La historia no es nueva. Quienes gustan del gossip del fashion system saben de quién se trata. Jacques de Bascher de Beaumarchais fue el lado B de Karl Lagerfeld, el conocido diseñador de Chanel y Fendi.
Jacques de Bascher tuvo siempre una vida privilegiada, nunca necesitó trabajar. Vivía de manera lujosa. El sibarita no se comía la vida, la saboreaba sin prisa y sin pausa. Y sin escrúpulos. Nació en una familia acomodada que había tomado prestado un título aristocrático para resaltar su riqueza, y con esa imagen de dandy aristocrático con castillo sedujo a un Karl Lagerfeld recién llegado a París con hambre de fama y trabajo.
Lagerfeld que venía de una familia acomodada alemana pero no aristocrática encontró en de Bascher a ese ideal. Fue su musa, su primera musa, y la elegancia del joven encandiló al futuro Káiser. Sentía que junto a él era imbatible hasta que los demonios del francés transformaron la realidad.
En Dandy de L'Ombre (El Dandy de la sombra), la biogarfía de de Bascher, Mary Ottavis describe acerca de su rutina. “Desayunaba en Braserrie Lipp o en Les Deux Maggots, siempre en la misma mesa. Después se echaba una siesta antes de su preceptivo tratamiento de belleza en Carita o Monsieur Guy. Cuando no se ocupaba de sí mismo, iba al cine, de compras, tomaba el té con alguna condesa o se citaba con sus amantes. Sus jornadas acababan invariablemente en el Café de Flore, “antesala de la noche”, y en los clubes nocturnos que hicieron de París la ciudad más animada de la época, como Le Palace o Le Sept, el mítico club gay sito en la rue de St. Anne”.
Fue un caballero muy encantador y muy culto pero también un loco a quien le gustaba mucho el sexo. Y las drogas. Un joven noble libertino, una figura importante de la vida parisina de los años 70 que financió su vida con el dinero del trabajo del diseñador.
Era la edad dorada de las noches parisinas. De un lado del Atlántico existía el New York de Studio 54 del otro, en el Viejo Continente se batallaban reuniones en Le Palace y Les Bains Douches. Y también existió La Main Bleue, un club nocturno ilícito en Montreuil, en las afueras de París, que pasó de ser una discoteca para negros a convertirse, algunas noches, en un lugar elegante al que acudían estrellas de la moda y también de la alta sociedad.
Fue durante la semana de la moda de París, el 24 de octubre de 1977, que Jacques de Bascher ofreció Moratoir Noire, una fiesta exclusiva en honor al diseñador cuyo dress code exigía vestir negro riguroso. Paloma Picasso y su marido Rafael Lopez Sanchez, Andy Warhol, Kenzo, Bianca Jagger y la nueva chica mimada del cine María Schneider, la estrella de El último tango en París estaban allí junto con la crème de la crème del momento. Fue la fiesta de la temporada y no solamente por el invitado de honor.
El lado perverso de de Bascher hizo lo imposible y cuando unas horas después Lagerfeld y sus amigos de la alta sociedad se retiraron logró convertir la velada en un auténtico dark room, en la primera fiesta gay sadomasoquista de París que se conozca. La gente vestida de negro de punta en blanco fue reemplazada por hombres vestidos de cuero negro, arneses, látigos sumado a sexo en grupo, frascos de popper desparramados por el suelo y gente teniendo sexo como en un auténtico dark room. Lo cierto es que se trató de une fête con tintes explícitamente sexuales.
De Bascher murió de HIV en 1989 a los 38 y fue entonces que el corazón de Lagerfeld de terminó de marchitar. El diseñador odiaba los años 90, y claro, fue la sala siguiente a la pérdida de su amado. Cuando la enfernedad del satánico dandy avanzaba, Lagerfeld empezó a perder interés por él mismo, dejó de importarle la apariencia física y engordó. En su libro The Karl Lagerfeld Diet cuenta “empecé a perder interés en mi apariencia, porque sabía lo que iba a pasar. Perdí interés en mí mismo y en asuntos triviales. Me sentí anticuado con mi propia ropa italiana hecha a medida. Empecé a comprar ropa de Matsuda, Comme des Garçons y Yohji Yamamoto. Pasé de pequeño a mediano, de mediano a grande y luego a extra grande”.
La pelea de dos amigos
Si en las telenovelas tradicionales las amigas se pelean por un hombre, aquí la realidad tiene a dos amigos enemistados por un hombre. No es un mito ni un cuento escupido al aire: Jacques de Bascher puso a Karl Lagerfeld y a Yves Saint Laurent en veredas opuestas. Así, las divertidas salidas nocturnas de copas entre los diseñadores dejaron de existir y el único que bebía veneno era Pierre Bergé, el socio, mentor y compañero de Saint Laurent. El odio que le tuvo fue mayor del que se tenían los ex amigos. Incluso llegó a decir que fue un plan ideado por el diseñador alemán para desprestigiar al niño mimado de la moda parisina. Se sabía que Yves era mejor couturier que Karl. Uno sólo era el talentoso de la época. En una entrevista a The New York Times Bergé dijo “todo el mundo odiaba a a Jacques de Bascher, menos Karl, claro”.
A de Bascher se lo culpa de ser quien arrastró a Saint Laurent a un abismo de auto destrucción. Los amantes eran un torbellino sexual y morboso con citas sadomasoquistas que los potenciaban en encuentros multitudinarios. Había más drogas que agua mineral Perrier. En este triángulo amoroso que entretuvo al París de los años 70 las reglas eran claras. Se sabía que con uno tenía sexo desenfrenado y con el otro, no. Fueron 20 años durante los cuales Lagerfeld convivió con el aristócrata sin tener relaciones sexuales. El pacto entre ambos, si realmente existió, fue otro. Con uno existía la clandestinidad a voces y con el otro la realidad pública.
Aunque muchos piensan que era un ser ser oscuro, lo cierto es que Jacques de Bascher muchas veces fue para Karl Lagerfeld esa luz al final del túnel.