Hace un año decidí dejar de cortarme el pelo. No es una promesa, es medir el tiempo en mi pelo.
Me gusta jugar con las cosas que hace el tiempo. Me da curiosidad saber hasta dónde llegara el día que se cumpla uno de mis más grandes anhelos. Pero eso no es lo que vengo a contar, por lo menos hoy.
Mi nombre es Julieta Campelli, pero me dicen “la Crochetera hot”, el 29 de este mes cumplo 33 años, tengo tres hijos, dos perros y una gata. Vivo en 9 de julio, provincia de Buenos Aires, Argentina y hace 7 años que tejo.
Sentada en el borde de mi cama, en plena madrugada, dándole la teta a mi hija recién nacida, se me cruzó por la cabeza que había algo diferente para mí, que si me animaba y empezaba a ovillar esa madeja toda enredada, iba a encontrar cosas maravillosas.
Hace 6 años atrás era mucho tiempo. Pasaron muchas, muchísimas cosas, y despacito como quien no quiere la cosa, me desperté, me puse de pie, tomé la madeja y empecé a ovillar. En 2018 las cosas se pusieron difíciles, tuve que tomar el volante y hacer mi propio camino. Creé una cuenta de instagram y la llamé Naranja Lima Tejidos.
La idea era enseñar a tejer de manera online, pero algo más hermoso me esperaba aún. Mis cursos y patrones de tejido eran mucho más que eso, en cada video o línea que escribía en mis revistas de tejido, contaba una historia. Mi historia.
Nunca imaginé lo que eso provocaría en los demás, más que pronto empecé a recibir mensajes de mujer de diferentes partes del mundo, la pregunta se repetía una y mil veces. "¿Cómo lo hacés juli?". "¿Cómo hacés para ser madre de tres niños, emprender y además llevar a cabo todos tus objetivos?"
Lo que para mí era súper natural, para algunas personas no tanto. Me di cuenta que con una organización adecuada y con un propósito poderoso iba a poder lograr cualquier objetivo que me propusiera. Siempre con los pies en la tierra, sabiendo que hay cosas que sí puedo hacer y cosas que no. Entonces, desde ese punto de partida, es como armo mi mapa mental. Y acá entra en juego el factor más importante para mí: el tiempo.
¿Qué hacemos con nuestro tiempo?
¿Nos sentamos a esperar que pase? ¿O lo administramos y hacemos que las cosas pasen? Mis hijos tienen 14, 10, y 5 años, como sabrán ellos tienen necesidades muy diferentes, y yo también las tengo.
Organizarme es el mejor favor que me puedo hacer. En los inicios de mi emprendimiento trabajaba sin parar, no encontraba el límite, hasta que un día en una situación no tan linda para mí, me di cuenta que si no me organizaba, más tarde lo iba a lamentar.
No puedo decir que es fácil, porque de hecho para mí no lo es, pero sí puedo decir que teniendo una buena gestión del tiempo y trabajando duro por un propósito las probabilidades de que tu idea y/o proyecto vean la luz serán mucho más altas.
Tengo muchas cosas para contar pero hoy quiero invitarte a leer esta historia
Son las 5 am, y lo que alguna vez fue un sueño está a punto de concretarse, suena el despertador, a mi derecha un pie calentito me roza la pierna, no quiero prender la luz, es muy temprano. Me ato el pelo, me alisto en el baño y entro a la cocina.
Abro la cortina de la ventana, agradezco por un día más, y pongo la pava. Con el mate en mano, auriculares y buena música me dispongo a hacer que las cosas pasen. Mil cosas pasan por mi cabeza, por momentos es tanto el orgullo que siento que me doy cuenta que tengo la piel de gallina.
Me rio sola, a veces lloro también.
El taller es la habitación de mi hija, es un lugar muy chiquito, lleno de cositas tejidas, de frases motivadoras, de dibujos de mis hijos y fotos de mi familia, hay madejas por todos lados, es una explosión de colores y de emociones.
Este lugar es mi templo, mi espacio sagrado, es donde llevo a cabo todas las locuras que se me cruzan por la cabeza. Me siento en el escritorio y enfrente mío está la pc, a mi derecha, la ventana que da al patio, por donde veo los más lindos amaneceres.
Prendo la computadora, leo, investigo, reviso algún que otro cuadernito con intenciones, y tejo, ¡sí, tejo! El tejido me invita a la reflexión, me llama, me pregunta y en el encuentro la respuesta.
Son las 7 am y un nuevo día comienza para mis hijos, tomo una pausa, los llevo al colegio y vuelvo.
Entre idas y vueltas, almuerzo, fútbol, taller, inglés… transcurre mi día.
También me ocupo de mí por supuesto, voy al gym, tomo clases de inglés, visito a la gente que quiero, y de vez en cuando me hago algún que otro mimo. Llega la noche y con ella la cena, ya se siente el cansancio, nos sentamos los cuatro, charlamos de cómo nos fue en el dia, a veces nos matamos de risa, y otras no. Otras me toca ser seria ( aunque me cueste). Además de emprender, estoy educando.
Mirando dibujitos en la cama grande termina mi día. En la búsqueda de mi crecimiento personal, me encuentro con el miedo de perderme cosas muy valiosas, pero cuando se pelea por el espacio, a veces se pierde el sitio. Vivo mis días intensamente, disfruto cada momento y les hago saber a mis hijos lo mucho que los amo.
También les pido disculpas, además de ser mamá, soy mujer y amo emprender
¿Qué quiero transmitir con esto? Que si tenés una idea, un proyecto, algo que te encienda, que te movilice, que te despierte deseo, lo intentes. Tenemos una herramienta muy importante en nuestras manos, y es el buen manejo del tiempo. Pero ojo. No te olvides de vivir.
Fuente: Julieta Campelli, “La Crochetera Hot”, @NaranjaLimaTejidos
