“La defensa del patrimonio es la defensa de la identidad. Por eso es importante conocer el ayer para poder construir el hoy…” - Arquitecto Carlos Moreno.
Andando atrás en el tiempo, las actuales Cerrito y Arroyo ostentaban uno de los palacios más esplendorosos de la alta sociedad porteña de la belle époque.
De cara a la Plazoleta Carlos Pellegrini, abrigada por la Plaza de Cataluña y la Plaza Pierre de Coubertin, rompe la traza urbana de estructura dispuesta en damero con finas veredas que permiten recorrer visualmente el estilismo francés de la arquitectura Beaux Arts que supo presumir la “joie de vivre” de la sociedad europeizada de entonces.
El Palacio Ortiz Basualdo fue proyectado en el año 1912 por el arquitecto francés Paul Eugène Pater también conocido como Pablo Pater, nacido en 1879 en Dijon, Francia y muere en Buenos Aires en 1966.
#TipCementero
- Al edificio se lo suele confundir con un homónimo que se demolió en la década del 60 y que también se llamaba Palacio Ortiz Basualdo. Estaba ubicado frente a la plaza San Martín.
- Entre 1990 y 2000 sufrió distintas intervenciones buscando recuperar el paso del tiempo: reparar muros exteriores, carpinterías, balcones, rejas, cubiertas, restitución de pizarras y la reposición del campanile (se trajo de Francia en contenedores).
- La segunda gran intervención comprende o se desarrolla en su interior. Abarcó la modernización de los sanitarios, aire acondicionado central, renovación de las redes electricidad, telefonía y luminarias. Esta tarea incluyo la construcción de un subsuelo para instalar algunos de estos equipos, que conllevo un movimiento de suelos y la realización de una submuracion.
- En el 2009 la embajada encargó un estudio que se dividió en varias etapas (descripción detallada del inmueble, diagnostico técnico y arquitectónico, y recomendación, presupuesto, plan de trabajo) para diagnosticar las distintas patologías del edificio.
Una premisa llegó a oídos del arquitecto, “la casa debía tener un frente monumental”, grandiosa y que representara a la perfección los ideales de belleza de la época. Así lo ordenaron Daniel Ortiz Basualdo y Mercedes Zapiola Eastman, quienes tras quince años de matrimonio, proyectaron su nueva vivienda familiar para vivir con sus tres hijos.
El estilo elegido era muy popular en ese momento, un hôtel particulier francés de cuatro niveles. Este tipo de residencias urbanas de la aristocracia alojaban las familias y el personal de servicio.
Pero la guerra se interpuso y debió asumir el proyecto Pablo Pater primero y a partir de su regreso a Francia en 1914 para alistarse a la Primera Guerra Mundial, debió continuar las obras Eugenio Gantner.
La tipología de el hôtel particulier (palacete) marcaba indiscutiblemente la ostentación de las clases altas que construyeron fabulosas mansiones entre 1880 y 1930.
La inspiración es modelo básico de la arquitectura doméstica en Francia de los siglos XVII, XVIII y XIX con cuatro niveles, basamento, planta noble, planta de habitaciones particulares y mansarda. Se trata de uno de los mejores ejemplos, sin dudarlo, de arquitectura académica de origen francés de Buenos Aires.
El proyecto de la Residencia Ortiz Basualdo se gestó en un lote esquina como edificio semiexento, presentando algunas variantes del hôtel privée y el château dentro de un entorno urbano que se alejaba del trazado colonial desde ya hacía tiempo.
Una gran verja perimetral marca la línea urbana, a través de unos pequeños jardines que anteceden el ingreso al edificio que cuenta con una superficie total de 1.740 m2.
La entrada principal se ubica en el sector inferior del torreón de esquina. Ha sido siempre sujeto de estudio por la magnificencia de su estilo e impronta que destaca el remate del torreón cilíndrico coronado por una cúpula revestida de pizarra y una linterna ejecutada en cinc, jerarquizando el conjunto.
Aunque mucha de su ornamentación original fue quitada, cuentan con un exquisito despliegue decorativo en sus salones interiores con detalles de interiorismo que responden al estilo francés y también al inglés, decorados con motivos chinos, estilo Tudor o Luis XV.
Ya adentro, la infaltable Escalera de Honor conduce a los salones de recepción del primer piso con una recreación de estilos ingleses que caracteriza la entrada principal.
En el vestíbulo circular aparecen motivos de los siglos XVII y XVIII como la ventana neopalladiana que ilumina la caja de la escalera, las barandas de línea Chippendale, los vanos aporticados de inspiración Reina Ana realizados por la casa de decoración inglesa Waring and Gillow y las pinturas de famosos puertos.
Los salones de excelentes proporciones están decorados en distintos estilos. La biblioteca tiene apertura al jardín posterior, recreando el gótico tardío inglés y cuenta con una chimenea con motivos del primer Renacimiento, majestuosa.
El Salón de Billard o fumoir expone combinación de revestimientos y cielo raso estilo tudor con gran chimenea inspirada en el renacimiento francés.
En este salón se puede ver una producción de mapas antiguos del Río de La Plata y se encuentran expuestos los retratos de todos los Embajadores de Francia que se sucedieron a lo largo de los años de historia diplomática.
El Salón de Baile o de Honor luce una versión más temprana del estilo Luis XV. Con una mención estelar a la chimenea de mármol tallado y bronce cincelado. Mirando hacia arriba, el cielo raso está decorado con figuras mitológicas que compiten con las arañas de estilo Luis XV, el busto del Rey Henri IV. Los paneles con pintura decorativa sobre los espejos reflejan el dorado de la boiserie tallada.
El salón redondo de estilo Luis XV con detalles chinescos se dedicó a la música. Aquí los espejos, las consolas y sus cartelas con tallas alusivas son los protagonistas.
Continuando el recorrido, el Gran Comedor emula al del Palacio Real de Oslo, de estilo barroco inglés. Aquí me detengo en los detalles alegóricos, espejos y pinturas murales representando naturalezas secas. El recinto se utiliza ahora como sala de reunión, decoración inspirada del estilo tudor con su generoso bow-window con valiosas maderas en bajo relieve.
La década del 30 desestructuró el patrimonio de muchos quienes supieron prosperar a lo grande, por lo que debieron despojarse de palacios tan ostentosos como éste, sumado claro está al cambio de vida de los integrantes de las familias.
El palacio fue comprado por la familia Piveau León. El edificio también fue utilizado como residencia del Príncipe de Gales, Eduardo VIII, en 1925.
Para 1939, el Estado francés lo compra e instala su representación diplomática, aunque la residencia del embajador de Francia estaba ubicada en San Isidro. Para 1970, el edificio se deterioró de tal modo que estuvo a punto de ser demolido.
Afortunadamente la suma de la presión de varios organismos privados, vecinos y hasta el mismísimo Gobierno Francés hizo que conservara su lugar, como icono de una zona que se destaca por su singularidad, consolidando el telón francés que ostenta Buenos Aires principalmente en esa zona de grandes residencias.
El patrimonio es tangible como las obras de arquitectura, e intangibles, como los modos en que se vivió en esa arquitectura. Mantenerlos vivos perpetuará su memoria, evitando la perversidad del olvido.
Texto: Silvina Gerard @silvina_en_casapines.