Entre 1998 y 2001 Luis Miguel y Mariah Carey fueron una de las parejas favoritas del espectáculo. Eran seguidos por la prensa en cada paso que daban mientras ellos, lejos de ocultarse, se dejaban fotografiar, sonrientes y apasionados.
La relación nació en Aspen, Estados Unidos, tal y como lo retrata Luis Miguel, la serie, solo con algunas diferencias. Se dice que un gente inmobiliario fue el que arregló una cita a ciegas entre ellos, que ambos aceptaron de buena gana: para Luis Miguel suponía la posibilidad de estar con alguien que perteneciera a su ajetreado mundo, mientras que para ella, podía significar un reencuentro con sus raíces latinas, ya que su abuelo paterno había nacido en Venezuela.
Se dice que durante la primera cita, ella quedó impresionada al ver a una persona que bebía mucho y llevaba el pelo despeinado, y que por ello pidió ayuda a su hermano para huir del encuentro. No obstante, Micky no se quedó con los brazos cruzados e hizo todo por conquistarla: al día siguiente, le envió un collar de diamantes Bvlgari que terminó impresionándola.
En su autobiografía, The meaning of Mariah Carey, la cantante le dedica todo un capítulo a su ex novio, contando detalles de su relación: “Una pequeña parte de mí estaba intrigada. Tenía un innegable estilo apasionado” reconoce en el libro haciendo referencia a aquel primer encuentro. Explica que al día siguiente le envió un caro collar de Bvlgari, uno de los gestos románticos que tuvo con ella: “Pronto supe que era su estilo; era un auténtico amante latino. Él no reprimió sus demostraciones materiales de adoración. Una vez, llenó todo un jet privado con rosas rojas para sorprenderme”.
Al parecer, la química y los "grandes gestos" hicieron lo suyo (Luismi le regaló también el piano con el que ella soñaba cuando era muy chica). Tiempo después, el romance salió a la luz cuando fueron captados durante una cena, en Nueva York. La relación iba en serio, tanto que la Mariah se sinceró sobre cómo se conocieron en una entrevista con Oprah Winfrey: “Se llama Luis Miguel”, comentaba Mariah a quien preguntó Oprah: “¿Es el cantante famoso?”.
Y luego brindó detalles de cómo nació la relación a la famosa presentadora: “Estábamos en Aspen, Colorado, en la Navidad pasada. Él rentó una casa ahí y yo otra, con mi familia. Porque a mí me gusta la Navidad con nieve. Los que nos rentaron las casas a él y a mí, le dijeron que yo lo quería conocer, y yo ni sabía que Luis Miguel estaba ahí. Y me dijeron que él quería hacer una fiesta privada para mí. Así que fueron los que nos rentaron las casas quienes hicieron el papel de Cupidos para que él y yo nos uniéramos”, reconoció. Además, le contó a la conocida presentadora que el hecho de que ambos fueran cantantes es algo que ayudó a su relación. “Estoy con alguien que me apoya y entiende lo que yo hago como cantante”, dijo.
Mientras estuvieron juntos, pasaban sus días en sus mansiones, viajaron en varias oportunidades y hasta vinieron a la Argentina, en el marco de la gira que el cantante brindó en varios puntos de nuestro país.
Las cosas parecían fluir muy bien, hasta que quisieron grabar un tema a dúo -algo que la serie se encargó de reflejar- que quedó trunco porque el cantante no estuvo de acuerdo con los arreglos propuestos por Mariah. Al Sol de México no le gustó el resultado final, mientras que ella lo incluyó en uno de sus álbumes posteriores.
Otro de los conflictos que tocó la serie ocurrió cuando la cantante lo había conectado con un productor de Hollywood para protagonizar la película El Zorro (junto a Anthony Hopkins y Catherine Zeta-Jones). Por problemas de agenda, Luis Miguel declinaría esta propuesta, dejando el papel en manos del español Antonio Banderas. Esta decisión se convertiría en otro de los álgidos problemas entre ellos.
Por otro lado, los celos ocuparon un lugar preponderante en la pareja, que la bioserie también reflejó. Mariah estaba rodando Glitter, una película en la que también actuaba su ex, lo que provocaba un gran malestar en Luis Miguel y que los llevó a tener grandes discusiones.
Los motivos detrás de la separación nunca se esclarecieron del todo, aunque se habló de una infidelidad y el deseo de Mariah de querer tener hijos, que no coincidía con los planes del mexicano. En 2001, después de 3 años juntos, se terminaron separando.
Mariah también mencionó lo ocurrido en su libro: “Había pasado por muchas cosas y perdió a su madre a una edad muy temprana (…) Hice todo lo posible para apoyarlo emocionalmente, pero estaba pasando por mi propio proceso, llegó un punto con el que ya no podía lidiar con eso. No nos ayudábamos a sanarnos. En el mejor de los casos, Luis era generoso, espontáneo y apasionado, pero en el peor, era errático y ansioso y tenía una nube oscura sobre su cabeza” asegura.
La ruptura fue devastadora para la norteamericana, quien debió internarse en una clínica para recuperarse de la depresión y los sentimientos que le generó la separación, ya que se decía que Luis Miguel le había sido infiel. Una relación que había empezado en pleno auge de sus carreras y que no prosperó justamente por ese mismo motivo.