"Yo quería hacer algo grande, algo que pudiera cambiarle la vida a alguien”, cuenta Jessica Allen (31) a Para Ti vía telefónica. Así arranca el relato de lo que considera su peor pesadilla: una subrogación de vientre que después de un supuesto caso de superfetación (que se produzca un embarazo cuando ya se está gestando), terminó separándola de su propio hijo.
La historia de Allen dio la vuelta al mundo, lo improbable de que hubiera quedado embarazada cuando estaba gestando el hijo de una pareja china que había alquilado su vientre por 35 mil dólares, hizo que todos supusieran que solo se trataba de gemelos.
La primera sorpresa llegó cuando los padres vieron que los bebés no eran parecidos y –sabiendo que solo se había implantado un embrión– decidieron someterse a un ADN. “Durante el embarazo ya me había dado cuenta de que los bebés estaban en diferentes bolsas, pero pregunté y me dijeron que era algo normal. De hecho, la mujer de la agencia que me hacía el seguimiento me dijo que ella tenía gemelos y que cuando nacieron no se veían idénticos. Yo pensé ‘¡qué raro!’, pero nada más… Uno no se imagina algo así”, cuenta Allen.
DESESPERACIÓN. No era el primer embarazo de la cuidadora médica que meses atrás se había casado con el fotógrafo y DJ Wardell Jasper, con quien ya tenía a Jeremiah (7) y Jairus (2). Lo cierto es que después de confirmar que Malachi (10 meses) no era su hijo, y antes de volverse a China, la pareja decidió entregar el bebé de un mes a Omega Family Global (la agencia de subrogación) y avisar a quien lo había gestado. “¿No pensaste por qué no se parecen?”, decía el mensaje. Iba acompañado de una foto y fue el principio de una pesadilla para Jessica, ya que después de someterse ella también a un ADN y confirmar su maternidad, la agencia se negaba a devolverle a su hijo si no pagaba una compensación.
“¡Fue desesperante! Primero el shock de enterarnos de la noche a la mañana de que teníamos un hijo y después, con todo el estrés que eso significa, empezar a lidiar con una cantidad de trabas y excusas que nos ponía la agencia para no entregárnoslo. ¡Fue terrible!”, recuerda.
"ERA ALGO QUE TENÍA QUE HACER". El 5 de febrero, dos meses después de la cesárea, la pareja recibió finalmente a su hijo en el estacionamiento de un Starbucks.
-¿Conocías a alguien que hubiera alquilado su vientre cuando decidiste hacerlo?
-No. Pero no se me ocurría un regalo más lindo para hacerle a alguien que la posibilidad de tener un hijo. Lo pensé y sentí que era algo que tenía que hacer.
-Igual no debe ser fácil, ¿tenías miedo?
-No, porque hice mi investigación previa. Obviamente una sabe que puede haber complicaciones, como en cualquier embarazo, pero yo soy una mujer muy espiritual y confiaba en que todo iba a salir bien.
-¿En algún momento del embarazo dudaste o te arrepentiste?
-No, porque sabía muy bien lo que estaba por hacer. Además, en las agencias de subrogación te someten a muchas pruebas para saber si estás en condiciones, ¡y me habían aceptado! Había desarrollado una muy linda relación con la mujer a la cual yo le alquilaba mi vientre y eso me ponía un poco ansiosa por ella.
-¿No te resultó raro que teniendo tan buena relación ella te negara la posibilidad de conocer a los bebés el día que nacieron?
-Sí, yo estaba muy decepcionada. No podía entender por qué me hacía eso, ¿qué razón existía para que me privara de algo que incluso figuraba en el contrato? Gestar el hijo de otro es un gran sacrificio y, aunque tenía clarísimo que los bebés no eran míos, me desconcertó y me dolió.
-¿Por qué crees que actuó así?
-Yo creo que lo que pasó fue que en la agencia le dijeron que no me los mostrara. Durante los nueve meses que duró el embarazo, yo iba a grupos de apoyo y tenía un seguimiento; la persona que seguía mi caso tuvo que saber que no eran gemelos. Evidentemente, evitaron que los viera para que no me diese cuenta. De hecho, yo ese día solo vi una foto en la que tenían los ojos cerrados y las caras hinchadas e igual comenté que no se parecían.
La persona que seguía mi caso tuvo que saber que no eran gemelos
-¿Lo dijiste sospechando algo?
-No, uno no se imagina algo así. Pero sabiendo que los bebés estaban en sacos separados es evidente que me ocultaron que no podían ser gemelos: no querían que el certificado de nacimiento dijera que era mi hijo por miedo a que les exigieran que devolvieran la plata. Además, desde la agencia en todo momento buscaron sacar ventaja de la situación haciéndonos creer que teníamos que pagar una compensación a la pareja y diciéndoles a ellos que éramos nosotros los queríamos demandarlos.
-¿Volviste a hablar con los padres del otro bebé?
-Durante mucho tiempo no volví a hablar, pero lo hice ahora cuando supe de esta versión que les habían hecho llegar. Yo jamás inicié acciones contra ellos y quería que quedara claro.
EL REENCUENTRO. Casi un mes después de haberse enterado que uno de los bebés era su hijo biológico, lo recuperó.
-¿Cuándo te entregaron finalmente a tu hijo?
-Casi un mes después de haber recibido el mensaje de la pareja. Me encontré con mi hijo cuando ya tenía dos meses.
Casi un mes después de haber recibido el mensaje de la pareja. Me encontré con mi hijo cuando ya tenía dos meses
-¿Cómo fue ese mes?
-Desesperante, fue lo más feo que me pasó en mi vida. Todos los días había una excusa para no entregarnos a nuestro hijo.
-¿Y cómo fue el encuentro?
-No hay modo de describir lo que fue: yo era una pila de nervios porque iba a conocer a mi propio hijo. Cuando estuve con él no podía parar de llorar de la emoción y el alivio de saber que finalmente estaba a salvo, con su familia y en su casa.
-¿Pudiste averiguar qué fue de él durante el tiempo que no estuvo con ustedes?
-Sé que la que lo cuidó fue la misma persona que me hizo a mí el seguimiento durante el embarazo, pero no tengo detalles. Igualmente, yo soy una mujer muy espiritual y en todo momento confié en que esto se iba resolver y que él estaba bien.
-Me imagino que tu experiencia debe haber influido en vos, ¿volverías a hacerlo?
-Es muy delicado porque entiendo que es el único modo para muchas mujeres. Mi experiencia me mostró que hay muchas cosas que no están contempladas y reguladas, a las empresas no les importa la mujer que lleva el bebé. Sé que no volvería a hacerlo justamente por eso, pero no porque crea que está mal.
textos L. Benegas