Romina Candia Flores (32) era mamá de Mauro de 13, Camila de 11 y Uma de 7, y, tras 18 años de relación, planeaba casarse con el amor de su vida, Mauro. Ella se cuidaba comiendo sano y haciendo ejercicio, pero quería verse mejor y se tentó con la idea de someterse a una cirugía estética para sacarse la panza que le había quedado después de los embarazos. Empezó a informarse acerca de cómo sería la operación y cuánto dinero debía reunir. Durante un año trabajó como nunca para cumplir ese deseo.
“Ella era sana, nunca estuvo internada, salvo cuando tuvo a sus hijos. Como quería recuperar la figura de antes de ser mamá, cuidaba su alimentación. Hacía ejercicio, caminaba, tenía una vida saludable y se quería deshacer de esa pancita que le había quedado”, cuenta Alejandra (36), su hermana mayor.
“Empezó a buscar información de diferentes centros de estética y clínicas y se quedó con la Clínica Matienzo cuando encontró su página en Internet. Fue pagando de a poco la operación, 50 mil pesos, con un gran esfuerzo”.
-¿Qué estudios previos le pidieron antes de la cirugía?
-Un análisis de sangre y de orina y creo que le hicieron un electrocardiograma. Presentó los estudios haciendo capturas de pantalla, a través de WhatsApp. La citaron tres veces, una de las cuales fue una entrevista con el doctor Armando Donati, quien la operó. Él le mostró fotos de trabajos anteriores y le recomendó hacer una dermolipectomía (la intervención principal) y una liposucción para eliminar adiposidad localizada en la espalda (cerca de la cadera) y usarla para la cola.
-Cuando se estaba por operar, ¿sabés si el médico le explicó las posibilidades de riesgo que había?
-No lo sé. Ella firmó un contrato previo donde daba su consentimiento. El médico le dijo: “Como toda cirugía, tiene sus riesgos; pero quedate tranquila. Hace diez años que vengo haciendo operaciones similares a la tuya y nunca pasó nada, todo va a salir bien”.
CUANDO TODO FALLA. El 15 de noviembre de 2017 Romina se presentó en la Clínica Matienzo para su cirugía programada. Si bien estaba prevista para durar poco más de dos horas, entró a quirófano alrededor de las 10 de la mañana y su papá (que la había acompañado) no recibió noticias suyas hasta casi las 16.
¿Alguien dio explicaciones de la demora?
-Mi papá estaba muy preocupado, hasta que cerca de las 16 le dijeron que ella quería hablar con él. Pero ella seguía anestesiada y, cuando reaccionaba, era para vomitar. Había estado bajo anestesia muchas horas. Un rato después se empezó a despertar con muchos dolores y dificultades para respirar, sentía una gran opresión. Donati se presentó como a las 6 de la tarde y le dijo que se quedara tranquila, que la cirugía había salido perfecta, que había quedado divina y que los dolores eran normales. Y le indicó un calmante que no la ayudó para nada.
-¿Estaba monitoreada con algún aparato?
-No, no había aparatos. El control lo hacía un enfermero. Quiero dejar en claro que el centro de estética no tenía internación, era un lugar ambulatorio. Cuando Romina insistió en que los dolores no se le pasaban y que no podía respirar, el médico le repitió que todo eso estaba dentro de los parámetros normales y que se tenía que empezar a levantar, ¡quería que se levantara! El médico ignoró todo lo que a ella le estaba pasando, por eso la dejó en ese lugar, sin complejidad para atenderla ni controlarla. Por eso la gravedad de lo que pasó.
Nuestro abogado, el Dr. Carlos Alfredo Mazzulla, se refería a este tiempo como “las horas oro”, el momento en que Romina hubiera necesitado hemoterapia para fortalecerse, recuperarse y tener todo lo necesario para ayudarla. El médico se lo negó al dejarla ahí.
-¿Qué motivo les dio para explicar lo prolongada que fue la cirugía?
-Dijo que fue por todos los procedimientos que le había realizado –la liposucción y la dermolipectomía–, y que le había dado puntos en los músculos del abdomen para aplanarlo, dado que ella había tenido tres embarazos y la zona estaba fláccida.
-¿Nunca dio otras explicaciones de por qué había demorado tanto?
-No. Y como mi hermana insistía en que no se sentía bien, accedió a dejarla que pasara la noche en la clínica. A las 7 de la mañana del día siguiente la ingresaron nuevamente a cirugía, diciendo que iban a revisar si había quedado todo bien. Otra vez pasó por anestesia, abrieron la herida, mutilaron el cuerpo que estaba tratando de recuperarse… Cuando surgió la complicación en la primera operación, Donati tendría que haberla derivado de inmediato a terapia intensiva. En cambio, la dejó internada en la Clínica Matienzo que no estaba en condiciones de recibir internaciones porque no tiene médicos de guardia, y mi hermana pasó toda la noche sin control médico alguno.
-¿Qué pasó después de esa segunda cirugía?
-Alrededor de las 11 de la mañana llegó a la clínica mi hermana Jésica y pidió hablar con los médicos. Salió Donati y le dijo que había salido todo bien, que le había tenido que soltar los puntos del abdomen porque le estaba costando respirar, pero que ahora ella estaba bien, que respiraba bien y que estaba compensada. Pero que la iban a trasladar al sanatorio Güemes para que terminara ahí su recuperación, que en unos días iba a estar en su casa. Cuando se acercó a la camilla, mi hermana la vio toda hinchada, con la lengua para afuera, los ojos amarillos y sobresalidos. Tenía las cutículas negras, así como también la zona de la cirugía. Un enfermero le daba aire con un respirador manual, ¡ella no respiraba por sus propios medios!
