La actual pandemia, más allá de su efecto devastador, ha sido para muchos una clara invitación a reinventarse. También, o tal vez sobre todo, debe serlo en lo económico.
El turismo, que supone para España cerca del 13% del PIB, ha sido uno de los sectores más golpeados por los efectos de la Covid-19. En 2020 ha habido un descenso en los viajes internacionales del 65% respecto al año anterior, según datos de la Organización Mundial del Turismo.
La pandemia ha supuesto un cataclismo inédito e inesperado para el sector. En este contexto resulta llamativo el limitado debate público y análisis prospectivo, así como la falta de claridad y alcance regenerador en las iniciativas que se han ido planteando.
A pesar de las sombras que arroja el actual modelo, las medidas tomadas hasta ahora han estado centradas casi en exclusiva en el corto plazo (reactivación), ignorando las cuestiones referidas al largo (reconfiguración).
Ligado a ello, y aunque todavía sea incierta la evolución de la distancia social y su impacto en el turismo de los próximos años, sí empieza a haber indicios sólidos de un cambio en la conceptualización que las personas hacen del viaje como necesidad y rutina personal.
Perfilando el futuro del turismo
La presente investigación, realizada desde el Laboratorio de Emprendimiento e Innovación Social de la Universidad de las Islas Baleares, pretende incidir sobre estas cuestiones mediante:
- Un proceso cocreativo y deliberativo sobre los escenarios futuros del sector y los cambios estructurales necesarios, en el que han participado 30 expertos en gestión turística.
- El análisis de las encuestas realizadas a 880 turistas de diferentes nacionalidades sobre cómo han cambiado sus intenciones y motivaciones de viaje.
- Durante los meses de mayo, junio y julio de 2020 los expertos participantes en la investigación hicieron un esbozo de los escenarios probables y la evolución del turismo. Se definieron matices clave en esos escenarios y se identificaron las oportunidades de recuperación para el sector.
Las conclusiones de este proceso vaticinan una recuperación lenta (entre 36 y 42 meses para alcanzar números de viajes similares a los de 2019), en un entorno económico de recesión e incertidumbre.
El efecto disruptivo de la pandemia será, comparativamente, muy superior y más duradero en el turismo que en cualquier otro sector, lo cual, paradójicamente, puede llevar a definir actuaciones públicas y privadas que contribuyan a redefinir la industria.
Turismo inteligente y de consenso
A juicio de expertos y directivos del sector, destacan como grandes oportunidades para reconfigurarlo y regenerarlo:
- Los mayores niveles de circularidad en el aprovisionamiento.
- El interés creciente en la minimización de impactos ambientales.
- El auge de la oferta turística experiencial, más inmersiva, rica en contenidos creativos, culturales y educativos y más transformadora, en última instancia.
- El uso de la tecnología para personalizar y enriquecer el aprovechamiento de los viajes.
- Se prevé que el turismo de nicho crezca significativamente, así como, en fases todavía lejanas en el tiempo, las estancias más largas y alejadas de los centros turísticos habituales.
Hay consenso entre los expertos en que es muy probable que acabe perfilándose una nueva agenda social en el turismo, con:
- Nuevas implicaciones laborales para los trabajadores del sector.
- Mayor protagonismo del ámbito cultural y artesanal en la definición del producto turístico.
- Reinversión en el ámbito local.
- Aumento de la soberanía turística regional.
Este último punto permitiría incidir en temas como la sobreexplotación del destino turístico o el carácter extractivo de la gestión (sin revertir beneficios económicos ni crear capital social en los destinos), presentes en la actual actividad turística.
Se espera pues que el turismo pospandemia sea, en dos palabras, inteligente y consensuado.
Un viaje, una experiencia
“Don’t be a Tourist” cantó Leonard Cohen en 1974. Ahora parece que perderá relevancia el turista ajeno a la realidad del lugar. La crisis sistémica vivida en 2020 puede habernos hecho más conscientes, también al viajar.
Con respecto a los viajeros (encuestados en junio y julio de 2020), predomina en ellos la idea de que habrá una evolución en el concepto del viaje. Su visión es, en líneas generales, coincidente con la de los expertos: esperan que los viajes se conviertan en experiencias más significativas, y procuren mayores niveles de desarrollo personal, descubrimiento, aprendizaje, reto e inspiración.
También crece la consideración del viaje como un hecho excepcional. El 70% de los encuestados creen que serán más programados y personalizados.
Ligado al punto anterior, y tras la incertidumbre y privación de viajar de estos meses, casi dos tercios de los turistas ven el viaje como una gratificación y desean emprender viajes especiales en cuanto a:
- Destino (50% a lugares nuevos pero solo un 20% fuera de su continente. Un 90% desestiman aquellos países con peor bagaje en lo referido a normalidad sanitaria).
- Duración (45%).
- Inversión (43%).
En estos tres parámetros los resultados aumentan con la edad y el nivel socioeconómico, pero se dan por igual en todas las nacionalidades encuestadas.
El miedo a viajar y las precauciones sanitarias se mantienen a un año vista (el 62% no tienen intención de viajar por ocio y la cifra aumenta al 79% en mayores de 45 años). Para ese periodo se prevé que crezcan el turismo residencial (43%), el de naturaleza (44%) y el local (81%).
Los eventos (festivales, conciertos, ferias…), grandes y pequeños, tendrán una recuperación más lenta, pero volverán a ser un punto de encuentro. Casi el 100% de los turistas desean, y creen, poder volver a participar en ellos a tres años vista. No obstante un alto porcentaje prevé hacerlo de una forma más selectiva y especial (73%).
Por último, el impacto del coronavirus preocupa a los encuestados y condiciona sus intenciones de viaje (ambiental, casi en un 50%; social, un 44%).
El nuevo turismo necesita de visión, innovación y generosidad
En suma, las creencias de expertos y turistas sobre lo que es posible y deseable en el turismo que viene parecen coincidir.
El parón obligado que sufre el sector debería servir para perfilar nuevos acuerdos, públicos y privados, que articulen un nuevo mapa de sinergias para avanzar hacia la dirección esbozada por expertos y usuarios.
Queda por ver si los gestores tienen la visión, la capacidad de innovación y la generosidad necesarias. El turismo no es solo el motor de ciertas economías, también define quiénes y cómo somos.
Nota: este artículo expone algunas de las conclusiones de la investigación sobre los efectos a largo plazo de la pandemia de la Covid-19 en el turismo. Este estudio está siendo realizado por el Laboratorio de Emprendimiento e Innovación Social (leis.uib.es) de la Universidad de las Islas Baleares que dirige el profesor Batle. La primera fase se inició en mayo de este año y tendrá continuidad en los próximos semestres. La publicación de los primeros resultados está actualmente en fase de revisión.