Todas pasamos por la edad en la que lavarnos la cara sólo con agua era suficiente. Luego venía la etapa del acné, donde buscábamos frenéticamente el producto indicado que redujera los indeseables brotes. Jabones secantes, exfoliantes, geles y lociones astringentes eran el ejército de productos que creíamos la mejor solución.
En ese entonces, no se hablaba del rol fundamental que cumple la barrera oleosa que tenemos naturalmente en la piel del rostro, a la cual debemos cuidar como oro para no sufrir las consecuencias.
En el mundo del skincare existen muchas creencias sobre cómo lavar la cara y qué productos usar. Créase o no, es uno de los temas beauty de debate del momento. La doctora Jennifer MacGregor, de Union Square Laser Dermatology en Nueva York es una de las especialistas que habla de, en materia de limpieza cutánea “menos es más”, y expone una serie de mitos que debemos desterrar para que nuestra tarea sea exitosa.
Hay que frotar bien y masajear con firmeza para barrer la grasitud.
Más bien todo lo contrario. “Los movimientos circulares suaves con almohadillas y un secado suave con toalla son el camino. Recorrer con la yema de los dedos los pómulos, empezando por la comisura de los labios hasta llegar a la sien”.
Descartar: exfoliantes, esponjas abrasivas, mascarillas peel off o los guantes exfoliantes porque rasgan y deterioran la superficie de la piel.
La doble limpieza es fundamental.
La experta afirma que no hay evidencia científica suficiente de que es más beneficioso hacer una limpieza doble cada noche. Aunque cuando tenés que sacarte maquillaje es aconsejable, se debe hacer con cuidado. Podés aplicar agua micelar y luego añadir otro producto de limpieza suave para retirarlo adecuadamente.
Elegir los productos indicados para una doble limpieza tiene que ver con las necesidades de cada piel. Se puede empezar con el más oleoso (tiene que ser compatible con tu piel) o algún tipo de emulsión, que retiran muy bien la grasitud, la suciedad, el maquillaje o el protector solar. No hay necesidad de complementar con otro producto: podés usar el mismo dos veces.
El acné indica que la limpieza debe ser más frecuente.
Hay que desterrar la idea de la limpieza astringente y excesiva, sobre todo para quienes tienen acné, porque genera un efecto rebote indeseable, ya que al limpiar tanto, se elimina la barrera protectora de la piel, lo que conduce a irritación y a empeorar el brote. La idea es no limpiar de más, desterrando productos como las espumas, geles y exfoliantes abrasivos.
Los productos más caros son los mejores
No siempre es así, existen productos económicos que funcionan muy bien y que cuentan con ingredientes de buena calidad. La cuestión es ir probando.
Es imprescindible invertir en aparatología.
Todo el tiempo salen pequeños adminículos de belleza prometiendo reducir los poros, la grasitud y la suciedad. Dice la doctora MacGregor: ”Sería genial creer en estas promesas, pero no generan cambios que no sean posibles con otros métodos mucho más económicos, que sólo requieren constancia y voluntad. Para las que están convencidas de que los necesitan, lo mejor es consultar con su dermatólogo de confianza para ver cuáles realmente valen la pena. Las que mejor pueden funcionar son las que contienen luces led o que realizan masajes suaves para estimular el flujo sanguíneo”.
Cuantas más veces me lavo la cara al día, mejor.
Mito. Con dos veces al día es suficiente: antes de hacer tu rutina nocturna y por la mañana. Si podés, usá solamente agua: te lavás, te ponés un antioxidante, protector solar y ya es suficiente. Si tenés que retirar algún producto que hayas dejado actuar durante la noche, restos de maquillaje o sentís la piel demasiado engrasada, podés aplicarte una leche de limpieza o limpiador suave, para luego complementar con el antioxidante y el protector solar.
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