El calor empieza a apretar y en muchas cases se plantea la idea: ¡pongamos una piscina en la terraza!
Las terrazas han sido el espacio estrella de la cuarentena. Ahora surge una nueva forma de explotarlas, colocando piscinas "desarmables" o fijas. Pero ¿es seguro tomar esta decisión? ¿entraña algún riesgo?
El peso del agua
El agua tiene un peso nada despreciable. Nuestras terrazas no están calculadas para soportar el peso total que supone un gran volumen de líquido. El peso que pueden resistir depende de varios factores:
- La edad de la vivienda. El año de construcción determina la normativa utilizada para el cálculo estructural. Dependiendo de la norma, las cargas (acciones) aplicadas pueden variar ligeramente. Pero no nos engañemos, esa variación puede suponer tan solo 5 o 10 cm más en la altura del agua de la piscina.
- El diseño estructural. Según el diseño del edificio o casa, se definen los elementos estructurales, su combinación y el cálculo de cargas consideradas. Además, se aplican determinados coeficientes de seguridad. Paradójicamente, el escenario más desfavorable no responde siempre a la lógica de una mayor carga. Influye también cómo se reparte. Colocar una piscina puede desestabilizar la estructura, comprometiéndola. Incluso puede provocar su colapso y derrumbe.
- La localización geográfica. Los valores de las cargas no son los mismos para un edificio residencial en un sitio con cierta altitud donde nieva a menudo que frente al mar, por ejemplo. El tipo de suelo y el ambiente también influyen, determinando el cálculo y diseño estructural.
- El tipo de espacio abierto al exterior. Tampoco se calculan igual las azoteas transitables públicamente que las de uso privado, o las terrazas o balcones. Las cargas y su distribución varían, pues no se comportan estructuralmente igual.
- Existen además movimientos de distinto origen que afectan a la estructura. Otras cargas, oscilaciones, vibraciones o dilataciones y contracciones por cambios de temperatura también influyen, al igual que las reformas realizadas en el edificio o parte de él y el estado de la estructura.
Existen soluciones de refuerzo estructural para terrazas que se pueden acometer, pero pueden entrañar ciertas molestias.
- Pedir un estudio de viabilidad. Cálculos de diseño aparte, tenemos que tener en cuenta otros factores propios de la edad y la vida del edificio. El tipo de ambiente, la salud de las estructuras, así como el uso y el mantenimiento del edificio influyen decisivamente.
- Asesorarte por expertos. Ellos estudiarán la viabilidad de la pileta, emitirán su correspondiente informe técnico y podrán aconsejarle sobre la mejor opción para su vivienda y el lugar idóneo para ubicarla.
- Vigilá el estado de la terraza. Existen otros peligros derivados del uso de estas piletas en terrazas: los sumideros y canalizaciones son a menudo puntos flacos. Deben estar limpios y en pleno funcionamiento para, en un momento dado, absorber el agua que pueda rebosar.
- El mantenimiento general de estos espacios puede comprometer también la recogida accidental de gran cantidad de agua. En concreto, el estado del piso, los encuentros con paramentos adyacentes y con pretiles, los rodapiés y otros puntos delicados deben encontrarse en buen estado.
- Pueden existir filtraciones o fisuras no perceptibles. Si se produjera una inundación por rotura de la piscina o un vaciado incontrolado, los daños pueden tener graves consecuencias, también para terceros. Y pueden no aparecer de forma inmediata o visible.
Por tanto, poner una piscina no tiene por qué suponer un perjuicio, si antes de instalarla se han considerado aquellos factores que puedan entrañar peligro alguno para el edificio, los bañistas, u otras personas. Tomando estas precauciones, se garantizarán la seguridad y la salud de todos.