Carlos Reutemann murió hace pocas horas. Tenía 79 años y hacía cuatro que le habían detectado un cáncer en las vías biliares, una enfermedad de difícil tratamiento, que el senador por la provincia de Santa Fe aceptó operarse en los Estados Unidos, luego de las tratativas e insistencia de Bernie Eccleston, empresario ligado al mundo del automovilismo.
Reutemann había tenido una recuperación tan buena que pudo retomar su vida pública al poco tiempo. Frío y distante, había hablado muy pocas veces -solo en una media docena de oportunidades- en el recinto en los 21 años que fue senador nacional. Era considerado un hombre parco y de pocas palabras. Amante de su provincia -Santa Fe- y del campo.
Pero también fue un líder político respetado. Fue gobernador en dos períodos, en la década del 90, pero rechazó se candidato a presidente en 2002, posibilidad que hubiera cambiado su vida. Dueño de una honestidad brutal, en ese momento sólo dijo "Vi algo que no me gustó", y desistió de ser candidato.
En su último mandato como senador, Reutemann no había tomado la palabra en ninguno de los debates, profundizando su perfil bajo y el hermetismo que lo caracterizó en la misteriosa respuesta que le dio a Alberto Duhalde en 2002.
Quienes lo conocieron afirman que detrás de ese costado distante, había una persona amable, atenta y educada al máximo. "Su rasgo supuestamente calculador, frío, pensante, se nota en que no permite en el transcurso de todo el reportaje, que su discurso sea interrumpido con otra pregunta. No deja de hablar de lo que quiere hablar, y de lo que quiere que se sepa. No pierde jamás su objetivo. Sabe perfectamente cómo llegar a cualquier bandera a cuadros", se lo describía en una nota de 2008 en La Nación.
"A diferencia del Reutemann de su juventud, que tan poco hablaba, este Reutemann no sólo es categórico: su hablar tiene aplomo y un altísimo grado de autoconfianza. Quiere decirlo todo, quiere un espacio donde por fin pueda decir con todas las letras todo lo que quiere, como para cerrar alguna vez su pulseada con la prensa", se afirmaba en el medio citado.
Antes de su desembarzo en la política, Reutemann supo ser un respetado piloto de la Fórmula Uno. Y estuvo a un punto de ganar el campeonato mundial, marca que le permitió retirarse como el argentino con más logros en ese tan complicado como seductor mundo deportivo de elite.