El rey Guillermo y Máxima de los Países Bajos se encuentran realizando una visita de Estado a Bélgica, la primera desde el inicio de su reinado. En 2016 fueron Mathilde y Felipe quienes viajaron hasta Holanda, y ahora les ha tocado a ellos devolver la visita. Y como en cada visita de Estado que realizan, uno de los actos más esperados es la tradicional cena de gala que se celebra como homenaje a los visitantes y en las que los monarcas sacan a relucir sus mejores joyas y estilismo de alta costura.
Tal y como marcaba el protocolo, los reyes lucieron esmoquin mientras que sus respectivas esposas brillaron con vestidos de alta costura y tiaras de altísimo nivel. Una de rosa y la otra de celeste, las reinas protagonizaron la velada.
Máxima de Holanda y Mathilde de Bélgica son amigas desde hace años, y con un gusto similar, ambas impactaron con sus estilismos en el palacio de Laeken, la residencia de los reyes belgas.
Ambas lucieron vestidos de ensueño y, sobre todo, joyas históricas muy costosas.
Duelo de estilos: una de rosa y otra de celeste
Máxima sorprendió con un look rosa pastel y la tiara Stuart
La argentina adoptó un elegantísimo vestido en color rosa de Jan Taminiau, el mismo que la vistió el día de su investidura como reina. Se trata de un diseño que presenta un cuerpo acorsetado repleto de bordados con escote bote y una impresionante pollera con corte sirena adornada con infinitos volados de tul a capas y terminaba con una mini cola que arrastraba el piso al caminar.
En cuanto a las joyas, la monarca optó por la Stuart, aunque sin el impresionante diamante del que recibe el nombre. Se trata de un piedra muy rara por su color azul pálido, sus casi 40 quilates y su tamaño considerable que la argentina de momento solo ha lucido en su visita de Estado a Reino Unido, en la cena de gala en Buckingham. Este diamante, que data de 1690, fue incorporado por la reina Guillermina a la tiara, que cuenta con 900 diamantes y fue creada por Eduard Schürmann & Co.
La gargantilla que lucía, de diamantes también, fue creada a la vez que la tiara, formando una parure junto a un broche en forma de lazo, del que esta vez ha prescindido. La reina llevaba también dos pulseras de diamantes y unos pendientes a juego.
Mathilde de Bélgica eligió un tono celeste y dos tiaras, una en la cabeza y otra a modo de collar
Por su parte, Mathilde eligió un vestido celeste hecho en encaje, con pedrería en la zona del escote, palabra de honor, y una capa transparente repleta de bordados. Mientras que el vestido de Máxima hacía juego con la banda morada de la orden belga de Leopoldo, el de Mathilde casaba a la perfección con la banda azul marino y naranja de la orden del León Holandés, creada por el rey Guillermo I en 1815.
Mathilde eligió para su cabeza la tiara de las Nueve Provincias. Fue un regalo que el pueblo belga le hizo a la reina Astrid con motivo de su enlace matrimonial con el rey Leopoldo III. La diadema tiene forma de bandeau y sobresalen once adornos triangulares desmontables que representan las nueve provincias de Bélgica, la ciudad de Bruselas y el Congo, su antigua colonia. Fue la tiara que la reina Fabiola llevó el día de su boda con el rey Balduino y ha sido lucida por la reina Paola en infinidad de ocasiones.
Completó su estilismo con otra tiara colgada del cuello. Hablamos de la Wolfers, una joya que Fabiola recibió como regalo de bodas por parte de la industria de diamantes de Amberes. Puede ser lucida como diadema o como collar y está formada por dos hileras de diamantes de talla brillante sobre las que se disponen cinco grupos de tres diamantes de talla pera. Además llevó unos aros de diamantes que redondeaban su estilismo.