El ACV ocurre cuando se obstruye o se lastima alguna de las arterias que lleva sangre al cerebro. En el primer caso hablamos de ACV isquémico, que es el más frecuente y representa el 85% de los casos, mientras que en el segundo caso hablamos de ACV hemorrágico. En ambas situaciones, la parte afectada del cerebro deja de recibir oxígeno y nutrientes fundamentales para mantenerse en funcionamiento y se produce así un daño irreversible.
¿Por qué dejamos de llamarlo “accidente” y lo denominamos “ataque”?
El concepto de accidente da la idea de un suceso imprevisto. Sin embargo, el ACV puede prevenirse en la gran mayoría de los casos. Es por eso que aunque la sigla no se modifique porque ambas palabras comienzan con la letra A, hoy hablamos de ataque cerebrovascular.
¿Por qué es importante reconocer y tratar a tiempo el ACV?
El ACV es la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte a nivel global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 15 millones de personas sufren un ACV cada año en el mundo y se estima que 1 de cada 6 personas lo tendrá en algún momento de su vida. El riesgo de presentar un nuevo ACV es de casi 20% a los 4 años de ocurrido el primer evento.
Hoy en día contamos con tratamientos que pueden disminuir la discapacidad permanente e incluso la muerte en la persona que presenta un ACV. Pero estos tratamientos tienen un tiempo muy limitado (horas) para poder ser aplicados. Uno de los factores principales de la demora en la consulta es el hecho de que muchas veces los síntomas del ACV son malinterpretados o no tomados en cuenta por los pacientes o sus familias. De esta manera, se pierde un tiempo muy valioso durante el cual se podría reducir la posibilidad de una secuela permanente o la muerte.
¿El ACV puede prevenirse?
En la gran mayoría de los casos, el ACV es consecuencia del control inadecuado de ciertas enfermedades crónicas o la presencia de hábitos no saludables. Es lo que llamamos factores de riesgo. Entre ellos podemos mencionar la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, los niveles elevados de colesterol, la obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo. Ser hipertenso es el principal factor de riesgo para un ACV: 8 de cada 10 personas con ACV lo son. Es fundamental realizar los controles médicos periódicos que pueden detectar estas enfermedades y, si son diagnosticadas, tener un adecuado seguimiento médico y adherencia al tratamiento. Además, es muy importante la modificación de hábitos: no fumar, realizar actividad física aeróbica en forma regular y mantener una alimentación saludable.
¿Cuáles son los síntomas del ACV?
Los síntomas que deben hacernos sospechar de inmediato que una persona puede estar presentando un ACV son:
● Dificultad para hablar y/o entender lo que otros están diciendo
● Pérdida de fuerza o entumecimiento de la cara, el brazo o la pierna.
● Pérdida de la visión en uno o ambos ojos.
● Dolor de cabeza intenso.
● Problemas para caminar o mantener el equilibrio
Si notamos que una persona presenta cualquier síntoma de los explicados anteriormente, incluso si parecen mejorar o desaparecer, debemos verificar rápidamente lo siguiente:
● Cara. Pedirle a la persona que sonría. ¿La cara no está igual de los dos lados?
● Brazos. Pedirle a la persona que levante ambos brazos. ¿Un brazo tiende a caer? ¿O no puede levantar un brazo?
● Habla. Pedirle a la persona que repita una frase simple. ¿Arrastra las palabras, habla de manera extraña o no comprende lo que le decimos?
● Tiempo. Ante cualquiera de estos signos, debemos llamar al 911 o a un servicio de emergencias médicas de inmediato. Es fundamental ser trasladado a un centro especializado como lo es el Hospital Británico.
El ACV tiene salida
Como se explicó anteriormente, el ACV es una urgencia médica que requiere atención hospitalaria inmediata a fin de brindar tratamientos que logren por un lado disminuir el daño cerebral y el riesgo de muerte, y por el otro lado aumentar la posibilidad de una recuperación adecuada.
Se suele mencionar habitualmente la frase “tiempo es cerebro”. Y esto es así, pues cada minuto que pasa se daña en forma irreversible una cantidad mayor de tejido cerebral. El objetivo de los denominados tratamientos de reperfusión que se realizan en la fase inicial del ACV es justamente salvar regiones del cerebro “en riesgo” de infarto.
Para esto es crucial la atención en un centro de alta complejidad que esté capacitado para evaluar adecuadamente al paciente y eventualmente ofrecerle los tratamientos mencionados con un adecuado margen de seguridad. De hecho, los estudios muestran que aquellos centros que poseen una atención especializada en ACV logran una disminución de la mortalidad y la discapacidad de aproximadamente el 40%. En nuestro país, son pocos los centros con capacidad para atender de manera efectiva a los pacientes con ACV.