Cuando se trata de ponerle color a los espacios las plantas son grandes aliadas. Y es que además de trasladar un fragmento de la naturaleza al hogar, funcionan como cualquier otro accesorio deco, con un alto valor estético.
La drácena rubra aporta estilo y genera focos de atracción muy efectivos. Es por eso que se consagra como una de las plantas de moda y desfila por las redes sociales enamorando a primera vista a los plants lovers.
También conocida por su nombre científico como Cordyline rubra, es nativa de Australia y forma parte de la familia de las Agaváceas.
La especie original se caracteriza por tener hojas gruesas y recurvadas de color verde oscuro con el nervio central rojizo. En los jardines de muchos países tropicales, crecen híbridos sin designación específica que llegan a desarrollar varios tallos y adquieren una forma similar a la de un arbusto que puede alcanzar hasta los 3 metros de altura.
Si es bien es apta para interior y exterior, lo más común es encontrarla vistiendo fachadas, canteros y formando lindas combinaciones con otras especies.
Pero hay que admitirlo: la drácena roja (uno de sus nombres vulgares) resalta por sí sola y es capaz de convertirse en la estrella del espacio.
Cómo cuidar la drácena rubra
- Luz y ubicación: necesita abundante luz natural para mantener el color de las hojas, pero siempre evitando los rayos directos del sol. Es sensible a las corrientes fuertes de aire, por lo que se recomienda ubicarla en un espacio al reparo de las mismas.
- Temperatura: prefiere temperaturas templadas o cálidas, que oscilen entre los 22 °C y 26 ºC.
- Riego: si bien no es muy exigente, resulta clave evitar que el sustrato llegue a secarse por completo. Se recomienda hacerlo de manera abundante dos veces por semana en verano y semanal en invierno.
- Sustrato: debe ser fértil y contar con un buen drenaje que evite los encharcamientos.
- Plagas: es susceptible al ataque de araña roja y cochinilla.