Buenos Aires está a punto de darle una nueva bienvenida -una nueva vida- a uno de sus edificios históricos: la Confitería del Molino, que está siendo reestructurada de manera integral y puesta en valor como nunca antes.
Los trabajos de restauración de este ícono del estilo art nouveau -declarado Monumento Histórico Nacional en 1997- combinan diferentes técnicas de reposición, limpieza y pintura.
La restauración de la Confitería del Molino durante la cuarentena y después
Durante el aislamiento se realizaron de manera domiciliaria tareas de fichaje, planos, catalogación del material arqueológico encontrado en el edificio y preparado de documentación para licitaciones de obras que están actualmente en curso, según explicaron los responsables de la obra.
Y lo más reciente del operativo retorno de la Confitería El Molino es la restauración de la azotea mientras que se sigue avanzando con las tareas de recuperación de la Torre cúpula que incluye recuperación de teselas, pintura a la cal de su interior, réplica de las figuras y ornatos de bronce (mediante documentación fotográfica) e izamiento de los históricos leones alados, que fueron replicados mediante modelización 3D.
También está a punto de terminarse la réplica de los vitrales de la torre cúpula: 8 gajos de los que ya no quedaban rastros al comenzar la tarea. Con material de donaciones, el equipo técnico del Molino logró reconstruir, tomando las trazas originales y desde adentro, sus colores y sus texturas.
La fachada, sobre avenida Rivadavia y Av Callao, sigue siendo restaurada integralmente, del primero al quinto piso, donde se encuentra el emblemático balcón frente al Congreso.
Mientras tanto, los restauradores de la Comisión Administradora Edificio del Molino están realizando una prueba piloto de los componentes ornamentales de la confitería de planta baja, así como fijando los protocolos para su próxima intervención.
La historia de la Confitería del Molino
En 1904, dos reposteros italianos, Constantino Rossi y Cayetano Brenna, compraron la esquina de Callao y Rivadavia, y más adelante adquirieron las casas vecinas.
Allí construyeron uno de los edificios más altos de la ciudad, y le pusieron Del Molino, porque enfrente, en la Plaza del Congreso, funcionaba el primer molino harinero de Buenos Aires, el llamado molino a vapor de Lorea. Abrió en 1916.
Todos los materiales fueron traídos de Italia, y el responsable de la obra fue el más famoso arquitecto italiano Franceso Gianotti, autor también, de la Galería Güemes, en la calle Florida.
En 1930, durante el golpe de Estado que derrocó a Hipólito Irigoyen, la confitería fue incendiada. La reconstruyeron un año después. La muerte, en 1938, de Cayetano Brenna marcó el final de la Belle Époque. Pasó por distintas manos, hasta que sucumbió a la quiebra.
El cierre definitivo de la emblemática Confitería del Molino se produjo en 1997.
Tras el cumplimiento del procedimiento expropiatorio mediante la Ley 27.009, aprobada en el año 2014, se transfirió el tradicional edificio porteño al Congreso de la Nación.
La Comisión Administradora del Edificio del Molino, creada por dicha ley, tomó posesión en julio del año pasado y comenzó una serie de tareas de recuperación a través de un equipo multidisciplinario de especialistas del Congreso Nacional que se encuentra trabajando para recuperar el patrimonio material e inmaterial del inmueble.
