La pandemia y el aislamiento social nos afecta emocionalmente, y las relaciones de pareja están en jaque. El encierro provoca desgaste y genera un efecto negativo en el vínculo y la sexualidad. Mauricio Strugo, psicólogo y sexólogo da las claves para volver a conectarnos y recuperar la intimidad.
Hombres y mujeres estamos condicionados por nuestro contexto y nuestras relaciones; si no estamos bien y si además estamos viviendo situaciones adversas es absolutamente esperable que no tengamos ganas de tener intimidad. Si estamos deprimidos, irascibles, enojados, asustados, preocupados, tristes, angustiados, esto va a repercutir en nuestro estado y en nuestras relaciones.
Alto impacto en nuestro deseo sexual
Estar encerrados, con la incertidumbre que genera el coronavirus de no saber, ni siquiera apoyándonos en la medicina y la ciencia, si lo que se está haciendo va a resultar y cuando va a terminarse esta pandemia, sin lugar a dudas es una situación que impacta negativamente en las relaciones humanas y nos hace estar en un estado de vulnerabilidad absoluta que por supuesto impacta en nuestro deseo sexual.
La sexualidad de por sí suele ser compleja porque está atravesada por nuestro autoestima y seguridad, por mandatos sociales y religiosos y además nuestra educación; si a eso le sumamos las complejidades que trajo está situación como por ejemplo el hecho de estar compartiendo 24 horas, tener que ocuparse en ese tiempo además del trabajo, de los hijos, educándolos y atendiendo a sus demandas y también de los quehaceres domésticos como la limpieza y la comida generan agotamiento y aparece el peores enemigos para la sexualidad: el estrés.
Así y todo, tenemos que tener presente que todas las personas somos diferentes y si bien suele ser normal que en la generalidad todos estemos tomados por esta situación acuciante, también tenemos que tener en cuenta que los seres humanos necesitamos del contacto, de la cercanía para poder lidiar con las dificultades que nos presenta la vida. Desde que nacemos necesitamos cercanía para sobrevivir, aprender y seguir evolucionando con las adaptaciones necesarias para adecuarnos a lo que ser parte de este mundo implique.
Hoy nos toca quedarnos en casa en cuarentena, como en otros momentos de la historia a habido guerras, otras pestes y diversas situaciones que han puesto en jaque a la humanidad y solo hemos sobrevivido soportando lo traumático de cada una de esas y elaborándola con el tiempo por el apoyo de nuestros pares, ocupándonos de cuidar a quienes quedaban y también dejando que nos cuidaran a nosotros.
Volver a mirarnos
Por todo esto es necesario que hagamos espacio para el contacto, para tener encuentros que incluyan la intimidad, que no debe confundirse con sexualidad, ya que la intimidad es el paso previo, y esa construcción necesaria para el sexo, pero también para atravesar estos momentos, para lograr soportes que nos den animo para seguir adelante.
Cuando quienes somos sostenes de familia estamos mal, toda la estructura suele colapsar, en cambio cuando trabajamos para tener momentos donde poder parar la locura cotidiana en la que vivimos y volver a mirarnos y que de allí surja la sexualidad como una piedra
bien brillante en los momentos de oscuridad, tomamos impulso para abrir grietas por donde empieza a filtrarse luz y podemos hacer reparaciones bien profundas en vez de seguir ocupándonos de arreglos provisorios que vuelven a encontrarnos con el malestar una y otra vez.
Está absolutamente probado que cuando nos sentimos queridos todo esto influye en nuestra cosmovisión del mundo y nos da recursos para poder tener fe y mantener la esperanza.
El sexo, la mejor medicina preventiva
Mantener encuentros sexuales con cierta frecuencia contribuye a que nuestro sistema inmunológico esté reforzado, generando más anticuerpos que en aquellas personas que no lo practican; estos anticuerpos ayudan a que nuestro cuerpo esté más protegido contra los virus, gérmenes y cualquier intruso que pueda enfermarnos.
Existen muchos estudios que demuestran como la sexualidad influye positivamente en nuestro sistema inmunológico, por ejemplo la Universidad de Wilkes en Pennsilvania, Estados Unidos, demostró que mantener relaciones sexuales 1 o 2 veces por semana eleva los niveles
de ciertos anticuerpos en comparación con los que lo hacen con menos frecuencia.
En el Hospital Universitario de Essen, Alemania, el investigador Manfred Schedlovski, encontró está correlación durante su investigaciones comprobando que durante el sexo existe un aumento considerable de linfocitos T (células del sistema inmune que participan en la respuesta inmune al combatir organismos extraños que se reproducen dentro de nuestro cuerpo tales como los virus); y que también el acto sexual provoca un aumento de un 30% en los niveles de inmunoglobulina A, un anticuerpo que posee una función similar a la de los linfocitos.
Habrá poco deseo sexual, habrá parejas que recién se estaban conociendo y quedaron imposibilitadas de verse, habrá muchas personas conviviendo en lugares reducidos y con poco espacio para la intimidad, habrá otros que ocupándose de sus hijos y del hogar terminen el día muy tarde, pero recordemos que la sexualidad es un regalo que se nos ha dado más allá de la reproducción, para que además de concebir personas nos conectemos con el placer y sigamos apostando a la vida, incluso en el medio del caos.
Asesoró: Mauricio Strugo, psicólogo y sexólogo, especialista en vínculos, @mauriciostrugo. Autor del libro: “¿Padres o Parejas La oportunidad de transformación al convertirse en familia” (Formato Físico) y de “Antes Pareja, Ahora Padres” (Ebook)