No siempre celebramos las Fiestas cómo y dónde queremos. Más allá de la reunión familiar a la que seguimos apostando por tradición, amor, fidelidad y compromiso, hay otra maneras de festejar Año Nuevo. Viajar, ir todos a la playa, salir a la calle, hacer un retiro espiritual, pasarla en pareja o con amigos, o compartiendo la noche con cientos de desconocidos a través de las redes sociales. ¿Cuál es la tuya?
El 31 de diciembre pasado, cerca de las nueve de la noche, mientras doblaba las servilletas, mi hermano me dijo: “El año que viene agarro la mochila y me voy. Hay que ver qué pasa fuera de la casa de mamá”.
Mi angustia fue total: ¿fin de año sin Facu? La conversación se extendió desde la puesta de la mesa hasta la cena propiamente dicha. Más o menos al momento de la picada yo seguía sosteniendo que las fiestas son para estar con la familia, que son un momento especial, etcétera, etcétera, pero llegando a la ensalada de frutas ya me había convencido: ¡Navidad y Año Nuevo son fiestas!
Nunca me había detenido en que usamos la misma palabra para hablar de estos ritos como para referirnos a los festejos de nuestros cumpleaños, recepciones, casamientos, etc. Todas son fiestas. Léase: comer, beber y charlar, o hacer cualquier otra cosa a los fines de celebrar –en el caso de las últimas grandes fiestas de la temporada– el año que pasó y brindar por el que viene.
Pero hoy nos toca remarcar que el tradicional festejo también puede cobrar una forma distinta a la ceremonia de reunir a la familia, porque muchas veces, aunque la idea de hacer vitel toné para quince personas ya no resulta tan seductora, no nos animamos siquiera a plantearlo por la culpa que nos da faltar en la mesa o porque simplemente a ninguno se le ocurrió decir: ¿y si este año hacemos otra cosa?
Quizás por el cansancio de todo el año acumulado en una semana, por la sensación –de expectativa y ansiedad– de cierre y de inicio, o por otras cuestiones que sólo cada uno –y el psicoanalista, para quien lo tenga– podría explicar, para muchos las fiestas son un momento que dista mucho de esa energía alegre con la que se plantean.
Para otros, fin de año es un momento de balance, de introspección y, muchas veces, el encuentro masivo con la familia y todos los demás entorpece este objetivo. Por eso está bueno plantearse si la elección de con quién y cómo pasar el 31 coincide con nuestro estado de ánimo y nuestra intención.
Algunos eligen pasar la fiesta con amigos, otros en pareja y hay quienes deciden armar valijas y recibir el Año Nuevo lejos de casa. Existen las maneras que se te ocurran. Lo importante es festejarlo a conciencia, con las personas que estés a gusto y de la forma que mejor te guste. Ser auténtica desde el minuto cero del comienzo del nuevo año y disfrutar.
Ahora que viste otras maneras de pasar las fiestas… ¿ya estás pensando en cuál puede ser la tuya?