Roberto Giordano fue un ícono del glamour de los noventa que por estos días se encuentra inmerso en un olvido total luego de las distintas causas judiciales que lo pusieron de rodillas y en quiebra. Desde hace un tiempo, su presente era prácticamente desconocido. Se sabía que estaba instalado en Uruguay, pero no más que eso.
En las últimas horas, justo cuando esta semana se celebró el Día del Peluquero, el estilista que llegó tener 500 empleados distribuidos en unos 25 locales, reapareció y dio certezas sobre su presente: está instalado hace casi dos años en Montevideo, trata de estar en actividad a través de clases que da vía zoom y hace ayuda comunitaria en comedores locales a los que se acerca y enseña el oficio. Además, vive acompañado por su hijo Luciano, sus dos nietas y su esposa que va y viene desde Buenos Aires.
El peluquero de las estrellas manifestó a La Nación que en el vecino país la gente “tiene una mentalidad distinta”, que no extraña “para nada” su vida en Argentina y que no piensa volver. “Extraño a mis afectos, a mis hijos que están dos allá. Pero no extraño para nada, porque todo el glamour yo lo tengo adentro. Lo vivo permanentemente. Mis grandes desfiles, mis grandes movimientos, cuando camino (por Uruguay) el agradecimiento es total”, dijo.
Giordano se muestra orgulloso porque la gente lo reconoce por la calle, le preguntan cuándo va a volver con los desfiles y hasta le hicieron una placa en honor a todo el trabajo que hizo a lo largo de décadas. Dice haber rehecho su vida y contó cómo es su día a día: “Me levanto a las seis de la mañana y no paro. Ya recibí las dosis de Pfizer. Vivo una intensidad muy grande. No me quedo esperando”.
Habló de su situación judicial
El 5 de junio del 2020 cuando fue procesado y embargado por el delito de insolvencia fiscal fraudulenta por un monto de 30 millones de pesos. Del "no me peguen, soy Giordano" pasó a pedir un bizarro aplauso para la DGI en un evento por el Este. La investigación aguarda que se determine su paso a juicio oral.
“Tengo 73 años y trabajo desde los 13 como peluquero, era ayudante. Barría las peluquerías y bueno… la Argentina te castiga. Yo tenía 500 empleados de los cuales 100 fueron a juicios laborales. La Argentina es inviable para un inversor y hasta que no se cambien las leyes por una ley laboral que favorezca también al empleador”, alega.
Giordano confía en que “todo se va a solucionar” porque “está a derecho” y que toda la fortuna que supo hacer fue producto de su trabajo. “Los empleados hicieron cooperativa y espero que les vaya bien. Los saludo a ellos, yo les doy el nombre a todos”, agregó.
Es que la sede más emblemática, la de la calle Güemes, funciona actualmente bajo otro nombre y con muchos de los que supieron estar a su lado en esos años de oro. “No tengo interés comercial. Yo ya lo que hice, lo hice. Ah, antes de despedirme, quiero dejar un saludo a los peluqueros en su día, de parte del padre de los peluqueros”, cerró.