Los rumores de crisis entre Alberto II de Mónaco y Charlene Wittstock, su esposa desde hace 10 años, se han acrecentado en los últimos meses. Si bien la relación entre el príncipe y la exdeportista sudafricana siempre estuvo teñida de especulaciones acerca de la veracidad del vínculo -ella es llamada "la princesa triste"-, recientemente las versiones apuntan directamente a un divorcio próximo.
Es que Charlene está en Sudáfrica desde hace meses, aquejada por un problema de salud, y ni siquiera ha estado presente en los festejos por el décimo aniversario de su boda, que se celebró el pasado 1º de julio.
De todos modos, para alejar rumores, la princesa ha publicado mensajes de amor para su esposo e hijos en su cuenta de Instagram y ha atribuido sus ausencias de los últimos actos públicos al hecho de que padece una enfermedad que contrajo en su país natal, la cual aún no ha podido superar.
A pesar de las publicaciones de Charlene, la revista alemana Bunte asegura que los dichos de la esposa de Alberto son solo excusas y que permanece en Sudáfrica por voluntad propia. Y que con sus mensaje se ha intentado encubrir la separación.
De hecho, se cree que la esposa del príncipe de Mónaco asistió en marzo al funeral del rey zulú Goodwill Zwelithini, cuando ya estaba instalada en su país natal.
“Charlene y el príncipe han estado yendo por caminos separados durante meses. Ella vive sola en Sudáfrica, él cuida a los gemelos en Mónaco. Crece la evidencia de que el matrimonio finalmente se ha roto”, se lee en la portada de la revista alemana citada.
Según la misma públicación, en el palacio monegazco se están haciendo los arreglos pertinentes para el divorcio de la pareja real, encabezados por el administrador de los activos de Alberto, Claude Palmero.
También se afirma que la princesa lleva un tiempo buscando una casa en Johannesburgo, la capital de Sudáfrica, donde viven sus padres y su hermano Sean.