“Hay que tener presente que mucho de lo que hoy aprendemos podría dejar de ser relevante en 20 o 30 años, así que, sea lo que sea aquello que uno haga, también tendría que invertir en el desarrollo de la inteligencia emocional y en equilibrio mental”, expresa el historiador israelí, Yuval Noah Harari dentro de los desafíos que tiene la humanidad por estos días y frente al porvenir.
Entre estos aprendizajes para la vida, en tiempos de cambios acelerados y mitos que se van derribando, el manejo de las emociones es un saber cada vez más necesario no solo aplicado al mundo del trabajo sino que atraviesa de manera desafiante la forma en que construimos, y reconstruimos, nuestros vínculos afectivos y sexuales.
La conocida frase “ponerse en el lugar del otro” tiene una larga tradición en el terreno de las relaciones humanas pero no siempre la abordamos de manera adecuada, colocando las energías para lograr un puente sólido hacia lo que podríamos denominar el tesoro más estratégico para una comunidad: la empatía. La clave es cómo podemos acercar las distancias y para ello, he tomado del pensamiento feminista la idea de la responsabilidad sexo afectiva, que me ha dado muy buenos resultados en el consultorio.
En primer término porque implica hacernos cargo de lo que nos pasa. Y hay que animarse a ejercitarlo. Suele decirse, que la inteligencia emocional es tan necesaria como difícil de enseñar. Por lo general, se trata de prácticas que están más vinculadas con las experiencias y no tanto en las teorías. Sin embargo, existen caminos que nos permiten reflexionar en relación con cómo identificamos y gestionamos nuestra forma de sentir.
Estudios especializados en la materia muestran que menos del 40% de las personas somos capaces de identificar las emociones mientras ocurren. Somos una prolífera fábrica de malentendidos y esto nos trae problemas. En este sentido, trabajar la honestidad -con los demás y con uno mismo- es un acto responsable de amor, por uno mismo y por los otros, que es muy valioso y trae muy buenos resultados. Aunque para muchos pueda sonar sorprendente, la falta de franqueza en las relaciones engloba otro montón de afecciones sexuales y características que tienen las personas en su vida cotidiana.
En este sentido, responsable sexo afectiva es todo aquella persona que mantiene una relación profundamente honesta, en el orden de lo comunicacional, con el otro. Esto sucede cuando trabaja la coherencia entre lo que hace y dice con su pareja. De nada sirve, omitir decir lo que no estamos dispuestos a ofrecer con tal de acceder a un encuentro sexual. Será pan para hoy y hambre para mañana.
En síntesis, enunciar y expresar lo que necesitamos y lo que deseamos es elegir una relación con el otro sobre la base de la verdad. Los invito a pensar si estamos logrando comunicar aquello que sentimos genuinamente. Así, no estaremos creando falsas expectativas con respecto a lo que estamos dispuestos a dar y a ofrecer.
Mujeres , hombres y personas no binarias , a lo largo de nuestro vínculos, vamos transformando nuestro deseo. El deseo es mutante pero hay algo que tiene pero lo que debe perdurar es la transparencia. No diré algo que no siento y si estoy enunciando algo que no siento, debo tener la capacidad para reparar eso que no pude sostener.
La meta principal que debemos proponernos es llamar las cosas por su nombre. A veces definimos un estado de ánimo como “malo”, pero en realidad podríamos ser más precisos y decir que estamos cansados, frustrados o ansiosos por algún motivo que nos inquieta,sumamente válido.
Cuanto más claridad alcancemos con las palabras tendremos mayor conocimiento de nosotros y podremos ser más honestos con los demás.
En definitiva, la idea es no generar falsas expectativas porque sabemos que eso puede dañar a otras personas, y sobre todo con aquellas que tenemos un acuerdo tácito de confianza.
El desafío es poder transmitir lo que siento desde un lugar que no sea ambiguo. Así, lograremos una comunicación afectiva más efectiva, la vamos a pasar mucho mejor y estaremos más humanamente conectados.
Fuente: Andrea Orlandini (@lic.andreaorlanidinip) es psicóloga, sexóloga clínica y educadora sexual.