¿Cómo es la vida hoy de Huberto Roviralta? Después de Susana Giménez en 2013 volvió a casarse. Su mujer es Dolores Benedit, "psicóloga, madre y abuela", se lee en su perfil de Instagram. Ella tiene 18 años menos que él. Se radicaron en Uruguay donde él inició un proyecto inmobiliario.
Roviralta volvió a ser noticia por estar en la mira con este emprendimiento inmobiliario en el barrio Dos Hermanas. El ex polista fue denunciado gravemente por una estafa constituida en Uruguay. Se lo habría acusado de vender terrenos con viñedos en un barrio en el que nunca se construyó nada y tampoco había plantaciones.
Según el periodista Gustavo Descalzi en el programa en "A la tarde", el ex polista tuvo que devolver alrededor de 300 mil dólares: le reclaman demandas millonarias.
Todo se remonta a 15 terrenos de mil metros cuadrados que compró y vendió… pero estafó a quienes los adquirieron al desactivar el desarrollo inmobiliario pactado. Se había prometido colocar unos mil viñedos para preparar vino y crear un barrio privado en uno de los puntos más productivos del vecino país.
La información indica que entre noviembre de 2013 a abril de 2015 se cobraron las expensas y luego se anunció el abandono. No hubo más construcciones, las deudas invadieron a los proveedores y se llevó las herramientas que adquirió. El que destapó el escándalo fue Carlos Hapton que hizo la primera denuncia y que fue beneficiado en 2019 con 270 mil dólares ya que nunca apareció la escritura de las tierras que compró.
“Hay ocho plantines en donde podría haber 200 y había prometido cerca de mil. Un comprador adquirió seis de ellos. Dos le hicieron una demanda y siete de los damnificados estarían avanzando con la denuncia acusándolo de “mala fe””, describió desde el lugar de los hechos Gustavo Descalzi.
El escándalo del cenicerazo
Susana Giménez y Huberto Roviralta se conocieron en 1988 en el Roof Garden del Hotel Alvear; la chispa fue instantánea y bailaron toda la noche. Un mes después, el polista le propuso casamiento y concretaron la unión el 5 de diciembre de ese mismo año en el Registro Civil de la calle Uruguay, en la Ciudad de Buenos Aires. La boda fue televisada y paralizó al país. La fiesta, con 500 invitados, fue a todo a trapo en el mismo sitio donde se conocieron. Luego, los enamorados se fueron al Caribe para su luna de miel.
"Yo pensaba casarme a los 55 años, como mi padre. Pero ahora que encontré a Susana estoy feliz de haberme casado más joven. ¡Es un orgullo ser el marido de Susana Giménez!", aseguró él en una entrevista.
Diez años después, el 30 de enero del 98 -un día después del cumpleaños de la diva-, se pusieron de acuerdo en los términos de su divorcio en un restaurante de Ocean Drive, en Miami. Pero todo se desmadró días más tarde cuando Susana regresó a su mansión de Barrio Parque y encontró que Roviralta aún no se había ido. La prensa que allí estaba apostada escuchó los gritos provenientes de la fuerte discusión que tuvo la pareja. "¡Ladrón! ¡Hijo de p…! ¿Cuándo te vas a ir de acá? Andate", le dijo la conductora, enfurecida. Luego vieron a Huberto que salió con la cara ensangrentada, producto del famoso cenicerazo.
"Me defendí y le tiré con un cenicero", aseguró Susana Giménez en una conferencia de prensa. "No quiero hablar. No es justo ventilar mi vida privada pero no puedo más. ¿Si Huber lo hizo para sacarme plata? Quizá debe haber un interés, sí. Pero jamás hablamos entre nosotros de una cifra. No hay acuerdo prenupcial. Sí, le tiré un cenicero. Pero hace mucho que trato de salvar la pareja viviendo…, no sé si llamarlo así… humillaciones. Sí, pudieron ser infidelidades…", expresó en ese momento la diva de los teléfonos.
La tercera en discordia fue la ex vedette y mediática Flavia Miller, a quien se la descubrió con el expolista en una cámara oculta que, según ella misma reveló, fue "de mutuo acuerdo". El divorcio fue uno de los más escandalosos de la farándula argentina, y terminó con Roviralta recibiendo 10 millones de dólares por parte de Susana.
Años después, Giménez aseguró en una entrevista: "Compré a Jazmín porque me sentía muy infeliz. Pensé: 'Me compro un perro o me voy a morir'. Mi relación con Huberto era espantosa. En esos diez años nunca lo engañé. ¿Casarme? ¡Nunca más!".