El escritor cordobés, conferencista y autor de “Volver a mí” (Ediciones Urano), Julio Bevione, nos deja una estrategia para hacerle frente al miedo, la incertidumbre y las emociones extremas que estamos experimentando debido al coronavirus.
Estamos en días de ansiedad, incertidumbre y todas las formas que el miedo cobra cuando hay situaciones que no podemos controlar. Es cierto, no las podemos controlar, pero hay algo que podemos controlar y que depende en gran medida de nosotros: lo que nos pasa con eso.
Una cosa es lo que está sucediendo con el virus, y otra distinta es cómo lo estamos viviendo. Por eso, les comparto esta lista de ideas que nos ayudarán a encontrar “el camino del medio” en tiempos de extremos:
- El miedo es un recurso de nuestra mente ante lo que no sabe. Por eso, el conocimiento le quita fuerza a las historias que el miedo cuenta. Pero ese conocimiento no siempre viene de las noticias que estamos recibiendo, muchas veces magnificadas, sino del discernimiento que podamos tener. Usemos nuestro sentido común antes de tomar el sentido que los demás le están dando a la información.
- Ocupémonos de hacer lo que está a nuestro alcance. Todos hemos ido postergando tareas de las que ahora podemos ocuparnos, por ejemplo, conectarnos, aunque sea de forma remota, con amigos o familiares con los que hace tiempo no teníamos una conversación sin apuros. Esto, además de no dejar espacios vacíos, calmará la ansiedad de haber dejado nuestras rutinas de lado.
- En mi libro “Volver a Mí” (Ediciones Urano), comparto 8 preguntas para reconectar con nosotros, una de ellas es: “¿acepto?”. La aceptación no necesita que estemos de acuerdo, sino que tiene que ver con dejar de desear que las cosas hubieran sido distintas. Aceptemos esto que está sucediendo tal como sucede, dejemos de pelear con la realidad. Y con la aceptación no solo veremos las cosas más claras, sino que también podremos ver que esto, como todo, pasará.
- Ocupémonos de fortalecer el cuerpo. Un virus tiene pocas probabilidades de atacar un cuerpo fortalecido. No podemos matar al virus, pero si podemos hacer lo posible para que no encuentre una casa en nosotros. Por un lado, revisemos si nuestra forma de alimentamos representa el mayor bien para nosotros mismos. Pero, sobre todo, evitemos poner nuestra energía en lo negativo. Conversaciones que estresan, enojos innecesarios, pensamientos que nos llevan al drama y nos quitan la paz, nos debilitan tanto como la mala comida.
- Todos están haciendo lo que pueden, no siempre lo necesario, pero cada uno desde su lugar va dando sus pasos. Si nos ocupamos de hacer lo que sabemos que tenemos que hacer, estaremos mucho más tranquilos que si vamos dando órdenes y penalizando a los demás. Hagamos nuestra parte, con eso haremos una diferencia positiva