Hace unos días, Benjamín Vicuña había compartido la portada de su libro "Blanca, la niña que quería volar", que está dedicado a la muerte de su hija, ocurrida en 2012. Este libro cuenta con el prólogo de Gabriel Rolón y reúne las memorias de Vicuña durante este difícil episodio de su vida y cómo fue atravesarlo al lado de Carolina "Pampita" Ardohain.
Según publicó la revista Velvet de Chile, el actor chileno reveló algunos temas que se abordarán en la obra literaria, como la posterior separación de la modelo. "En algún lado leí que después de la muerte de un hijo el setenta y cinco por ciento de las parejas se separan. Es que es muy duro estar en ese círculo donde se retroalimenta el dolor", se sinceró Vicuña.
En este sentido, reconoció que la muerte de Blanca fue uno de los disparadores de la ruptura con Pampita. "Tienes que brindarle consuelo a tu pareja y es imposible porque estás destruido, y a tu pareja le sucede lo mismo. No busco justificarlo, pero entiendo que también la tragedia nos separó", aseguró.
Benjamín relató cómo lo impactó la pérdida de su hija
Por otro lado, el actor chileno y padre de Bautista, Beltrán y Benicio confesó cómo fue atravesar la pérdida de uno de sus hijos, a la que definió como "la peor experiencia de su vida". En su libro, se puede leer la siguiente frase: "Me hizo avanzar algunos casilleros en el escalafón humano. Me transformó para siempre y también me dio una salida, porque me obligó a ver a la muerte de frente y a tomar conciencia de la vida”.
A su vez, sostuvo que esta pérdida significó cambiar su modo de ver la realidad y todo lo que lo rodeaba. "Cuando murió Blanca, ante mí se abrió una puerta que por apenas treinta segundos me permitió ver y entender todo. Pude ver desde la fragilidad lo pequeño que era este mundo, lo insignificante que era todo", afirmó.
El desgarrador recuerdo acerca de Pampita
En otro de los fragmentos del libro, que Revista Velvet difundió, Vicuña recordó cómo fue para su ex pareja sobrellevar la ausencia de la niña. "Durante los primeros meses, Carolina se despertaba todas las noches preguntando desesperada: “¿Dónde está Blanquita?”. Se levantaba de la cama, caminaba por el pasillo e iba a su cuarto. La buscaba como una leona desesperada. Yo solo podía abrazarla, contenerla y responder: ‘Nuestra niña está bien, está en un lugar mejor’. Como una frase que se brepite, como un texto aprendido de una escena mala”, rememoró.