Húsares 2118. En esa dirección, perteneciente al barrio porteño de Belgrano, a pocas cuadras de Avenida del Libertador, se sitúa La Casita de las Flores. Se trata de una florería que nació como un emprendimiento familiar durante la pandemia y hoy es un refugio en medio de la vorágine.
Fernanda Beriau tiene 53 años, en agosto del año pasado y junto a Margaux, su hija mayor, decidieron iniciar un emprendimiento que refleje que la pasión que ambas tienen por las flores y la naturaleza. De este modo, una casa que funcionaba como Airbnb alojando a residentes de todo el mundo, se convirtió en un sitio de ocio e incorporó un área gastronómica.
“Es un emprendimiento y un amor por las flores que tenemos con mis hijas desde siempre, desde cuando eran chiquitas, de armar nuestro ramos”, explicó Fernanda en diálogo con Para Ti y aseguró que viajar y conocer lugares similares fue fundamental para nutrir su panorama y crear el espacio.
Distinguir el lugar es fácil: las flores, de todo tipo, colores y tamaños, saturan el ingreso a la casa. Dentro de La Casita conviven distintos ambientes y la mezcla de aromas colma las fosas nasales de aquellos que la visitan.
Y, aunque en un principio se inauguró con la intención de que funcione como florería, tiempo después sumaron un espacio culinario y cambiaron la estética de un patio íntimo donde es posible reunirse y disfrutar de algunas de las especialidades gastronómicas que ofrecen.
Todo depende de la perspectiva
A lo largo de su vida, Beriau incursionó en distintas áreas laborales: se dedicó a la moda, a la decoración y estudió enfermería. Trabajó durante parte del año pasado en un hospital y fue una de las personas que estuvo en la primera línea de asistencia.
Cuando finalizó los estudios de enfermería empezó a asistir a barrios de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires y comenzó a dictar diversas actividades para los más chicos.
En marzo del 2020 la llegada de la pandemia por coronavirus al país agudizó la situación en los barrios vulnerables. Fiel a su compromiso, Fernanda empezó a recolectar donaciones y fue así como de un día para el otro se topó con las flores.
“De tanto andar empecé a conocer a los productores, cada vez volvía con más flores a casa. Estaba padeciendo algo tan pesado, como todos, que llegar a un campo con plantación era un placer”, recordó sobre el momento que la empujó a dar inicio a La Casita de las Flores. Las hijas de Fernanda son una parta fundamental para el funcionamiento del día a día de la florería.
Do it yourself: un día en La Casita de las Flores
Es un miércoles de mayo. Son las 14. Fernanda no se da respiro: con una sonrisa atiende a cada persona que se acerca a La Casita en busca de flores. Les explica sobre las distintas variedades que hay, los costos y la posibilidad de armar tu propio ramo.
Es una de las características que distingue al espacio sobre el resto de las florerías de la ciudad. Todos tienen la posibilidad de elegir sus flores favoritas y armar un ramo, ya sea propio o para regalar.
Además, y para hacer de la experiencia en La Casita de las Flores algo inolvidable, se puede reservar el espacio para reuniones o cumpleaños, una alternativa que suele tener mucha afinidad en niños, donde se acercan por primera vez a la oportunidad de armar un ramo y conocer el cuidado que se le debe brindar a las flores.
Luego de varios meses funcionando como florería, La Casita de las Flores incorporó un espacio gastronómico. Se llama Sablée y lo lleva adelante Andrea Rodríguez, que estudió pastelería en el instituto del Gato Dumas.
Mientras La Casita de las Flores crece, Fernanda busca nuevos espacios donde incursionar con la florería. En conjunto con madres pertenecientes al barrio 31 y 1-11-14 y al GCBA planteó una iniciativa para que las flores tengan un lugar en las ferias de la ciudad, que se organizan en distintos puntos de Capital Federal.
Beriau se reconoce como una fanática constante del cambio. Su sueño a futuro con La Casita es que se transforme un lugar donde acudan más personas y crear una serie de invernaderos en la planta alta de la propiedad.
“Tengo un proyecto de hacer cuatro invernaderos en la terraza. Vamos a empezar a plantar semillas. Es un sueño. También la idea en cada casita es ambienta: poner una silla, un sillón. Y compartir, poder compartirlo siempre”, concluyó.
Mediodías con amor: un día en La Casita de las Flores
Podés realizar una reserva en La Casita a través de Instagram. O, si sos vecino de la zona, acercándote al lugar: Húsares 2118, entre Juramento y Mendoza.