Los restaurantes de Praga han ido mejorando poco a poco después de haber estado varios años regidos por las autoridades estatales. Gracias al turismo, se han ido abriendo locales nuevos y reinventando la forma de atraer a los visitantes extranjeros, quienes desbordan los lugares más populares en primavera y verano.
En sitios como los locales de salchicha checa, se puede comer de parado en la barra; los locales ubicados en la calle son los apropiados para un desayuno rápido donde degustar diferentes pasteles, preferentemente los trdelník.
Cuando visitamos Checoslovaquia, caminando por sus pintorescas calles, nos acostumbramos a sentir olor a masa recién asada que provenía de pequeños puestos de venta: eran los trdelnik, bollos dulces de canela -tradicionales de la repostería checa- que se venden en los barrios de Praga.
El nombre trdelník proviene de trdlo, palo de hierro sobre el que se envuelve la masa para hornearla. Se hacen tiras de masa dulce que se enrollan en una barra cilíndrica de hierro giratoria con el objeto de cocinarlas a fuego lento.
Una vez lista la masa, se retira el palo y el rollo, hueco en su interior, desprende un ligero sabor ahumado. Cuando finaliza su cocción, la masa alcanza un tenue color tostado; luego, el rollo se corta cada 10 cm, aproximadamente.
Los trdelník se aromatizan con canela o se los recubre con una mezcla de harina, azúcar y nueces. En muchas ocasiones se los suele servir con miel, bañados en chocolate. En verano se adornan con una bocha de helado. La nueva preferencia es tapar un extremo del trdelník y rellenarlo con crema, helados y frutas.
Mientras esperábamos en uno de los puestos el turno para ser atendidos, aprovechamos para beber un vino caliente, ahí, de pie en la calle, disfrutando del espectáculo de los pasteleros checos, y alternando el aroma de la masa y canela tostada con el murmullo intenso de los turistas.
Si bien el trdelník se comercializa durante todo el año, es en épocas de Navidad cuando la ciudad se llena de vendedores ambulantes que lo cocinan sobre fuego o carbón, en especial en la Plaza de la Ciudad Vieja -corazón de Praga- donde existe un mercado rodeado de callecitas intrincadas, edificios históricos y alguna calle peatonal.
También hay puestos en la Plaza de Wenceslao, rodeada de varios hoteles; asimismo existe un centro comercial que en sus inicios era un mercado de caballos y que hoy alberga, entre sus arcadas, teatros y cines.
Volviendo a los trdelník, charlamos con nuestro guía sobre los ingredientes de estos bollos de canela y nos explicó que para hacerlos se necesita harina, manteca, azúcar, huevos, levadura fresca, leche, una pizca de sal y canela.
Si querés prepararlos en tu casa es importante contar con algún objeto cilíndrico –al estilo palo de hierro mencionado- para envolverlos con las tiras de masa. Se mezcla el azúcar, la leche tibia y la levadura; se deja reposar y luego se le agrega la harina, los huevos y la sal. A continuación se derrite la manteca e incorpora a la masa. Se amasa bien con las manos y se deja en reposo. Luego se cortan tiras para enrollarlas en el cilindro y se las pinta con huevo antes de llevarlas al horno.
Y con un marco nevado de invierno, donde el calor del carbón entibia hasta los sentimientos, nos alejamos de esos cielos del mundo cuyas calles se inundan con aroma de masa y canela.
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