Cuando pensamos sobre estas temáticas, lo primero que debemos preguntarnos es lo siguiente: ¿De que hablamos cuando hablamos de sexualidad? Para comenzar, creemos importante ampliar la mirada e ir más allá de un enfoque puramente biologicista, el cual ubica a la sexualidad en el plano de la genitalidad. Para ello es necesario entender al ser humano en tres dimensiones a saber: bio-psico-social.
Esta mirada implica a un cuerpo biológico, con una constitución subjetiva y singular, al mismo tiempo que el ser esta atravesado por un momento de la historia determinada, con representaciones sociales, creencias, prejuicios, etc., propios de una determinada era. Podremos decir que un sujeto se constituye en este entramado donde intervienen una serie de fuerzas que se dan el momento en el cual nacemos.
De este modo, lo que caracteriza a la sexualidad es la sociedad, la cultura y la naturaleza, toda experiencia sexuada esta mediada por la cultura del momento social, histórico y político. De esta perspectiva es importante considerar a la sexualidad desde un concepto amplio en donde se ponen de manifiesto miles de factores, en este sentido, podremos pensarla como algo dinámico, cambiante, la cual nos acompañará a lo largo de nuestras vidas. La sexualidad nace y crece con nosotros al mismo tiempo que cambia, como cambiamos nosotros.
Poder vivirla libremente y sin tabúes es un derecho. Ahora bien, ¿qué sucede cuando hablamos de sexualidad, diversidad funcional e infancias? ¿qué mitos existen con relación a esta triada? Para poder responder, primero será necesario visualizar que los paradigmas han ido cambiando, el modelo de “tutelaje” o “tutelar” en donde el adulto decide sobre el niño como si fueran un objeto de cuidado ya ha quedado obsoleto.
Las infancias tienen también necesidades que deben ser atendidas, junto con este cambio, la palabra de niño cobra relevancia. Se comienza a visualizar la sexualidad como un derecho hacia la identidad, que en función de la edad y autonomía se ira descubriendo y recorriendo. Para ello, habrá que tener en cuenta que todo ser humano es un ser sexuado, es decir la sexualidad como un hecho ineludiblemente humano.
Muchas veces, los profesionales de la salud, nos encontramos con ciertas dificultades que tienen las familias de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad al abordar la temática de la sexualidad. Porque se ubica a ese niño o niña con diversidad funcional en el lugar de “angelitos” donde la sexualidad queda por fuera. Considerándose a la discapacidad y a la sexualidad dos constructos teóricos tabúes, como si fueran excluyentes uno del otro. Por eso es necesario una perspectiva de genero y DDHH, la sexualidad es un bien a cultivar, debe ser abordada con rigor, con seriedad y respeto.
Poder criar y educar en la diversidad, teniendo en cuenta a las diferencias y diversidades sexuales es fundamental para un desarrollo sexual infantil saludable. Es importante que las familias se informen para así ayudar a esos niños o niñas que atraviesan además de una diversidad funcional, una situación de diversidad sexo genérica. Sería primordial entender y apoyar desde los derechos y posibilidades para el desarrollo sexual sea desde la libertad y no desde la opresión o el sufrimiento. Habrá que entender que hay tantas sexualidades como personas en este mundo, que cada una de ellas es diferente y todas válidas.
Por todo esto, creemos que es necesario repensar nuestro sistema de creencias, aceptar el cambio de marco teórico para no perpetuar la reproducción de prejuicios en torno a las sexualidades y diversidades funcionales.
Fuente: Lic. Melina Galati (Matrícula 43539) y Lic. Marisol Ceffalotti (Matricula 134822) de Aún. Espacio Terapéutico. Aunpsicored