El debate de cuántos desean volver a la oficina y cuántos prefieren quedarse trabajando de manera remota ha estado en el centro de la conversación hace ya varios meses. Y algo que lo acompaña es, si volvemos ¿Cómo debemos ir vestidos? Taina Laurino, especialista en protocolo internacional e imagen pública, comenta "El concepto de la ropa de trabajo no ha sido desafiado tanto como otros tipos de modas a lo largo de la historia, como ha ocurrido luego de esta pandemia" y explica "La última vez que los vestuarios profesionales vieron una gran sacudida fue durante la década de 1850, cuando las mujeres comenzaron a adoptar elementos a medida inspirados en el traje tradicional de los hombres en un nivel más convencional, como símbolo de poder", precisa.
En tanto, analiza lo que sucedió durante casi dos años de trabajar puertas adentro del hogar, lo que "le simplificó la vida a muchos trabajadores" y describe: "En diversos sectores laborales, pensar en volver a la oficina en una vestimenta sumamente formal, especialmente entre la generación Z, es casi un recuerdo del pasado. Pero lo que si algo ha quedado claro, es que, así como se ha disfrutado de la comodidad de la ropa de entrecasa durante todo ese tiempo, el deseo de vestirse es más fuerte que el deseo de ir “así nomás”, reconoce.
En tanto, existen ámbitos en los que los cambios han sido más sutiles: "Si bien en algunas grandes corporaciones o círculos laborales como los diplomáticos u oficiales, las formalidades en ciertos códigos de vestimenta van a seguir prevaleciendo, en su mayoría han sufrido modificaciones".
Y hace referencia a que el cambio de mentalidad en la vestimenta ya se vislumbraba, incluso, antes de la pandemia. Aunque esta lo aceleró. "En esta nueva era post pandemia, vemos que este cambio se realizó de manera más forzada, fue muy bien recepcionada y ahora a la hora de comprar, se buscan estilos más modernos, versátiles, pero también acordes a la profesión".
En el último tiempo vimos circular algunas noticias de que los trajes iban a desaparecer por completo, dado que los jóvenes ya no lo veían como piezas necesarias para ir a trabajar, y se comprobó que esto fue solo un mito.
Cambios en la vestimenta de hombres y mujeres
Taina hace un repaso por los cambios más visibles, y cita: "Los hombres, en vez de usar una camisa, se ha optado por usar una remera blanca de algodón y en reemplazo de los clásicos zapatos de suela o mocasines, zapatillas con estilo arreglado de cuero marrón y azul", describe. En tanto, las mujeres: "Podemos ver la disminución en altura de los tacos para asistir a la oficina e inclusive, en muchos casos, nuevos conceptos de zapatos cerrados, bajos y formales pero cómodos para poder cumplir con la gran cantidad de horas laborales".
Por otro lado, ciertas marcas acompañaron estos cambios: "Distintas casas de moda re adaptaron aquellos looks de trajes o vestidos de oficina formales, en un estilo que no deja de ser formal pero con un toque especial de desestructuración, donde las telas son más flexibles y a gusto a la piel", describe y añade: "En base a estudios de comportamientos de distintas consumidoras en el mundo, se ha notado que elegir qué ponerse ha vuelto a ser divertido en cierta manera y uno se ha vuelto más selectivo".
Luego analiza lo que significa la imagen a través de la vestimenta: "Sabemos muy bien la importancia que tienen las primeras impresiones, y está comprobado en infinitos casos, escenarios sociales y profesionales, como influye la manera que uno se presenta y cómo nos perciben a partir de eso. La vestimenta es una forma de comunicar ideas, valores y aspiraciones. A través de nuestro atuendo anunciamos quiénes somos, qué nos preocupa o representa, y a dónde pertenecemos, o aspiramos a pertenecer. En cierto sentido, nosotros nos convertimos en lo que nos vestimos. Nuestra ropa nos ayuda a darnos confianza, cercanía o distancia, confort o estructuración".