Si bien la Argentina asumió el compromiso internacional de combatir la trata de personas, lo cierto es que todavía se tiene una gran deuda pendiente al respecto, ya que los controles en las fronteras presentan varios puntos débiles. La trata de personas es un delito que afecta principalmente a las mujeres y que crece por la falta de controles fronterizos.
Por eso, debe reclamarse que se siga avanzando en esa la lucha para terminar con este flagelo, que en más del 70% de los casos tiene como víctimas a las mujeres. Incluyendo a niñas, que varias veces son secuestradas para la explotación sexual.
Como muestra, puede citarse al Informe Mundial sobre la Trata de Personas del 2020, que fue presentado en febrero de este año por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en base a datos de 148 países. Allí, se explicó que, en los últimos 15 años, entre las víctimas detectadas más del 30% son menores de edad.
Esos datos también revelan que el porcentaje de niños, mayormente utilizados para explotación laboral, pasó del 3% al 15%. En el caso de las niñas, tratadas con fines de explotación sexual, pasó del 10% al 19%.
A pesar de este escenario alarmante, las distintas administraciones argentinas no han sido constantes en sus esfuerzos por custodiar los límites con los países vecinos y por regular la migración ilegal.
A la falta de interés para combatir este delito, se suma la complejidad propia del territorio. Nuestro país posee 76 pasajes que lo comunican con Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile a lo largo de aproximadamente 9.400 kilómetros. En tanto, los otros 5.100 kilómetros, que conforman al resto de las fronteras, se encuentran linderos al Río de la Plata y la Costa Atlántica.
En este contexto, muchas personas cruzan con menores de edad sin que se les exija alguna documentación, lo que hace que la Argentina se convierta en un lugar ideal para estos criminales.
Para ayudar a revertir esta situación, es indispensable promover la cooperación internacional en la gestión y el control fronterizo como un elemento importante de la seguridad de los Estados, incluyendo las cuestiones referidas a la delincuencia organizada. Incluso, en lo relativo a la capacitación y el intercambio de las mejores prácticas.
De hecho, debe velarse para que los funcionarios públicos, y el personal que trabaja en las zonas fronterizas encargados de hacer cumplir la ley, estén preparados para ser eficientes en sus roles y se los castigue cuando no lo hacen ya sea por negligencia o connivencia con las organizaciones criminales. También es fundamental contar con las tecnologías adecuadas.
Por lo tanto, el Estado nacional tiene la ardua tarea de conservar las fronteras seguras y evitar, de esta manera, el ingreso de extranjeros que no estén autorizados, y así combatir fuertemente los crímenes internacionales como la trata.
Por eso, es fundamental ejercer un efectivo cuidado sobre los límites fronterizos en virtud de que la Argentina, al igual que el resto de las naciones, tiene derechos y obligaciones en la gestión y la fiscalización de la migración.
Fuente: Déborah Huczek, abogada especialista en Derecho Penal y Migratorio. Coautora del libro "Los inmigrantes y el progreso de la Argentina", junto a Raúl Alberto Ricardes.
