Ver a Juanse, el rockero que experimentó todos los excesos, convertido en un devoto creyente parece algo extraño. Sin embargo, desde hace 13 años la religión transformó su vida para siempre.
Sin embargo, él reconoció en una nota a La Nación: "Intuitivamente, siempre fui creyente". Y contó que encontró una foto "donde estoy en la cama de mi departamento de soltero y se ve que hay colgada en la pared una cruz con un rosario. Me llamó la atención porque no estaba en el estado en el que estoy ahora".
El bisabuelo de Juanse fue obispo de San Nicolás, su mamá siempre fue muy católica y él estudió en el Colegio Cardenal Copello de Devoto. Así que estaba de alguna manera familiarizado con la religión, pero hace 13 años vivió una asombrosa experiencia.
Así lo contó en 2016 en el programa de Mirtha Legrand:
Juanse contó que vio el rostro de Jesús, de perfil y con la corona de espinas sobre su cabeza, en el piso de su living. Lo descubrió un día mientras rezaba. Pero la experiencia más fuerte fue otra: "Mi casa es como un cuadrado donde se comunica todo. Está dividida por puertas. Yo cierro las puertas porque me gusta estar solo, pensando qué libro leer y esas cosas, y ese día miré la puerta de la cocina y sentí una cosa que no sé describir. Es como una gigantesca ficha rectacular de lágrimas. Me atravesó. Sentí la sal y todo. Nunca sospeché que podía tener consistencia táctil, en ningún momento pensé que iba a mojarse. A partir ahí, cuando volví a girar, ya había cambiado todo en mí. Era un fumador empedernido, un gran tomador de todo tipo de bebidas: dejé de fumar y nunca más pude volver. No es que no quiero, no me molesta que lo hagan. Informo de qué se trata nada más, para que no lo sigan haciendo", dijo en una entrevista.
Eso cambió todo en su vida: "No pude decir nunca más una mala palabra en mi vida. Mi sistema nervioso está completamente “remapeado”, no existe más ese desarrollo que tenía. El sistema nervioso tiene como un mapa que quedó marcado por el tiempo, por haber recorrido el crecimiento en la parte eléctrica del sistema nervioso… eso no está más", comentó.
Desde ese momento asegura que "no puedo estar mucho tiempo sin ver la imagen de la Virgen o de Cristo. Tengo mi anillo de San Benito. Son símbolos, pero son referenciales. No quiero perder un segundo: no hay tiempo en esto. No mido el tiempo, mido los instantes que puedo llegar a perder sin estar en contacto o sin estar reflexionando, en un estado de oración permanente".
Además es devoto de San Agustín: "Dios se manifestó, debido a mi necesidad. Yo pedí con lágrimas y con angustia poder acercarme. ¡Esa impotencia! Ahora lo leo en las confesiones de San Agustín: le pasó lo mismo. ¡No lo puedo creer! El tipo está describiendo lo mismo que me pasó a mí; esa impotencia de no poder y querer ver una señal, lo que sea. Ahora bancátela: tenés que hacerte responsable de esta manifestación".
Y así como cree en la existencia de Dios también cree en la del diablo. "El diablo quiere hacernos creer que no existe, esa es su misión, pero existe, está, aparece y tiene forma, es una energía palpable como lo es Dios. Es invisible, pero existe. El teólogo español Descalzo dice que los milagros no son otra cosa que la fe de quien va a recibirlos. Jesús podría haber evitado venir acá, pero vino", comentó en una entrevista en Clarín.
Su fe lo llevó a encontrarse con el papa Francisco en varias oportunidades. La última vez fue un encuentro privado en Santa Marta, Juanse le pidió un bendición: "Me hizo una imposición de manos y hablamos un poquito sobre lo que él había dicho con respecto a San Pablo. Cuando llegué al hotel estaba a quince centímetros del piso. Fue impresionante", recuerda Juanse.