Numerosas veces el cuerpo le dio señales a Sergio Lapegüe de que tenía que bajar un cambio, pero él que es un apasionado del periodismo, sumó más y más responsabilidades hasta que no pudo más. Este año, el COVID fue una manera de poner un freno a tanta actividad y a ese tren bala en el que se había subido y no podía desacelerar.
Terminó el libro que había empezado a escribir en enero de 2020, y se acaba de publicar. "Parar, tocar fondo, resetear y volver a empezar" (Planeta), es el nombre significativo que le puso a este libro en el cual su experiencia con el coronavirus ocupa varias páginas. Silvia "Bochi" Todaro escribió el prólogo, que es en definitiva las palabras que le dedica a él, el amor de su vida:
"Sergio siempre dijo que yo soy su cable a tierra, la que lo baja a la realidad. Él es quien me lleva a un mundo de fantasía, y juntos nos equilibramos.
Hace un tiempo que se reclama no poder bajar un cambio. No sé si realmente quiere hacerlo. Muchas veces me lo pregunto, aunque comprendo que no es fácil lograrlo.
Durante la pandemia, trabajó desde casa. Fueron tres meses en los que, por primera vez, estuvimos los cuatro juntos, más allá de lo que suele ocurrir en las vacaciones. Le pusimos onda, humor a lo que pasaba, y convivimos trabajando cada uno en lo suyo. Estamos viviendo una pandemia que nos transformó por obligación, y Sergio no fue la excepción. Nadie lo es.
Sergio con el casco Helmet:
Estuvo tres semanas internado por COVID-19. No recuerda mucho de lo que vivió, pero nosotros sabemos cuánto y cómo sufrió. Fueron más de diez días de fiebre, de no saturar bien y, ante eso, de recibir oxígeno desde la bigotera y después con el casco Helmet.
Días de escasa fuerza, incluso para hacer una videollamada, que para Sergio era un poco de oxígeno anímico. La única duda que él tenía, el único miedo era no saber si iba a poder volver a casa sin oxígeno.
En un momento, pensamos que Sergio atravesaba el pico de la enfermedad y que la carga viral y los síntomas iban a empezar a disminuir, pero los días pasaban y él empeoraba. Vivimos horas, semanas enteras de mucha angustia, pero sin perder la confianza, la fe. La gente apoyaba y apoyaba, de eso no me voy a olvidar. ¡Porque así fue! ¡Porque eso sí importa!
Ese WhastApp del que tanto lo escuché hablar durante años y años, ahora tenía que contestarlo yo. No fue una carga. Era reconfirmar algo que siempre supe: la gente lo quiere, por eso le mandaban tantos mensajes. Tanto sus compañeros como sus jefes, los amigos, la familia... fueron de fierro. Recibió cartas y estampitas, se hicieron cadenas de oración, sanaciones por reiki. ¡Cosecharás tu siembra se llama! ¡Te lo ganaste!
Tantas veces fuiste un motivador para esas personas que estaban atravesando un difícil momento. ¿Y cuándo te tocaba a vos? No sos un superhéroe, y tampoco se puede controlar al detalle nuestra propia vida, porque a veces ocurren situaciones que nos exceden. Bueno, esta vez te tocó y ¡pudiste sanarte! El virus se tuvo que ir.
¿Pensaste que te podías morir? Sé que no. Pero yo sí lo pensé, porque muchos murieron de esto. Aun quienes eran considerados fuera del grupo de riesgo. Por eso, a pesar de tener confianza y fe, tuve en cuenta esa posibilidad, que eso tal vez podía pasar.
Sergio, si antes te replanteabas cómo estabas encarando la vida, sé que ahora lo hacés mucho más. Pero no te arrepientas de lo que hiciste. Todo lo elegiste y llevaste con amor y mucha pasión.
Silvia "Bochi" Todaro"
