La ansiedad es un estado afectivo/emocional ligado a la experiencia humana. Su finalidad es el cuidado y la preservación cuando algo del entorno o de nuestro mundo interno nos amenaza. Posiblemente en nuestros ancestros la ansiedad estuvo ligada a la anticipación y al control de los fenómenos de la naturaleza, además de cuidarse del acecho de animales y otras tribus.
El mundo cognoscitivo estaba adaptado para percibir estímulos del afuera y en todo caso, las fuerzas internas impulsaban a buscar en el entorno la cobertura de las necesidades elementales (alimento, abrigo, sexo, etc.). “Este tipo de “alerta” incita a las partes más arcaicas del SNC: sistema límbico, núcleos amigdalinos, hipocampo, hipotálamo, etc.
A medida que el SNC evoluciona, se hace cada vez más compleja la actividad cognoscitiva, ampliando el campo de la percepción, el mundo afectivo y las conductas resultantes”, explica el doctor Walter Ghedín, psiquiatra.
“El hombre adquiere nuevas destrezas y habilidades en el arte de contactarse con el mundo, ejemplo: el pensamiento y sus funciones como recurso para darle un nuevo sentido a lo percibido; también el hombre puede evocar experiencias que le sirven para planear estrategias sin estar frente al objeto. Ambos fenómenos abren al género humano una nueva dimensión, aquella que lo hace típicamente humano”, continúa el especialista.
Una nueva mirada
Ahora es posible “pensar antes de actuar”, evaluar alternativas, crear cultura, es decir distintos modos de acción, de influir en el ambiente natural y social. Desde este nuevo lugar las cosas se ven diferentes, hasta el “uno mismo” alcanza una estatura superlativa. En este contexto el hombre comienza a preguntarse por su existencia. “Hay que entender que hay una mirada que cambia de rumbo: el afuera deja de ser el motivo principal, hay un adentro que demanda a atención y definiciones. El SNC amplía sus redes corticales y limita las funciones del SNC más arcaico. Se puede reflexionar, pensar, evaluar, decidir, sin sentir que el corazón se sale del pecho, que los músculos se tensan esperando el ataque o la huida.
El hombre primitivo ahora ha evolucionado, puede comprender, tomar conciencia de su integridad como Ser y su lugar en el mundo”, explica Ghedín.
“El saber de Sí Mismo incluye al otro como una existencia independiente: dejará de ser una amenaza y pasará a formar parte de su mundo”, concluye el especialista
Distintos tipos de ansiedad
Por lo tanto podemos reconocer 3 tipos de ansiedad ligadas a la evolución del SNC:
-Ansiedad motivada por la anticipación o presencia de un objeto amenazante.
-Ansiedad- preocupación: cuando la amenaza está en el hombre mismo.
-Ansiedad social.
“La ansiedad se convierte en patológica cuando la reacción frente al objeto es desmedida; la persona entiende que dicha reacción es exagerada, pero no puede controlarla. Los síntomas agudos se explican por la vulnerabilidad del SNC autónomo o vegetativo y las manifestaciones crónicas de la ansiedad por las alteraciones cognoscitivas (preocupaciones sin sentido, hipervigilancia, expectación aprensiva)”, afirma el psiquiatra.
“Tanto las formas agudas como las crónicas generan un significativo deterioro en la vida del sujeto. La susceptibilidad del SNC autónomo y el grado de tensión psíquica predispone además a sufrir otras enfermedades como depresión, distimia o enfermedades orgánicas (cardiopatías, afecciones gastrointestinales, musculares, disfunciones sexuales, etc)”, continúa el especialista.
Síntomas a tener en cuenta
Describiremos la crisis de angustia como la manifestación aguda de la angustia que forma parte de distintos cuadros clínicos, por lo tanto no constituye una entidad con cuerpo propio.
Se caracteriza por la aparición súbita, inesperada de miedo o malestar intenso cuyo punto máximo de expresión llega a aproximadamente a los 10 minutos y después declina, acompañada de por lo menos 4 o más de los siguientes síntomas:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón, aumento de la frecuencia cardiaca.
- Sudoración.
- Temblores o sacudidas.
- Sensación de ahogo o falta de aire.
- Sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareos o desmayos.
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
- Miedo a perder el control o a volverse loco.
- Miedo a morir.
- Parestesias (sensación de adormecimiento u hormigueo).
- Escalofríos o sofocos.
“No siempre las crisis tienen relación con un disparador o desencadenante Ejemplo: hay etapas en las que aparece al conducir un automóvil, en lugares cerrados o abiertos, en medios de transporte, por ejemplo, y otras en las que puede hacerlo sin problemas. También están aquellas crisis que hacen su aparición cuando la persona se anticipa o está frente a un objeto o situación que lo desencadena, como en el caso de las fobias”, confirma Ghedín.
“El contexto de pandemia aumentó la prevalencia de los ataques de pánico. Pero también salir de la pandemia provoca miedo, de ahí que muchos siguen sin salir o no quieren exponerse a situaciones sociales aun tomando todos los recaudos necesarios. Volver al ruedo significa readaptarnos a vivir con menos restricciones: trabajo presencial, ir al cine, al teatro, asistir a eventos, lo cual para algunas personas puede resultar un proceso difícil, siendo el miedo el protagonista del encierro pero también de la apertura”, afirma el psiquiatra.
Sensación de muerte
“La característica fundamental de los ataques de pánico es el comienzo súbito de la crisis, acompañada de una sensación desagradable de muerte, de volverse loco o de extrañamiento sobre sí mismo. Los primeros episodios asustan mucho y queda el temor de que vuelva a ocurrir en cualquier momento. El tratamiento psicológico y psicofarmacológico no sólo debe ayudar a calmar los síntomas, también debe dar herramientas al sujeto para afrontar la situación con más serenidad, abortando la cascada sintomática. La persona con pánico debe saber que aunque la duración de la crisis aparente interminable, tiene un pico a los 10 minutos”, explica el médico.
En cualquier caso, la consulta con el médico es fundamental para descartar causas orgánicas ya que los síntomas de enfermedades cardíacas, respiratorias, neurológicas, pueden tener semejanza con los de pánico. Además la implementación de herramientas para afrontar la crisis es muy útil: se les enseña a respirar, a relajarse, a buscar un lugar tranquilo, a no desesperarse, a interponer pensamientos más saludables, de que nada terrible va a ocurrir.
Asesoró: Doctor Walter Ghedín, psiquiatra