Si bien la colección de joyería de la Reina Isabel II era considerada una de las más importantes de la monarquía, una experta dio a conocer qué elementos estarán junto a ella en su ataúd. De acuerdo a lo expresado por Lisa Levinson, jefa de comunicaciones del Natural Diamond Council, la monarca no llevará excentricidades ni accesorios costosos en su sepulcro.
Se tratan de dos piezas de alto valor sentimental para la Reina: su anillo de bodas de oro galés y un par de aros de perlas. Mientras que, el anillo de compromiso, que perteneció a la madre del Príncipe Felipe, la Princesa Alicia de Battenberg, quedará en manos de la Princesa Ana, su única hija.
Se trata de un anillo que está engastado en platino y que posee once diamantes (uno de 3 kilates y cinco piedras más pequeñas). A pesar de que se trata de una joya exquisita, será la Princesa Ana, quien lo heredará como parte de la tradición. Cabe destacar que no usará nada más de su joyero personal, compuesto por 300 artículos, entre ellos 98 broches, 46 collares, 34 pares de aros, 15 anillos, 14 relojes y cinco colgantes.
Qué elementos sí decorarán la tumba de Isabel II
El féretro de la Reina Isabel II, que está depositado en el Palacio de Westminster, será acompañado de la Corona del Estado Imperial. Esta fue usada por la monarca sólo en una oportunidad (en la Apertura Estatal del Parlamento) y se trata de una de las reliquias familiares más asombrosas. Esta corona cuenta con 3 mil piedras preciosas, entre zafiros, rubíes y esmeraldas, y fue fabricada para la Reina Victoria en 1838.
Está valuada en 4,5 millones de dólares y posee los símbolos más importantes de la Corona: el Rubí del Príncipe Negro, el zafiro de San Eduardo y el diamante Cullinan II. Otro de los objetos presentes será Orbe del Soberano, una esfera hueca de oro que data de 1661 y que está adornado con varias piedras preciosas.
El último elemento, será el polémico diamante Cullinan I conocido como La estrella de África y considerado el segundo diamante más grande del mundo. Este decora hoy el Cetro de la Cruz y tiene unos 516 kilates. Esta pieza fue tomada por el Imperio Británico en Sudáfrica y esto significó una deshonra para el pueblo sudafricano, ya que consideran que esta pieza fue, de alguna manera, hurtada de sus tierras.