisión. Sin embargo, no es una regla, como tampoco lo es que tengas que estar con un productor para trabajar.
¿Decís que el casting sábana es un mito?
Por supuesto que pasa, pero a mí no me sucedió. Justamente ahora estamos en un momento histórico en el que todas podemos hablar y defendernos cuando nos sentimos maltratadas, cuando se están riendo de nosotras o nos faltan el respeto. Ese es un lugar ganado que no hay que abandonar.
En estos 25 años de carrera, ¿alguna vez sentiste que algún actor se haya sobrepasado con vos como dijo Calu Rivero que le pasó con Juan Darthés? No, para nada. Pero me parece muy bien que ella se haga respetar.
¿Hablás con tu hijo el tema del feminismo? Sí, desde muy chico. En los primeros siete años de vida hay que hablarles del miedo a la electricidad y también que ellos tienen que respetar a las nenas y a ellos mismos.
¿Hay algo especial que le digas sobre cómo tratar a las mujeres?
Indio es un chico maravilloso, muy cuidadoso y educado. Pero a mí me gusta que él las mire a los ojos, que salude a todo el mundo y que no diga malas palabras. Igual, ya tiene 12 años y los padres no podemos meternos entre adolescentes. Yo voy viendo lo que mi hijo necesita, pero nadie va a una escuela para padres. Lo mejor de todo es criarlos es un ambiente de amor y verdad.
¿Te gustaría que fuese actor?
¡Me gustaría que sea feliz! Así que quiero lo que el verdaderamente quiera ser. Si me preguntás a mí, yo creo que por momentos la actuación es una carrera muy sufrida y difícil. Por eso no hay que ser solamente actor, sino tener otras facetas. Además, para ser un buen artista también hay que vivir.
¿Vos qué otras facetas tenés?
Me encanta la música, ahora voy a sacar un disco llamado Leticia que se va a poder escuchar por Internet y Youtube. También estoy trabajando en un perfume, aunque por ahora no puedo hablar de eso. ¡Hay que emprender! El mundo femenino es enorme y maravilloso.
¿Tenés hobbies?
Sí, me fascina pintar series en acrílico, pero jamás las mostré. Supongo que en algún momento voy a exponer mis cuadros. Es uno de mis sueños a futuro. Por ahora tengo muchos en mi casa.
¿Te considerás una buena ama de casa?
¡Me encanta! Me gusta mucho limpiar mi casa, tener plantas, meter las manos en la tierra y decorar los rincones. Lo único que detesto es planchar. Y sólo cocino para mi hijo. No soy tan buena, hago platos simples.
¿Qué esperás del 2018?
Siento que va a ser un año maravilloso. Creo que la mujer, cuando se vuelve más grande, se hace más mujer y se banca quién es. Ahora no tengo vergüenza ni miedo de mostrarme tal cual soy. No me martirizo más ni me agrando por la vida. Ando tranquila… No hay nada tremendo que no se pueda luchar y mejorar. Creo que siempre se puede cambiar, llorar, aprender y salir adelante. Y hay que ser piola para cambiar.
Texto AGUSTINA D’ANDRAIA ([email protected])
Fotos ARIEL GUTRAICH