Sin dudas son dos de los máximos referentes que tiene el fútbol a nivel mundial. Hoy tienen presentes distintos ya que uno está retirado, pero se puede decir que hay dos ítems de sus vidas que sin dudas los unen: el pasado humilde y las actividades solidarias que han emprendido a raíz de la consagración en sus carreras deportivas. Lionel Messi y David Beckham, entre el estrellato y la conciencia social.
Más allá de que está retirado desde hace casi diez años de las canchas, el inglés está vinculado con la pelota a través de su rol de empresario. Por estos días aprovecha la fama alcanzada para realizar distintas actividades vinculadas con la ayuda a los que más necesitan. Es Embajador de Buena Voluntad de Unicef desde 2005 y en 2016 emprendió un viaje a Camboya para apoyar programas que colaboran con niños que han sufrido abuso físico, sexual o emocional.
Entre muchísimas acciones a lo largo de las últimas décadas, durante el año pasado se unió al reto "All In Challenge", por medio del cual deportistas y celebridades del mundo del espectáculo internacional han donado una experiencia o un artículo para una subasta que se hizo en beneficio de quienes han sufrido el hambre producto del impacto de la pandemia de coronavirus.
De esa forma, comparte con Lionel Messi una larga historia de colaboración ante los desvalidos. El rosarino tiene una fundación que lleva su apellido y que tiene como labor realizar acciones que están vinculadas al deporte, la educación y la salud en distintos países del planeta: ayudar a pacientes pediátricos con cáncer, luchar contra la desnutrición, construir espacios deportivos y donar equipamiento hospitalario son algunos de los objetivos.
Un pasado humilde, otro factor común
El esposo de Victoria Beckham viene de una familia humilde que luchó mucho para que su hijo pueda ser quien es hoy: se crió en el East London, un barrio popular. Su padre era un reparador de calderas de gas y su mamá peluquera. De pequeño jugaba regularmente al fútbol en el parque de Ridgeway, en Chingford, hasta que pudo dar sus primeros pasos profesionales… pero como la mascota del Manchester United, el club favorito de su papá, en un partido contra el West Ham United en 1986.
Del otro lado, la flamante incorporación del PSG es hijo de Jorge Horacio Messi, trabajador de una fábrica, y de Celia María Cuccittini, que se desempeñaba como empleada doméstica. Grandoli, un pequeño Club de Rosario, fue el que lo vio dar las primeras paradas a la pelota cuando tenía apenas cinco años. A los tres años le detectaron una deficiencia en la hormona del crecimiento que requería un costoso tratamiento que los padres no estaban en condiciones de afrontar. A partir de ese momento comenzó la aventura hasta llegar a Europa en donde pudo convertirse en uno de los jugadores mejores pagos del mundo.