Tenía 53 años, era el hermano menor de los varones Maradona y murió este martes a la madrugada tras sufrir un infarto. Hugo Maradona murió casi un año después de la muerte de su hermano entrañable, Diego Maradona.
En una entrevista que le había dado al diario italiano Corriere Della Sera, en diciembre del año pasado, tras la muerte del astro del fútbol, Hugo comentaba que hablaba todas las semanas con él, que muchas veces lo despertaba a horas de la madrugada debido a que Diego no se fijaba en la diferencia horaria entre Buenos Aires y Napolés donde estaba viviendo desde hacía años su hermano menor. De hecho, la última vez que habló por teléfono con él fue tres días antes de su muerte, el 22 de noviembre a las 3 de la mañana.
"Tenía su habitual voz divertida. Me preguntó cómo estaba, si necesitaba algo. Me mantuvo despierto durante casi media hora para contarle los partidos de fútbol que no había podido ver. "Extraño el fútbol", dijo. Después de unos días, vuelvo a estar en forma y vuelvo a mi vida. Le pregunté cuándo volvería a Italia y él: a ver, tal vez en Navidad", recordaba aquella última conversación telefónica con su hermano.
"Estaba sereno. Si Diego hubiera estado sufriendo esa noche, habría hecho todo lo posible para que yo no me diera cuenta. Él era así, no quería molestarse. Somos siete hermanos y hermanas, nos llamó a todos pero no habló de sus problemas. Nunca lo hizo. Por eso digo, con mucho dolor, que solo él sabe la verdad sobre las últimas semanas de su vida", decía en aquella entrevista del diario italiano.
De Diego decía que era "generoso, bueno. Hermano, de hecho. En el sentido más profundo. Esta era su vida privada, siempre lo amaré... Fue el mejor futbolista de todos los tiempos. Un extraterrestre. Todos deben recordarlo en el campo: su mundo, su vida. Por lo demás, déjelo estar solo al menos ahora. Me parece que ya ha sido suficientemente juzgado. Para muchos era un negocio vivo, pero para nosotros era una persona normal. Somos hijos de los mismos padres, en un momento pasó a mil. Pero cuando nos juntamos éramos iguales, los chicos de Lanús".
Estaba triste, preocupado por cómo había muerto Diego, y afligido por las internas y peleas que se estaban dando en la familia por la herencia de su hermano. "Si no hubiera sido una muerte natural, sería un dolor aún más fuerte. Tengo fe en la justicia, si hay un culpable tendrá que pagar. Mi hermano no se lo merecía. Ayudó a todos, nunca pidió nada a cambio y muchos se aprovecharon. Ciertamente cometió errores, pero nunca se escondió. Pagó un precio muy alto por esto, poniendo su rostro en ello cada vez. Solo", decía consternado.
"Los hijos de Diego deben estar tranquilos. Los amaba mucho, también se ganaba para ellos, y es justo que su herencia sea para ellos solos. Esta búsqueda del tesoro de los últimos días es muy triste", decía acerca de la herencia.
"¿Estás esperando algo?", le preguntó la periodista. "No me importa", contestó. Estaba conforme con lo que Diego le había regalado en vida: lo había llevado a Nápoles donde "el amor de la afición por Diego alivia mi dolor", decía. Y tenía un despertador con la forma de Mickey Mouse. "Me regañó por dormir demasiado, le dije que no tenía despertador y me dejó tenerlo. Grande y con un fuerte trino. Ahora se lo he pasado a mi hijo Tiago que tiene 23 años. Diego fue su padrino", contaba.
Se habían visto por última vez dos años antes, en Navidad en Argentina. "Con Dalma, Giannina, Diego jr. Fue genial estar todos juntos. Queríamos volver este año, pero la pandemia ni siquiera me permitió ir a saludar a mi hermano por última vez", se lamentaba en aquella entrevista sin imaginar que tras la siguiente Navidad él también partiría y también a raíz de un problema cardíaco, como su hermano del alma.