Dolor, tristeza e incertidumbre fueron tres de los aspectos que Melisa Zurita pudo retratar en cada una de las salidas al aire que hizo desde La Palma con motivo de la erupción del volcán. A través de esta histórica cobertura, ella pudo ser la voz de cientos de personas que veían como toda una vida quedaba tapada por la lava.
Fue la única argentina en transmitir en vivo desde la zona y sus informes coparon la pantalla de todas las señales de aire y las radios. Se puede decir que se terminó acercando motivada por la pasión por su profesión ya que en realidad estaba de vacaciones con su marido y su hija, pero decidió viajar rápidamente a ese punto de Las Canarias para cubrir la noticia. En diálogo con Para Ti, contó cómo vivió esta experiencia.
Melisa en una de las tantas entrevista que realizó a las personas damnificadas por la erupción de La Palma
-¿Cómo surgió la decisión de abandonar tus vacaciones para adentrarte en la noticia?
-Al día siguiente de la erupción empecé a mirar pasajes y decidí viajar. Yo estaba en Madrid y nunca había viajado a La Palma. Hablé con un periodista de ABC, me pasó el contacto de una colega que estaba acá para tener un poco más de información y decidí viajar. No lo dudé demasiado.
-¿Qué fue lo que sentiste ni bien llegaste a la zona del desastre?
-Fue una sensación de sorpresa… Veía el volcán y no podía creer lo que estaba pasando. Nunca había visto un volcán en erupción y fue impresionante. No se cómo describirlo, pero sentir el rugido del volcán, las explosiones… fue impactante.
-Me imagino que recorrer el lugar, como lo hiciste, te permitió conocer múltiples historias de gente angustiada por perderlo todo, ¿hay alguna persona o situación vivida con los lugareños que ye haya quedado grabada en la mente para siempre?
-La noche en la que llegué entrevisté a una chica que me contaba, entre lágrimas, que su casa había sido devorada por la lava. Ya no tenía sus recuerdos y no iba a poder vivir en esa casa ni en ese lugar. Ahí es como que uno empieza a tomar conciencia de la realidad. Los pobladores de la isla me decían que la erupción de 1971 (fue la última y no produjo daños) la habían vivido como un espectáculo, pero ahora con el desastre que hizo la lava es muy triste. Cuando hice la recorrida con la Guardia Civil y Pedro Piqueras, un periodista muy famoso de España, veía los camiones trasladando las camas, puertas, ventanas. Lo que podían. Tenían solo 15 minutos para dejar sus casas. Fue tremendo ver a esa gente llorar saliendo con todas sus cosas e sus hogares. Me conmovió muchísimo. Hay una imagen que se hizo viral de una casa en donde se ve como la lava se la devora. Me encontré al dueño en un bar, me dijo la había visto por televisión y que estaba muy angustiado. Se quedó solo porque su mujer y su hijo se fueron de la isla. Me conmovió porque tenían toda su vida ahí.
-¿Tuviste miedo?
-El día en el que nos sacaron a los periodistas del lugar en el que estábamos sentí miedo. Yo estaba con un compañero, empezó a temblar la tierra y el rugido era muy fuerte. Decidieron evacuar la una y tuvimos que salir corriendo. A la noche se movía el piso, vibraban las ventanas. Yo no dormía. Fue fuerte. También me preocupó mi tema respiratorio porque la verdad es que, en dos oportunidades, una para Telefe Noticias y otra para Telenoche, era insostenible poder respirar.
-¿Tomaste real dimensión de lo que significó tu cobertura?
-No. Ahora que hablo con familiares y colegas, por la cantidad de entrevistas que me realizaron desde Argentina, lo estoy haciendo. Imaginate que también me llamaron de México, Paraguay y hasta ABC News de Estados Unidos y de CNN En Español. Estoy corriendo todo el tiempo tratando de obtener información, yendo a los centros de comando desde donde se lleva a cabo el operativo, hablando con la gente, con el presidente de Canarias y voy tratando de conseguir todo para poder transmitirla de la mejor manera.
-¿En qué situación está La Palma ahora?
-Muy complicada porque los expertos anuncian que esto no va a terminar rápido. Se habla de que hay para entre 50 y 55 días más y que las coladas pueden ser mayores. Hay sismos de una magnitud de 3.8, así que eso atemoriza muchísimo a toda la población. La calidad del aire por momentos es muy mala para poder respirar.