Karen Sateriano acaba de cumplir 25 años y es una sagitariana de ley: emprendedora, arriesgada y, desde hace un poco más de un año, viajera. Vive y trabaja en los Estados Unidos desde noviembre de 2019, como niñera, y su labor fue tan destacable, que la familia con la que convive la quiso premiar con un reconocimiento.
Su cuenta de Instagram tiene unas fotos increíbles. Cuando le preguntamos quién se las saca, comentó que sus amigas, esas que hizo en los Estados Unidos, país en el que vive desde hace más de un año. “Una de ellas es de Argentina, de Buenos Aires, por suerte, vive a diez cuadras de mi casa”. Cuando habla de “su” casa, no se refiere a la de su Unquillo natal, sino a la que está ubicada en un suburbio de Chicago, en donde convive con los Van Wieren, la familia para la que trabaja como au pair.
Karen decidió ingresar en un programa de intercambio cultural que implica mudarse por, al menos, un año a residir en otro país con el objetivo de perfeccionar el idioma de ese lugar y también de transmitir el propio. Vivía sola en la ciudad de Unquillo, en Córdoba, y se había recibido de Tripulante de Cabina. “Desde chica me gustaban los aviones, las azafatas, estudié para ser tripulante de avión pero lo que yo quería en realidad era ser piloto”, contó Karen en diálogo con Para Ti. “Me decían que era difícil encarar esa carrera porque era muy cara, yo busqué alternativas, pero no me encontraba”, cuenta. “Entonces una amiga me mencionó este programa de au pair, para perfeccionar mi inglés, y me decidí a hacerlo”.
La joven cordobesa cuenta que se postuló en el programa con la meta idiomática para, luego, encarar de lleno la carrera de piloto comercial. “Vendí todo lo que tenía acá y me mudé tres meses a vivir a la casa de una amiga para ahorrar” y cuando tuvo todo en orden, partió a los EEUU. Previamente, el programa postula a las jóvenes para que las familias que las van a contratar conozcan su perfil, su país de origen y qué aporte cultural les pueden realizar a sus hijos. “Esta familia quería que los chicos tuvieran el acento del español argentino, ya que en Chicago hay muchos mexicanos y colombianos, querían algo diferente”.
Cuando le preguntamos si sabía cómo era el clima en la ciudad estadounidense, contó que charlando con su abuela, fue ella quien la advirtió de lo intensas que son las bajas temperaturas allí, ya que a su llegada, le tocaba justo los inicios del invierno. “Algunas veces lo sufrí y otras no tanto. Acá están muy preparados, las casas están bien calefaccionadas, venden ropa que es muy abrigada”, explica Karen quien está a cargo de tres chicos: dos varones de 7 y 5 años, más una beba de un año y medio.
“En casa siempre ayudé con mis hermanos y antes de viajar, conviví con la familia de mi amiga, que justamente tiene tres hijos de las mismas edades, sabía cómo manejarme” cuenta Karen.
Unión de culturas. La familia con la que convive Karen es muy curiosa culturalmente: “A ellos les gusta probar comidas de otros países, tiene un calendario de comidas de diferentes partes del mundo y ella (la señora Van Wieren) cocina muy bien”. Karen pasó muchos meses muy atareada, ya que su empleadora es médica y su esposo, abogado. Necesitaban delegar en alguien el cuidado y seguimiento de sus hijos, sobre todo cuando fue decretada la cuarentena porque ellos eran personal esencial. “Estuvimos un mes entero sin poder salir, lo bueno es que la casa tiene jardín, así que nos sirvió para no sentirnos tan encerrados”. El aislamiento en ese lugar duró solo un mes, y Karen además de cuidar a los chicos, entretenerlos y cocinar con ellos, les enseñaba español. “El más grande tenía una base, porque se lo daban en el colegio, el del medio empezó aprendiendo conmigo y ahora ya está en un programa, y la nena entiende los dos idiomas”, detalla.
Pese a su charla alegre y súper positiva, Karen tuvo que adaptarse a muchos cambios y eso le resultó difícil, por momentos. “Tuve el apoyo de ellos en todo momento. Me sentaba a charlar, a llorar. No todo es color de rosas, tuve momentos difíciles, también tengo a mi novio en Argentina. Pero mis afectos y esta familia siempre me brindaron su apoyo, unir todo ese cariño lo hizo más llevadero”.
¿Lo más difícil? “Los cumpleaños fueron muy duros, ver fotos de reuniones, los cumpleaños de mis amigos, junto con Navidad y Año Nuevo, dos veces, porque acá festejan muy distinto”. Pero Karen pudo adaptarse y encontrar muchos aspectos positivos de esta experiencia, sobre todo el cariño que recibió de esta familia desde el primer momento.
“Soy una bendecida de estar acá, aunque extrañe, tengo el objetivo claro de para qué vine”, relata. Y reconoce que la parte gastronómica es la que menos extrañó de Argentina: “Para mi cumpleaños, uno de los regalos que me hicieron fue pedir comida de un restaurante de comida argentina. Había asado, milanesas a la napolitana, a caballo, choripán. Acá hay muchos argentinos que tienen restaurantes y supermercados”.
Karen disfruta a pleno de los últimos meses que le quedan en Chicago, ya que extendió el programa 6 meses más del año obligatorio que tenía que cumplir, y dice, “no quiero ni pensar en el momento que me tenga que ir”. Cuando regrese a nuestro país, la espera la carrera de piloto que tanto ansía estudiar, para la cual ya estuvo realizando varios exámenes teóricos.
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