Conocé qué tan ciertas son algunas de las frases más repetidas sobre alimentación y entrenamiento.
Las fajas adelgazan. ¡MITO!
Hay que diferenciar las fajas o cinturones de levantamiento olímpico a las fajas que prometen dejarte con la cintura de Pampita. Las primeras están diseñadas para proteger tu zona lumbar al hacer trabajos de peso (una sentadilla libre, un peso muerto o sumo). Se ponen durante los ejercicios donde se compromete la cintura y luego se sacan. Las otras, las que comercialmente se ofrecen como milagro express para reducir talles… son leyenda.
Lo saludable no engorda. ¡MITO!
Que un alimento sea saludable no significa que puedas comerlo indiscriminadamente. Lo único que tiene 0 calorías es el agua. El resto tiene un valor energético. De hecho, muchos de los MUST saludables son altísimos en calorías como la tan amada palta, los frutos secos, la granola, el queso de almendras o la mantequilla de maní. ¿Son sanos? Súper. Pero también tenés que consumirlos en su porción justa.
El desayuno es la comida más importante del día. ¡VERDADERO!
¿Alguna vez te pusiste a pensar en el significado de esta palabra? Etimológicamente, la palabra viene del latín “dis-iunare” que significa “romper el ayuno”. No resulta difícil imaginarse por qué la primera comida luego de las 7 u 8 horas (idealmente) de ayuno es la más importante del día. Los estudios científicos han comprobado que quienes se saltean el desayuno tienen más probabilidades de sufrir sobrepeso y de comer alimentos de alta densidad calórica más tarde.
La Whey Protein "te pone gigante". ¡MITO!
1 kilo de grasa equivale a 7000 calorías extra de nuestro requerimiento. Entonces, basta decir que 1 medida de Whey Protein oscila las 100 calorías para desterrar este mito. La realidad es que la proteína de suero en un suplemento que se obtiene del proceso que al que se somete leche de vaca cuando se convierte en queso (sin la grasa). La confusión radica en que los batidos de Whey se toman después de entrenar para ayudar a reconstruir el tejido muscular. Deberíamos verlo como una proteína más al igual que el pollo, la carne, el pescado o los huevos… Consultalo con tu nutricionista.
La grasa se suda. ¡MITO!
Si bien es verdad que uno conoce su propio cuerpo y reconocemos cuándo el sudor es producto de “haberlo dado todo”, no tiene sentido pensar que ese agua es grasa derretida. ¡Ojalá perdiéramos a chorros esos kilos que nos molestan! ¡Ja, ja! Pero déjenme decirles que la grasa no se suda ni se quema, la grasa se oxida cuando hay un déficit calórico y un balance de nutrientes adecuado. Y claro, si nos pesamos después de haber transpirado como testigos falsos, quizás notemos un descenso de peso, pero ese líquido (o parte) hay que recuperarlo junto a sus minerales y electrolitos.