Una de las especies más resistentes y decorativas por excelencia, es la pata de elefante. Ideal para exteriores e interiores amplios, consigue darle un toque rústico y exótico a cualquier rincón de la casa.
También conocida por su nombre científico como Nolina recurvata, es una especie originaria de México y Centro América, y forma parte del género botánico Beaucarnea de la familia de las asparagáceas.
En su estado natural puede llegar a alcanzar hasta los 10 metros de altura. Sin embargo, cuando se cultiva en macetas, no supera el metro y medio, por lo que es ideal para lucirse en interiores amplios.
Su rasgo más característico es su tronco que se ensancha en la base para dar espacio a las reservas de agua de la planta, otorgándole así una forma muy similar a la de una pata de elefante -de ahí su popular nombre-.
Sus hojas de color verde intenso son finas, largas y "despeinadas", y tienen una caída muy interesante.
Cómo cuidar la planta pata de elefante en interiores
- Luz: prefiere la exposición solar, aunque puede crecer en espacios a la semisombra.
- Ubicación: lo ideal es ubicarla en un lugar amplio cerca de una ventana.
- Temperatura: le sientan bien las temperaturas más cálidas y no tolera aquellas por debajo de los 10 ºC.
- Riego: el exceso de agua es uno de los puntos débiles de esta especie. En verano, se recomienda regalarla con moderación una vez por semana e ir reduciendo la frecuencia en invierno.
- Sustrato: si bien no es muy exigente en cuanto a suelos, se recomienda apostar por uno que drene bien y evite los encharcamientos.
- Fertilizante: en interiores, se le puede aplicar un abonado orgánico mensual durante los meses de mayor crecimiento (primavera y verano).
- Poda: si bien no es necesaria, se recomienda retirar aquellas hojas que se van estropeando y secando de forma natural.