Marcelo Iripino se convirtió en el “susano” más famoso de la historia. Llegó a ese lugar tan privilegiado a raíz del esfuerzo y hasta se sintió sapo de otro pozo: es que en el primer casting era el único que no era modelo y usó la indumentaria que le prestó Marcelo Frezzia, su pareja, con la cual lleva más de treinta años de relación. Pero este quizás es el costado más frívolo ya que en la adolescencia subió bullying a raíz de su elección sexual.
“En la escuela me escupían y me pisaban las zapatillas. Yo no hablaba porque me decían que tenía voz de mariquita. Trataba de forzar la voz… Era horrible. Llegaba a casa y me ponía a llorar. Siempre estaba con las chicas jugando al elástico porque no podía acercarme a los varones”, recordó en Los Mammones por América TV.
En diálogo con Jey Mammón, el coreógrafo agregó: “Yo vivo con lo que soy feliz, no me importa el resto porque no molesto a nadie. Quiero vivir mi felicidad porque antes no lo pude hacer”. Si bien siempre se lo puede ver con actitud, sin dudas esta situación lo marcó para siempre, aunque buscó sacar el saldo positivo.
“Vos fijate que me encontré con uno de mis compañeros, que fue el primero que me pisó las zapatillas, hace cuatro años y le di un abrazo. No le dije ‘que mal tipo fuiste’. Le dije ‘gracias’ porque aprendí. Me hizo fuerte. Al pibe se le llenaron los ojos de lágrimas y me felicitó por mi carrera”, concluyó.