El 5 de marzo de 2008 Maru Bontana tenía en el sanatorio Mater Dei a su sexto hijo, Facundo, junto a su marido Bernardo Solá. En aquel momento era la conductora del ciclo Sabor a mí, el magazine que emitía Telefe todas las mañanas. La pastelera, que se había hecho conocida en la señal Utilísima Satelital cocinando en patines, veía cumplido su sueño de ser madre de una familia numerosa, como lo había expresado en varias entrevistas: ya tenía a Agustín, Lucía, Matías, Sofía y Santiago.
Nada haría pensar que en septiembre de ese año su vida tomaría un giro tan dramático como inesperado. Maru había decidido pasar unos días de descanso en las montañas, dejando a su bebé de seis meses al cuidado de su abuela. En la tarde del domingo Facundo murió mientras dormía de muerte súbita del lactante, una enfermedad que aún hoy continúa siendo un enigma médico.
La noticia invadió los medios, que no daban crédito a un hecho tan doloroso. Se citaron médicos especialistas que enumeraban las posibles causas y lo que se conocía en el momento de esta condición tan irreversible.
Los días siguieron pasando y la vida, fluyendo -de alguna manera- para Maru y para su familia. Un mes después de la muerte de Facu, la conductora se enfrentó a las cámaras antes de regresar a su programa y brindó una entrevista desgarradora: "La muerte de un hijo no tiene nombre, es dolorosísima. Pero saldremos adelante", fueron sus palabras iniciales.
Luego, se refirió al fatídico fin de semana: "Quise unir a la familia y dejar a Facu con mamá. Fuimos a Villa La Angostura y la pasamos increíble todos unidos. Mamá disfrutó a su nieto; yo hablaba tres veces por día para saber cómo estaba mi hijito", contó a cámara y entre sollozos.
Y siguió: "A las cinco de la mañana sonó el teléfono y Berni (su marido) me dijo: 'Vas a escuchar lo más triste que escuchaste en tu vida'. Sentí que se me venía encima una ola devastadora". Así, con la voz cortada y entre lágrimas, la rubia siguió firme en su mensaje, reconociendo que toda la vida quiso ser mamá y tener una familia como la que tiene.
"Sentí (al enterarme de la noticia) que no podía ser. Dios se equivocó. Sentimos un cuchillo en el corazón". Y siguió: "Me apoyé en todas la religiones, me enfrenté a la muerte de forma madura. El entierro fue lo más triste del mundo y lo más lindo a la vez. Facu era una luz en casa, todos lo adoraban. Los chicos lo recuerdan con humor y cariño. Rezan por él todas las noches. Y hacen todo lo posible para que yo salga adelante", dijo en aquel entonces con el dolor a flor de piel pero apoyada en la fortaleza del amor que le brindaban su marido y sus hijos, quienes hacían de todo para que la familia saliera adelante.
Cada cumpleaños del pequeño y cada aniversario de su muerte, Maru lo recuerda y le dedica sus palabras, haciéndolo presente en su vida y en sus pensamientos. En una entrevista que brindó el año pasado a Gente, dijo, con valentía: “Me propuse salir del dolor de a poco y lo logré. No podía entregarme. Yo era una figura pública y estaba bien mostrar que se puede. Facu nos dejó un montón de amor y algo importante que es la unión como familia".
Luego hizo referencia a cómo fue el tiempo después, los meses y años con el recuerdo de Facundo pero con su ausencia física: "Fue muy duro reacomodar, pero los chicos lo hablan con naturalidad y no sienten ese miedo que yo pensé que quedaría y sobre todo en las chicas, el día de mañana si desean ser madres", finalizó.