En las relaciones familiares y de amistad poder compartir lo que nos sucede, pensamos o sentimos, esperar ser escuchado y contenido, es una parte necesaria de la interacción humana ya que afianza los vínculos y nos permite que los lazos creados puedan sostenerse en el tiempo.
Sin embargo, hoy en día la capacidad de compartir lo que nos sucede se pone en tela de juicio, ya que las personas se tornan menos tolerables a ofrecer la escucha activa a otro, sobre todo cuando lo que el otro desea compartir y el modo en lo que hace termina siendo avallasante, al punto tal de terminar sintiendo que roba nuestra energía y terminamos cargando con problemas ajenos.
La licenciada Melisa Mirabet, psicóloga especializada en gestión emocional, nos explica cómo entablar el diálogo, poder escuchar al otro, sin sentir que estamos en la obligación de resolver sus problemas y, sobre todo, cuidando nuestra individualidad.
¿Por qué sentimos la necesidad de hablar de lo que nos pasa?
-Compartir lo que nos sucede, tanto lo bueno como lo malo, es necesidad de los seres humanos para relacionarnos con quienes nos rodean y fortalecer los vínculos creados, ya que somos seres sociales y desde nuestra evolución y desarrollo aprendemos a compartir con un otro. Por lo tanto, la comunicación es un es un valor fundamental en el área interpersonal y, sobre todo, cuando se trata de vínculos son cercanos, el diálogo y la palabra favorecen el intercambio, la conexión y propician el entendimiento para poder conservar y fortalecer las relaciones.
¿Cómo entablar un diálogo y no un monólogo?
Para que exista un verdadero diálogo, es importante tener la capacidad de reconocer que no se trata de un monólogo de nuestra vida, donde lo único que hacemos es centrarnos en lo que nos sucede, pensamos o sentimos sin dar lugar a que la otra persona también pueda compartir lo suyo. Cuando esto ocurre, no solo no se está teniendo registro del otro, sino que además genera un efecto de rechazo porque, quien escucha, se queda con la sensación de quedar cargando con los problemas que le contamos y posiblemente se aleje o lo aburramos.
¿Qué pasa cuando dejamos de tener ganas de escuchar al otro?
-Hay personas que se alejan de vínculos significativos “porque siempre le vienen con alguna pálida” y del otro lado, quienes desean compartir lo que les sucede, se quejan porque simplemente ya “nadie les presta un oído”.
En estos casos ambas partes tienen razón, ya que es es completamente válido el deseo de quien escucha de poder compartir un buen momento y quizás querer “escuchar buenas noticias”, sobre todo cuando en la vorágine del día encontramos pocos espacios para poder estar con los demás y ya cargamos con nuestras propias cuestiones, como también es completamente válido para quien comenta sus infortunios poder quizás contar con alguien que lo escuche.
Estas situaciones ocurren muy seguido y las atraviesan muchas personas en sus vínculos interpersonales, ya sea familiares o de amistad.
Entonces, ¿cómo puedo aprender a escuchar a quien quiero sin terminar cargando con su problema?
-Cuando intentamos dar respuesta a ello, es importante tener en cuenta que los vínculos interpersonales necesitan de la conexión, relación, entendimiento y como ya mencionamos, ello se logra a partir del diálogo y que todas las personas expresan lo que piensan y les sucede con las capacidades comunicacionales que tienen, que pueden no coincidir con las nuestras, quizás lo hacen de forma más efusiva, con un tono elevado, o incluso si lo que nos cuentan es triste, necesiten poder llorar al mencionarlo.
Nosotros no podremos cambiar a los demás, cómo hablan y cómo se expresan lo que les sucede, considerando que, si sobre todo están atravesando una dificultad, la expresarán básicamente como pueden y será nuestro desafío aprender a poner un límite personal para aprender a escuchar sin cargar con aquellos que recibimos.
¿Cómo es posible aprender a escuchar sin cargarnos con los problemas del otro?
-Es una capacidad que puede aprenderse, pero que sobre todo tiene que practicarse y cultivarse. Si bien la escucha es importante para el diálogo, hoy en día nos encontramos frente a dos problemas: por un lado, las personas son avasallantes cuando están atravesando una situación difícil y a veces no son conscientes que se vuelven monotemáticas generando agotamiento en su entorno, por el otro, no sabemos poner límites ni priorizar nuestro vinculo intrapersonal; el vínculo con nosotros mismos; antes de estar para las relaciones interpersonales, es decir, el vínculo con los demás.
Sugerencias que te ayudarán a estar para los demás, sin dejar de cuidarte a vos mismo:
-Recordar que el amor propio no es egoísmo: suelen confundirse y es bueno reconocer la diferencia. La persona egoísta antepone sus deseos, mientras que tener presente el amor propio es considerarnos y tener estima hacia nosotros mismo, anteponiendo nuestras necesidades al deseo de los demás. “No me importan tus problemas y juntémonos cuando tengas algo bueno que contar”, es un claro ejemplo de egoísmo, expresar “en este momento, reconozco estar vulnerable y por mi propio autocuidado, no soy el indicado para acompañarte”, es tener en cuenta tus necesidades y cultivar el amor propio
-Tené presente tus límites personales: evalúa tu predisposición, ya que si sabes que te vas a encontrar con ese amigo o familiar que suele compartirnos sus emociones displacenteras (nos cuenta situaciones que lo enojan, angustian o preocupan), o incluso está pasando un mal momento, ya sabes quizás a lo que vas a exponerte, por eso reconocer que si estamos no estamos en un momento de calma y tranquilidad, no vamos a sentirnos cómodo y abiertos a poder compartir.
-¡Escuchar problemas ajenos no te responsabiliza en tener que resolverlos!: cuando otro nos quiere compartir una emoción, pensamiento o situación difícil que atraviesa, no necesariamente espera que le resuelvas el problema, por lo que dejar hablar al otro, que cuente su historia y comparta, quizás ya es una excelente forma de brindar ayuda, así que no te sientas en la obligación de luego de ese momento de dialogo tener que accionar sobre ello. Y quizás “puedo ayudarte brindándote un oído” es la forma asertiva que en este momento podés brindar.
-Es importante recordar siempre que nosotros también seguramente hemos atravesado alguna situación difícil, por lo que sabemos la importancia de tener un espacio y momento para que alguien te escuche. En la vorágine diaria es cierto que a veces nos sentimos abrumados y no queremos cargar con las cuestiones de los demás y es que justamente, no tenemos que hacerlo, es simplemente acompañar sin descuidarnos a nosotros mismos, teniendo en cuenta las pautas que mencionamos. Si aún así esa relación y problemática nos afecta, ya que el otro no reconoce que justamente acompañarlo comienza a afectarnos, dialogaremos oportunamente sobre ello y siempre tendremos la decisión final de elegir con quienes compartimos nuestro tiempo y cercanía en nuestras vidas.
Agradecemos a la Licenciada Melisa Mirabet, Psicóloga especializada en gestión emocional