Son casi las 12 en alguna parte, y en el departamento en planta baja -en Almagro, Ciudad de Buenos Aires- de Marou Rivero también. Siempre. Siempre faltan cinco minutos para las doce.
Así lo indica el robotito con manos de tenazas y diseño vintage, sin pilas y “fuera de servicio” desde hace mucho tiempo que la socióloga e influencer cultural tiene, atesora y exhibe en su biblioteca: su muro y perfil en vivo para conocerla mejor.
Además del pequeño robot antes funcional y decorativo -ahora un adorno de diseño estilo Y2K- hay una coronita con caracoles y brillantes del Carnaval de Río, un libro de Pedro Almodóvar -¡autografiado!- otro de John Lennon y Yoko Ono, plantas en agua, cuadros, una Catrina, entre otras pequeñas figuras de cerámica, su propio libro para colorear “20 cosas que aprendí del cine y del amor”, además de piedras, cristales y cuarzos energéticos y más libros, en filas verticales o apilados horizontalmente, en una sutil paleta de colores: verdes, azules, rojos, y blanco.
El recorrido por el universo privado y visual de Marou Rivero empieza apenas se atraviesa la puerta, y lo primero a la vista es una pared tipo tablero de Pinterest con imágenes testigo y expresión de diez años como collagista; autodidacta primero, hoy tallerista. Todas enmarcadas. Y sobre algunas de ellas, va la bicicleta plegable rosa, a juego con el escritorio bajo la ventana.
Todo en todas partes al mismo tiempo. Y no es demasiado: es Cluttercore.
Hogar, Cluttercore hogar por Marou Rivero
“Amo mi casa y quiero que se parezca a mí. Así que descubrir el nombre de cómo la vivo fue como encontrar un lugar en donde lo que uno imagina tiene sentido”, celebra Marou Rivero. Y recuerda que fue en un scrolling instantáneo cuando sintió, como una revelación, que todo lo que ella necesitaba y la representaba era la tendencia Cluttercore.
“Recargada pero con sentido, como mi vida misma”, bromea sobre su parecido con el estilo decorativo que reivindica un nuevo (des)orden, con cada cosa en su lugar, y cada cosa con su historia y reflejo de la personalidad.
El Cluttercore -del inglés “clutter” (desorden) y “core” (esencial)- es uno de los tags, tendencias y estéticas decorativas de la post pandemia. Más precisamente, una contra tendencia opuesta al minimalismo puro. Es maximalismo… pensado, organizado y consciente.
“Si tengo o me regalan algo que me identifica no lo puedo dejar… Hay algo emocional en algunas cosas que vos elegís y que eligen para vos que me gusta tener. Marie Kondo te dice que sólo dejes lo que te hace feliz, ¡pero te pueden hacer feliz un montón de cosas en tu casa! Por eso, en un momento en el que tanto se habla del orden y de lo que tenés que hacer, conocer el Cluttercore me trajo paz mental porque dice: elegí lo que quieras porque no hay receta…"
"Es liberador. Y como activista de la moda sostenible también siento que esta tendencia tiene algo de eso porque no alimenta el consumo ni la renovación permanente de los objetos que te rodean”.
-Sos reconocida como referente de moda, en particular de moda sostenible y también de cine. ¿La decoración también es un campo de observación como socióloga?
-Primero y principal, la decoración es un campo de expresión porque así como en la moda uno elige qué se pone y lo que comunica, la manera como se arma la casa es definitivamente un campo de expresión para contar cómo vivís.
-Y como referente de estilo, ¿tu recomendación para la decoración estaría basado en los principios del Cluttercore?
-Uno siempre se imagina su casa como un set, y después… la vida… ¡Tenés un gato que deja pelo por todos lados! Entonces necesitás una manta sí o sí, la que vaya mejor y no se note tanto que hay pelos. Y también tiene que ver con reparar y renovar muchas cosas que hay en tu casa que quizás dejaron de ser tal cual como cuando las compraste, pero que seguís disfrutando. Por ejemplo, tengo un cucharón donde apoyo cosas al cocinar que está roto tres veces y cada vez que se rompe, lo vuelvo a elegir, me da gusto repararlo, y siento que esto es el amor por el objeto.
Casa, con “c” de Consciente
“Este es mi Cluttercore… No es un set de Barbie sino un espacio para la creatividad”, cuenta Marou Rivero, junto a su gato Vicente, y en su mundo privado que incluye su propio altar -en la biblioteca “en estado arcoíris” de todas las cosas- y su lugar de trabajo y placer: el escritorio rosa laqueado con el que siempre soñó sobre el que apoya apenas una laptop vestida de stickers o desparrama sus figuras recortadas y organizadas por colores (monocromáticos) para armar los collages que guarda en sobres y folios, o que exhibe en su propia galería de la pared que se luce mejor abriendo la puerta, saliendo de su casa y mirándola desde el pasillo.
La segunda estrella a la derecha, todo recto hasta el amanecer.
“Es lo último que veo cuando me voy y lo primero cuando vuelvo a mi casa. Son todos míos, menos un collage en el centro que me regalaron”.
-¿El escritorio rosa es el detalle Barbiecore de la temporada?
-¡No! Toda mi vida quise tener un escritorio rosa, y lo tengo ahora, a los 38 años, porque es una de esas cosas que tienen que ver con la expresión, y es una mezcla hermosa entre lo que nos representa, lo que disfrutamos y también lo que nos da sentido.
Hablando otra vez de su visión como socióloga sobre la decoración y cómo habitamos nuestros espacios hoy, Marou destaca la reivindicación de metodologías y técnicas ancestrales de construcción, con barro y adobe, fusionadas con máquinas 3D y tecnologías innovadoras.
“Hoy el problema de la vivienda es muy grande en todo el mundo, y al mismo tiempo en las casas estamos viviendo picos de temperatura. Cuando me mudé, lo primero que hice fue cambiar las ventanas, no tanto por el ruido que significa vivir en una planta baja a la calle sino por la temperatura. La idea fue crear un microclima que te permita prescindir cuanto puedas tanto del aire acondicionado como de la calefacción".
"Es importante pensar en la materialidad de los lugares donde vivimos y que las cosas duren. Por ejemplo mi casa no siempre fue así. Cuando me mudé acá tenía muebles que venían de otras casas pasadas, se fueron adaptando y recién el año pasado le dije adiós a la última cosa que me quedaba: una biblioteca que me había acompañado muchos años y que ahora tiene mi vecina de arriba".
A la hora de rehacer su casa, Marou eligió muebles de madera reutilizada, hechos o reciclados por principiantes del oficio de carpintero y mobiliario de tiendas sustentables. “Yo creo que hoy habitamos con mucha más conciencia. Si querés un sillón, obviamente elegís uno que sea cómodo y funcional. Pero también querés algo que tenga que ver con tus valores. Vivir en un edificio viejo también es parte de eso que lo tuve cada vez más claro después de la pandemia. Hoy siento que es la casa que mejor representa mi versión actual y me identifica”.
Texto: Juan Martín Cutro. Fotos y video: Candela Petech.