Sidney Sampaio nació el 21 de abril de 1980 en la ciudad de Lucélia, en el estado de San Pablo y es el protagonista de Josué y la tierra prometida luego del gran éxito de Moisés y los diez mandamientos.
Sampaio interpreta a Josué y, con su pelo largo, barba y algunas canas a la vista, conquistó el corazón de todas las argentinas. Participó de tiras como Rastros de mentiras, La Guerrera, Acuarela del amor, Siete pecados y Alma gemela, entre otras
El artista brasileño es padre de Leonardo-su hijo de 10 años-y según reveló, llegó a su vida para cambiársela, “me trajo un sentido mucho más crítico respecto a todo lo que hago”. La mamá de Leonardo se llama Juliana Gama y es asistente de dirección y lleva más de 5 años separada del actor.
Made in Rio de Janeiro
La superproducción bíblica, cuenta con un elenco amplio, integrado por Paloma Bernardi (Samara), Thaís Melchior (Aruna), Felipe Folgosi (guerrero hebreo Eliber) y Raphael Vianna(guerrero hebreo Tobias), entre otros.
La ficción se grabó en estudios de Rio de Janeiro y en locaciones especiales distribuidas por Angola e Israel. Lleva grandes efectos especiales y más de 80 artistas debieron entrenarse para hacerle frente a varios de los desafíos que presentan las escenas.
El actor -que lleva 18 años de profesión- revela que la fe del personaje lo ayuda en momentos de duda. “El público me agradece mucho. Justamente por difundir, a través de Josué, mensajes positivos. Y eso me hace sentir realizado, incluso porque estaba en una fase de cuestionamientos acerca de si seguiría o no mi carrera actoral”, explicó Sampaio
Sufre TOC y hace terapia
Sidney lleva un tiempo soltero -la última novia que se le conoció fue la médica Adriane Furlan- y admite ser una persona “bastante obsesiva e intensa”. Fanático de la actriz Natalie Portman y la película La sociedad de los poetas muertos.
Sampaio asegura que siempre fue muy impulsivo aunque también bastante tímido: “Me lleva un tiempo integrarme a un grupo de gente que no conozco”, asegura y agrega: “Esto me ha traido problemas laborales ya que me cuesta relacionarme con personas en el ámbito laboral”.
Sin embargo, y gracias a hacer terapia, comenzó a trabajar su autoestima, a aceptarse tal como aunque admite que sigue sufriendo TOC. “No viajo en el fondo del ascensor y en los aviones siempre cerca de la salida. Necesito saber que si quiero puedo escapar. Otra es que jamás pongo los zapatos boca abajo: si quedan así cuando me los saco, los doy vuelta y les pongo la suela contra el piso (se ríe). Y varias cosas más”, admitió para un medio brasileño entre risas.