En la derivación, Donati cometió otro error: no pidió una ambulancia de terapia intensiva, sino una común. Ya en la ambulancia, el médico que la trasladaba le tuvo que hacer respiración manual y decía que no sabía si iba a llegar viva al sanatorio. Le midieron el oxígeno en sangre y no saturaba bien, se estaba muriendo mientras sufría unos dolores terribles. Cuando la recibieron en el Güemes, inmediatamente la indujeron a un coma farmacológico, le pusieron un respirador y todo tipo de aparatos para monitorearla. Estaba tan hinchada que el cuerpo no funcionaba con normalidad. Los daños que ella tenía eran irreversibles.
-¿Qué hizo el cirujano frente a esta situación?
-Vino los 31 días que duró la internación como si nada, nos saludaba, le hablaba a mi hermana sedada y le decía “vamos negra, vas a salir porque tus hijos te están esperando”. Nosotros le preguntábamos a los médicos si era conveniente que siguiera viniendo. Y nos contestaban que no cambiaba en nada, pero tenía que darse cuenta de que el daño que le había hecho a mi hermana era irreparable. Nunca dejaron de decirnos que Romina estaba en estado crítico, nunca hubo una esperanza. La situación fue compleja desde el día cero, y Donati sabía que ella se iba a morir.
DEMASIADO DOLOR. Romina permaneció internada 31 días hasta que su cuerpo no resistió más. Los esfuerzos médicos no fueron suficientes para que su salud se estabilizara: “El 15 de diciembre la operaron para extraerle el intestino. Pero después de esta última intervención –cuenta Alejandra, con la voz nuevamente quebrada de dolor– ella no pudo más… Estaban mi mamá, mi cuñado y mi hermana Jésica. Había abierto los ojos y movía la cabeza despacito, decía que no quería morirse. Y así se nos fue. Estaba toda la familia en el sanatorio, destruida, lo único que queríamos era despedirla. Nos dieron el epicrisis, que se lo pedimos en el momento, pero nunca nos sugirieron la autopsia”.
-¿Y cómo llegaron a reconstruir lo sucedido y empezar a saber lo que realmente ocurrió?
-Nosotros conocimos los resultados de pericias hace poco, aunque mi hermana murió hace ocho meses. Cuando ella ingresó al Güemes no tenía la historia clínica original de la Clínica Matienzo, la recibieron sin saber lo que le había pasado y actuaron sobre lo que iban viendo. Todo lo que te digo consta en el expediente, no salimos a hablar antes y no quisimos denunciarlo en los medios porque no teníamos fundamentos, porque nosotros no supimos realmente por qué mi hermana murió.
-¿Qué documentación pudieron presentar como evidencia?
-Tenemos la historia clínica del Güemes, donde Donati siempre transcribió su parte médico. Recomendaba qué cosas hacer –pese a que no es clínico– mintiendo todo el tiempo. Siempre fuimos conscientes que Romina había entrado con una fisura intestinal. Cada día los médicos lucharon para encontrar la mejor manera de tratarla y mantenerla con vida.
ENCONTRARLE SENTIDO. No hubo autopsia sobre el cuerpo de Romina: esa pericia hoy aceleraría el proceso judicial. Ahora su familia se encuentra embarcada en una lucha judicial. “El caso de Romina tiene que servir para algo. Si bien yo sé que existe una página donde uno puede ingresar y ver las clínicas y profesionales habilitados, no todas las personas –como nos pasó a nosotros– tenemos previamente esa información, no sabemos adónde ir ni qué hacer. Es irreparable lo que le pasó, pero no queremos que a otra persona le pase lo mismo”.
" Mi familia se unió para tratar de contener a los chicos. Ellos la extrañan mucho”, explica Alejandra y su voz se quiebra. “Donati sabe el daño que le hizo a mi hermana. Cuando el caso se hizo público, empezamos a recibir mensajes de personas que se habían operado en ese mismo lugar –algunos con Donati, otros no– que no quedaron bien y que están predispuestos a tomar testimonio en esta causa”, concluye.
Cómo disminuir los riesgos
por Esteban H. Elena, médico especialista en Cirugía Plástica, presidente de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica Estética y Reparadora (SACPER) y Jorge R. Pedro, médico especialista universitario en Cirugía Plástica y director de Comunicación de la SACPER
x Todo procedimiento quirúrgico tiene sus riesgos y las cirugías plásticas no son la excepción. El procedimiento debe ser realizado por un especialista en cirugía plástica (y no de otra especialidad), así como la anestesia deberá realizarse con un anestesiólogo jerarquizado y en un centro habilitado.
x Evitar los “combos” de amplias zonas del cuerpo, ya que el número de procedimientos que se realizan en una misma intervención la hace más riesgosa.
x Desconfiar de tarifas y planes excesivamente económicos.
x A la hora de escoger el cirujano, verificar que sea especialista, ingresando en www.sacper.org.ar/miembros o en organismos oficiales.xConfirmar que la clínica elegida cuente con la habilitación correspondiente al procedimiento a realizarse.
x Valorar la entrevista. En ella el cirujano se cerciorará de que la persona se encuentra apta para la cirugía, indicará algún examen físico, médico o psicológico si lo considera necesario y evaluará al paciente en su conjunto.
x Seguir las recomendaciones del cirujano durante la recuperación e informar si se presentan complicaciones.
x Sacarse todas las dudas con el cirujano y su equipo médico. No hay que dejarse llevar por experiencias ajenas, ya que cada paciente es diferente.
x Todo profesional debería cumplir: 4 años de residencia en Cirugía General y de 3 a 4 años de residencia o carrera de Cirugía Plástica Estética y Reparadora.
Texto: M. Florencia Bocalandro. Fotos: Gentileza familia Candia Flores.