Mantener una relación paralela no es tarea fácil… son pocos los que salen airosos de una situación de este estilo y este es el caso de Analía Franchín, tal como reveló al ser invitada a “PH, Podemos Hablar”. Todo ocurrió cuando la ex participante de “Masterchef Celebrity” tenía 18 años y se disponía a celebrar los cuatro meses de noviazgo.
Para contar el hecho en particular, se remontó a un mes antes cuando un amigo de Leandro se acercó a ella para decirle que su novio le era infiel. La realidad es que el muchacho pretendía otras cosas. “Era una bomba. Me dijo de juntarnos a hablar, yo hago la venganza y me lo chapo. Nos empezamos a ver cada vez más seguido”, reveló.
“Se puso obsesivo”, reconoció la periodista. Fue tan así que el joven se le aparecía en distintos lugares a los que ella acudía con Leandro. Los días avanzaron y Analía se pudo firme: “Le dije que el sábado cumplía cuatro meses y que no lo quería ver más en la vida. Entonces me dijo de vernos una vez más y nos despedimos. Nos fue a buscar al boliche a las seis de la mañana, Leandro se sentía mal y me terminó llevando. Se metió en un pasaje y me pidió un último beso. Me baje del auto, me lo chapo y me voy”.
De esa forma, llegó al otro día el festejo de aniversario en un bar de Villa Urquiza en donde tomaron Whiscola, su bebida favorita… aunque se llevó una sorpresa: mientras pensó que marchaba todo bien, cuando se fue a dar un beso con su novio “oficial” recibió una pregunta que la descolocó. “¿Hace cuánto te ves con él?”, quiso saber? Ahí apareció el tercero en discordia, se sentó en la mesa para tomar el mismo trago y se terminaron yendo juntos. Ella quedó sola en la mesa y, el mozo, se apiadó de la situación y no le cobró la cuenta.
Yo no me siento abandonado, si lo lleve a terapia tiene que ver con entender y saber que hizo lo que pudo, No de justificarla. Uno puede quedarse enojado. En terapia es el lugar que encontré para pasar estas situaciones.
Cuando vinimos a vivir a argentina nosotros vendíamos café en la calle. Salimos todos a laburar. Yo tenía doce años: iba a la escuela a la mañana y salía con los bidones de café a la calle para vender. A mí, mis viejos me inculcaron el valor más importante que es el de la libertad. Cuando vos sos libre, realmente, el cielo es el límite.