#Nosotras y ellos: Un mundial sin italianos - Revista Para Ti
 

#Nosotras y ellos: Un mundial sin italianos

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#PARA TI - NOSOTRAS ELLOS MUNDIAL SIN ITALIA- Estar mejor - 20171124

UN BEL GIOCATORE

Por VALERIA RECH, diseñadora de arte de Para Ti

El primer mundial que recuerdo es aquel en el que me enamoré de los rulos de Paolo Rossi. Era una niña y me costaba entender que mi papá había nacido del otro lado del mundo y por eso iba a alentar a los jugadores de camiseta azzurra mientras que yo a los de celeste y blanco. Aunque la verdad es que en mi casa siempre seguimos a los dos equipos, y ese código sí que lo entendí perfecto.
Pasó la vida, pasaron los mundiales y misteriosamente mi ojo siempre se detuvo en ese no-sé-qué de los italianos, desde el meraviglioso giocatore que aparecía en cámara todo el tiempo hasta el que veía apenas dos segundos sentado en el banco. Así, estuve “de novia” durante años con Andrea Pirlo, con barba o sin barba. A él se le perdonaba todo. Y en Sudáfrica 2010, cuando ya decían que le faltaba poco para el retiro, “lo dejé” por Claudio Marchisio. No me acuerdo ni cuándo ni a quién, pero con él fue amor a primera vista –y en todas sus repeticiones– cuando lo vi festejando un gol.
En cada mundial fui claramente una botinera italiana, y con ellos viví un universo paralelo al margen del torneo de fútbol. Maldini, Cannavaro, Totti, De Rossi… ¡y Marchisio! Él no jugó en la reciente eliminación contra Suecia, pero me quedo con la imagen de Gigi Buffon, el emblemático arquero de la selección italiana que también es un bombonazo, pero con él no tuvimos ningún romance. Él lloraba, y si bien yo no podía compartir tanto su sentimiento, de repente un pensamiento vino a mi mente y empecé a preocuparme: ¿y yo qué voy a hacer en este mundial? ¿A quién voy a mirar? ¿Qué habrá para ver en Rusia? ¿Fútbol? Me gusta el fútbol y por suerte Argentina entró, pero hay algo… qualcosa que me dice que será raro, triste y menos lindo.

ALMA BOTINERA

por LUIS BUERO, periodista

La selección de fútbol de Italia quedó fuera del mundial de Rusia al ser eliminada por la de Suecia. No me dio tristeza, a pesar de ser descendiente de italianos, porque tengo un amargo recuerdo de la final de Argentina del Mundial ‘90 en ese país. Problema mío.
Los varones estaremos felices porque, en vivo o por televisión, vamos a poder disfrutar al observar en las tribunas a las fanáticas suecas, que empezaron a ser un mito sexual en los años ‘60 desde que el director de cine Federico Fellini –¡justamente un italiano!– mostró al mundo entero la impresionante figura de Anita Ekberg en La Dolce Vita.
La imagen de la actriz sueca relajándose en la Fontana di Trevi quedó grabada en el imaginario colectivo por muchas generaciones. Sumándole a esto la preferencia de los latinoamericanos por las mujeres rubicundas, delgadas, altísimas y atrevidas. Es casi seguro que los hombres suecos las prefieren morenas, porque el deseo siempre rumbea hacia lo que falta.
Pero las que están tristes son las latinas, que seguro ansiaban ver a los jugadores italianos facheros, tan masculinos y cancheros, a los que seguramente también imaginan muy fogosos. Pero a no ponerse tan mal que en el mundial van a tener para elegir: Gerard Piqué, Sergio Ramos, Oliver Giroud, Cristiano Ronaldo, Ryan Bertrand, Sebastian Larsson, Eden Hazard, Vedran Corluka… ¿Sigo o ya empezaron a googlear y se les atragantó el celular?
El amor de las mujeres por los astros de fútbol no es nuevo. Cuando yo era chico estaban enamoradas de Silvio Marzolini. ¡Nunca un Borges, un Cortázar… o un plomero de barrio! Tienen alma botinera, y no les importa negarlo.

ilustración VERÓNICA PALMIERI

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