Algunas de las iglesias más imponentes de la ciudad de Buenos Aires empezaron siendo de adobe. Otras, marcaron el nivel de crecimiento de un barrio. En tanto que un considerable número de ellas fueron posibles gracias a la donación de tiempo y dinero de la "élite" de principios del siglo XX.
Pero en cualquiera de los casos, la arquitectura y el arte hicieron su invaluable aporte a la condición espiritual de los hombres y mujeres argentinos. ¿Vamos a conocerlas?
Catedral Metropolitana (Av. Rivadavia y San Martín)
La catedral metropolitana de la Santísima Trinidad que conocemos tuvo otras cinco versiones anteriores debido a sucesivos derrumbes de cuando era de adobe y paja.
Es la principal sede de la Iglesia Católica de la Argentina y tiene una larga historia que incluye demoliciones, inundaciones, defectos estructurales, cambios de estilo y de vientos políticos.
Hoy, ostenta una fachada neoclásica y un interior renacentista italiano con detalles de ornamentación francesa. En el interior alberga tesoros del siglo XVII y XVIII.
Su enorme cúpula renacentista de más de 40 metros de altura simboliza la protección del cielo para los fieles. En tanto que las columnas representan la justicia, la templanza, la fortaleza y la prudencia.
Recién en 1878 se construye el Mausoleo que guarda los restos del General Don José de San Martín, Tomás Guido, el general Las Heras, y el soldado desconocido.
En 1942, la Catedral Metropolitana fue declarada Monumento Histórico Nacional y es considerada una de las más importantes obras arquitectónicas de la época de la Colonia.
La Redonda de Belgrano (Juramento y Echeverría)
En 1865 se colocó la piedra fundamental de la iglesia que llegaba para reemplazar a la vieja capilla franciscana del pueblo de Belgrano. Es entonces cuando en Juramento y Echeverría se alza el ícono indiscutible del barrio: la parroquia de la Inmaculada Concepción, más conocida como “La Redonda” por su cúpula renacentista de 20 metros de diámetro y 43 metros de altura.
El templo es una copia de la Iglesia Gran Madre di Dio en Turín, inspirada a su vez en el Panteón de Agrippa de Roma.
La obra estuvo a cargo del ingeniero Nicolás Canale. Luego de su fallecimiento fue continuada por su hijo José y en la última etapa de construcción intervino Juan Antonio Buschiazzo.
Por su magnitud, la iglesia fue inaugurada recién en 1878 con la presencia del gobernador Carlos Tejedor y el presidente Nicolás Avellaneda.
El atrio está limitado por diez pilares que forman una galería. Tiene cuatro altares y púlpito. Las paredes son curvas de mármol blanco y hay grandes vitreaux que la embellecen aún más.
Basílica del Santísimo Sacramento (San Martín 1039)
El majestuoso templo de estilo ecléctico está inspirado en la Catedral de Angouleme. Y se inauguró en 1915 y se destaca el órgano de cinco mil tubos. Tiene tres naves con mosaicos venecianos, revestimiento de granitos de Baveno y de los Vosgos, mármoles de Verona y de Carrara y ónix granate de Marruecos.
Cada uno de los 8 confesionarios está adornado con estatuillas de madera que representan a santos relacionados con el perdón de los pecados. Son unas de las joyas del templo y son obra de los tallistas flamencos de la casa Wespelaere, de Brujas.
Su comitente fue María Lina de las Mercedes Castellanos de Anchorena (que está enterrada en la cripta) bajo el argumento de que si ella vivía en un Palacio, su Dios debía tener el propio.
Alrededor de su figura se construyó un mito tan alto como la mismísima Basílica pero lo único cierto es que fue una gran benefactora de la Iglesia argentina y que, por sus obras, el Vaticano le otorgó el título de Condesa Pontificia y la Rosa de Oro
Mas allá de las críticas que recibieron las familias de la alta sociedad porteña, vale resaltar que en los albores del siglo XX, la caridad de terratenientes y distinguidas mujeres católicas hizo posible la construcción de templos de lujo como este.
Texto: Mariela Blanco (@marielablancoperiodista), periodista y autora de "Leyendas de ladrillos y adoquines".