No es mucho lo que se sabe sobre el matrimonio de Analía Franchín y Sebastián Eskenazi -de hecho circuló el rumor de que se habían casado en secreto hace algunos años pero ellos nunca lo confirmaron- asi que Para ti decidió ir directamente a la fuente y consultar a la finalista de Masterchef si era verdad que había existido una boda secreta en México.
“¡Nunca nos casamos! Sé que esa información salió publicada en varios lado pero no es verdad. Yo no soy pro matrimonio: me da terror la idea de casarme. Es más, te digo algo: cuando voy al casamiento de una amiga siento una angustia espantosa. No me dan alegría las bodas….no te puedo mentir. Ojo, la fiesta, el baile y todo eso me encanta. ¡Lo súper disfruto y soy feliz! La mejor invitada del mundo. Pero no es para mi”, asegura la periodista que siente fobia a “firmar un papel que me una para toda la vida a alguien. Me genera claustrofobia”, según sus propias palabras.
La pregunta que definió todo
Analía Franchín y Sebastián Esquenazi se conocieron en una comida en la casa de Jorge Rodríguez (el marido de la conductora Vero Lozano) y la subcampeona de Masterchef asegura que fue un amor a primera vista. “¡Lo mio con Sebas fue un flechazo total! Jorge nos invitó, a una amiga y a mi, a su casa, y Sebas se acercó a saludarnos, muy amable, súper caballero y yo quedé impactada con él. Después me confesó que él también conmigo…. ¡Por suerte! Volví a cruzármelo un par de veces más en otras comidas, siempre charlábamos mucho y me mandaba mensajes por teléfono”.
Pero se ve que la situación no avanzaba tal como Analía esperaba asi que un día un día tomó las riendas de la situación. “¿Sabés qué hice? Me fui a su casa, de sorpresa, le toqué timbre y le dije: “¿Querés ser mi novio?””, relata con su habitual desparpajo. Admite que Esquenazi se sorpendió un poco por la visita pero le encantó la propuesta y aceptó de inmediato.
“Creo que que esa parte, un poco alocada mía, es lo que más lo sedujo porque él es totalmente distinto a mi: racional, súper tranquilo y relajado”, asegura y admite que los celos, al principio, fueron un gran problema para la pareja. Hacía sólo 5 meses que estaban en pareja cuando Analía protagonizó un episodio bastante complicado.
Cuando el amor es más fuerte que la desconfianza
“Fue una noche en que sufrí mucho porque me obsesioné con que me había engañado. Resulta que el había ido a una comida de trabajo, yo lo llamé y tenía el celular apagado. Fueron sólo unos minutos y me explicó que, en realidad, había sido el lapso en el que usó el ascensor para ir de planta baja al último piso, en donde estaba el restó”, explica.
“La cosa es que me puse a averiguar cuanto podía tardar el ascensor desde planta baja hasta ese piso y me pareció que el celular había estado más tiempo apagado del que correspondía…. Prefiero no darte más detalles: todo tiene un gran nivel de locura. Llegó a casa y yo le hice un escándalo. Era la noche previa a un viaje que íbamos a hacer, en familia (como 30 personas) y él me dijo: “Te quiero mucho pero estás muy mal y no puedo viajar con una persona asi. Tratate.”. Al otro día se fue a Bariloche sin mi y yo hundida en una profunda depresión”, relata con cierto pudor.
De inmediato ideó un plan para reconquistarlo. “Lo primero que hice fue llamar a María Carámbula, que conocía a una psicóloga experta en celos, y le dije: “Necesito ya el número de esa terapeuta porque voy a empezar a ir 3 veces por semana”. Después lo llamé a Sebastián, le dije que ya había pedido turno y que le juraba que iba a cambiar. Al otro día me subí a un avión y aparecí en Bariloche”.
Y cumplió con lo prometido: comenzó terapia y se “rehabilitó” de los celos aunque aclara: “Estoy muchísimo mejor pero, igual, siempre atenta. Miro todo y pongo como un cerco eléctrico alrededor nuestro: si vos osás pasar, ya sabés con lo que te podés encontrar. Yo veo algo raro y te alerto: “No te acerques porque te hago tragar el asfalto”. Asi, directo”, afirma pero también se apura a aclarar: “Tenemos una vida súper tranquila y no he tenido necesidad de hacer nada de todo esto”
Y concluye: “Yo sé que muchas mujeres se van a reir de mi pero, de verdad, te lo digo: pongo las manos en el fuego por mi marido. No creo que me engañe. Entonces, ya no vivo tan alerta o paranoica como en otros momentos de mi vida. Estoy muchísimo más relajada”