Hace 165 años nacía el hombre que dio vida al psicoanálisis, Sigmund Freud. Pero si bien supo cómo descubrir los secretos que las personas tenían en su inconsciente, él fue la persona más cerrada con su vida privada. Una paradoja que aún hoy despierta curiosidad.
Y más extrañeza causa aún lo siguiente: él que investigó a fondo la sexualidad humana, y dibujó las mil teorías sobre la represión que ejercía sobre el sexo las religiones católica y judía, que haya decidido volverse casto a los 40 años. Sí, después de tener a Anna, su sexto hijo, determinó que era tiempo de dejar de tener relaciones sexuales con su mujer, Martha Bernays.
Según la biografía que escribió su discípulo, Ernest Jones, Freud se hizo pis en la cama hasta los dos años y era el favorito de su madre. También escribió sobre su primera y única experiencia amorosa, que resultó frustrante porque no llegó a nada: él tenía 16 años cuando conoció a Gisela Fluss, pero era tan tímido que nunca se animó siquiera a saludarla y todo quedó en la nada. Recién diez años después, volvió a experimentar ese sentimiento cuando conoció a quien sería su esposa. Jones cuenta que "En una carta dirigida a ella, afirmaba no haber prestado nunca atención a las mujeres, y que ahora estaba pagando bien caro esa negligencia. Probablemente fueron bien escasos y espaciados incluso los contactos físicos”.
Estuvieron cuatro años de novios, de los cuales estuvieron separados tres pero mantuvieron el romance a través de las cartas que se escribían a diario. Se casaron el 13 de setiembre de 1886, pero los primeros años fueron duros debido a la frágil economía familiar. Luego de diez años de casados, nacieron sus hijos: tuvieron tres varones y tres mujeres (Mathilda, Martin, Oliver, Ernst, Sophie y Anna). Freud que usaba la hipnosis para tratar las enfermedades nerviosas, empezó a indagar sobre la injerencia de la sexualidad en los trastornos de la psiquis y escribió el libro La interpretación de los sueños, que para la época resultó ser un fiasco y se vendieron muy pocos ejemplares.
Cuando la familia pudo mudarse a una casa más grande, sumaron al clan a Minna, la hermana de Martha y cuñada de Freud. Él tenía 42 años, y ya no tenía relaciones sexuales con su esposa (se dice que tenía algunos problemas de impotencia). Sin embargo, sí tenía un affaire con su cuñada, según sus detractores.
Incluso, hace unos años se comprobó que el 13 de agosto de 1898, Freud se alojó en la habitación 11 del hotel Schweizerhaus, del pueblo de Maloja, en la zona alpina de Suiza Oriental, con una mujer que se registró como su esposa pero era su cuñada. Pasaron allí dos semanas y hasta le mandaron postales a Martha.
Otro tema controvertido en la vida de Freud fue su hija Anna. Él le decía "demonio negro" por su carácter díscolo y excéntrico y Anna Antígona, en referencia a la hija que guía a Edipo al final de sus días. El amor padre-hija de Sigmund Freud y Anna Freud fue descompensado. Anna no fue una hija deseada. Ella forjó su carrera basándose en el psicoanálisis infantil, sin embargo, lejos de sentir orgullo, su padre la rechazaba por haberse declarado lesbiana. Formó pareja con Dorothy Burlingham, la nieta del fundador de la compañía Tiffany.
